Buscando a mi amante mayor de sesenta
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Busco un amante maduro y gordito, yo afeminado, de 49 años, muy cariñoso, versátil, besucón, depilado y con muchas ganas de tener una aventura discreta con un señor mayor de 60 años, muy apasionada y sin límites sexuales. Dos hombres desnudos que se besan, se acarician, se chupan, se hacen el amor y se penetran sin prisas…
Me encantan los hombres maduros, canosos y velludos, fogosos, besucones, babosos, con mucha lengua y saliva calentita por todas partes, con mucha tripita y carne para sobar despacito mientras te como la boca, después me chupas los pezones y los muslos suaves mientras tus grandes manos de hombretón me acarician.
Como un auténtico pulpo, me metes mano por todas partes, me sobas fuerte, me friccionas y aprietas mis partes mientras gemimos acaloradamente. Me metes un dedote grande y gordo en el culo haciéndome gritar de placer. Mientras me callas para que no nos oigan, pero me gustas mucho y me meto tus dos dedos por el culo mientras acaricio tu pene duro, lo miro fijamente sonriendo, me agacho y me lo meto todo en la boca.
Me siento muy bien saboreando tu prepucio flácido y blando, mientras acaricio tu culo gordito y peludo. Quiero empujarte para meterme todo tu pene y tus grandes huevos en la boca. Tu carne mayor y tu sabor a hombre mezclándose con mi saliva de marica mmm, ¡me hacen sentir tan femenino y tan maricón! Por favor, no me dejes de repente de mamártelo despacito, recorriendo con mi lengua viperina cada rincón de tu prepucio que, muy lentamente, va tomando forma y endureciéndose con el paso de los minutos. Ya llevo veinte chupando. Poco a poco se pone duro y mi boca hiede a tus orines y esmegma sénior, que a mí me encanta. Lo deseo, lo chupo y lo baboseo, y al sacarlo de mi boca se ven los hilos amarillos de mis babas mezcladas con tu pipí y esmegma preseminal.
Me encanta chuparlo lentamente, es lo que más me alegra el día. El tiempo se me va, pero tú lo pasas genial notando mis carrillos y boca mamona de penes. Te encanta lo bien que lo hago, se nota que soy experta en mamarlos. Ya no puedes más, aunque tu pene no llega a ponerse duro del todo, es normal, amor, te comprendo y no es necesario, solo quiero comerte más y más los genitales. —Voy a correrme, amor —me avisas.
—No me avises, no lo necesito. Te la voy a chupar toda, toda la leche. Y, efectivamente, así es: tus gemidos son cada vez más roncos y fuertes, tu respiración más rápida y, de un grito sordo, tus gónadas explotan en mi boca, ríos de esperma inundan mi boca, chocan contra mi paladar y se embalsaman en mi cavidad bucal, pringándola de un semen blanco, sabroso, caliente y espeso.
No va a caber toda esa pulpa de hombre, no cabe, no, pero yo soy rápido, antes de que se salga por la comisura de mis labios me lo trago todo y dejo más espacio, sí, sigo mamándola, sigue saliendo, se sigue llenando… No sé cuánta lechita calentita me has dado, amor, pero está toda en mi estómago.
Mi boca aún se relame de gusto por ese sabor intenso a semen que tanto amo.
Ha sido maravilloso, mi amor. Ha durado un par de horas, despacito, tranquilo, como a mí me gusta… Nos duchamos, nos besamos y nos despedimos hasta otro día… Así quiero yo un amante mayor.
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