Una dulce cabalgada
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Estaba en casa de mi hermana mayor. Mi cuñado estaba trabajando. Mi hermana estaba en la cocina preparando el desayuno.
No pude contenerme y me acerqué a la cocina. La agarré por detrás, besándola en el cuello y acariciando sus pechos, pegando mi cuerpo al suyo, por lo que empezó a mover las caderas, con mi polla entre sus nalgas.
Sin mediar palabra, nos dirigimos a su habitación. Nos desnudamos el uno al otro y me tumbé en la cama. Mi hermana comenzó a mamarme la polla, subiendo con su lengua desde mis testículos hasta el glande.
Luego se la introdujo y comenzó a subir y bajar con sus labios por toda mi herramienta. Se la sacó y, mientras me besaba el abdomen y el pecho y se colgaba de mí, se clavó mi polla hasta el fondo de una sola vez. Empezó a cabalgar, subiendo y bajando suavemente, aumentando el ritmo poco a poco. Yo besaba sus deliciosas tetas.
Después de un rato, noté cómo se contraían los músculos de su coño, atrapando mi polla con un orgasmo. Yo aún no había llegado, así que, en esa posición, se la fue clavando en su precioso culo, volviendo a cabalgar sobre mi polla y regándole su culo con mi lechada. Cuando se la sacó, salía un poco de mi jugo blanco de su ano.
Fue al servicio a lavarse. Regresó, tumbándose a mi lado. Yo empecé a besarla por todo el cuerpo, desde las tetas hasta el coño, metiéndole varios dedos y jugando con mi lengua en su clítoris, hasta que se convulsionó con un orgasmo. Nos vestimos y desayunamos.
Antes de que mi cuñado llegara del trabajo, repetimos lo de la mañana.
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