El cumpleaños de mi hermana

Mi hermana cumplía 40 años. Yo tenía 31 años por aquel entonces. Nos reunimos toda la familia para celebrarlo. Estaban mis hermanas, mis cuñados y yo en su casa. Después de los regalos, las copas y un buen rato en familia, mi hermana menor se fue con su pareja y yo me quedé en casa de mi hermana mayor, ya que estaba de vacaciones. Mi cuñado se fue a trabajar, pues tenía el turno de noche en una urbanización donde es guardia de seguridad, por lo que mi hermana y yo nos quedamos solos.

Cuando se fueron todos, estuvimos un rato charlando y viendo la televisión. Sobre las 22:00, mientras comenzaba una película, nos hicimos unos sándwiches para cenar.

—¿Tienes ron? Le pregunté a mi hermana… —Me apetece un cubata.

—Sí, en el mueble. contestó. Prepárate otro para mí. Voy a ponerme más cómoda.

Mientras me dirigía a la cocina, ella fue a su habitación y no pude quitarme la vista de encima de su hermoso culo. Preparé la bebida y volví al salón. Cuando regresó mi hermana, llevaba una combinación de botones, de color celeste, un poco por encima de las rodillas. Los dos primeros botones estaban desabrochados y se le veía el canalillo de sus firmes pechos por el escote. Cuando se agachó a recoger un papel de los regalos que estaba en el suelo, pude ver cómo sobresalían sus pezones.

Tomamos las bebidas mientras charlábamos y veíamos la película. Terminó sobre las 0:30 y nos dispusimos a dormir. Mientras me cambiaba en el baño, mi hermana preparaba el sofá cama. Cuando salí, estaba agachada colocando las sábanas y volví a ver esos pezones deliciosos. Nos despedimos deseándonos buenas noches y buen descanso. Me quedé sentado, fumando un cigarrillo y cambiando de canal.

Encontré un documental sobre el Día D que estaba empezando y empecé a verlo. Sobre las dos, fui al servicio y, al salir, miré a su cuarto. Estaba tumbada boca abajo con una de las piernas dobladas y de espaldas a la puerta. La combinación se le había subido y su culo estaba medio al descubierto.

Me acerqué despacio, puse mi mano sobre su nalga izquierda y terminé de subir la combinación y de desnudar su culo (pues no usa ropa interior cuando está en casa). La acaricié un buen rato y metí la mano entre sus piernas para buscar su coño. Pasé un dedo entre sus labios vaginales y, cuando llegué a la entrada, lo introduje y comencé a follarla con él, notando cómo se humedecía. No sé si estaba dormida o se lo hacía, pero la oí soltar un pequeño gemido.

Después de esperar un poco, me quité el bóxer y me tumbé a su lado, colocando mi polla entre sus piernas y buscando la entrada de su coño hasta que, colocando mi capullo en la abertura, empujé y la penetré en posición de cucharita. Esperé un poco y comencé a bombear suavemente, sin pausa, pero sin prisas, mientras la rodeaba con los brazos y jugaba con las manos en sus tetas. Cuando noté que iba a correrme, la saqué y me eché todo encima de un pañuelo. Salí de su habitación y me eché a dormir.

A la mañana siguiente, cuando mi cuñado regresó del trabajo, mi hermana se vino al salón y se acostó en el sofá, al lado del mío. Cuando la sentí roncar, me acerqué y, como estaba boca arriba, subí la combinación de cuerdas dejando su coño al descubierto. Le separé las piernas, poniéndole una sobre la moqueta del suelo. Después de comerle el coño, volví a penetrarla mientras besaba sus tetas y mamaba de sus pezones. Cuando me iba a correr, solté mi lefa en su vientre, lo limpie con una toallita, le recompuse y volví a mi cama.

Cuando me desperté, estaba recogiendo los vasos de los cubatas.

—Buenos días, dormilón… Me saludó con una sonrisa. —¿Has dormido bien?

—Buenos días. Contesté. He dormido de lujo.

Me levanté, desayunamos y pasamos el día como si nada hubiese pasado, aunque notaba a mi hermana un poco más cariñosa.