Bibi consigue novio en la central de abastos – I
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Tuve problemas con mi otra cuenta, así que les recuerdo quién es Bibí.
Soy una mujer delgada, con un buen cuerpo: senos grandes, firmes, cintura pequeña y, según mi esposo, un trasero muy apetitoso.
Te contaré la vez que fui a comprar a la central de abastos.
Fui a la central de abastos a comprar el mandado y, mientras compraba, un chico todo sucio se me acercó y me preguntó si quería que me llevara el mandado. Se veía robusto y musculoso, tal vez por su trabajo. Tenía los ojos cafés con mirada dulce. Seguí con mis compras y, después de un rato, vi que no me quitaba la mirada de las piernas y las nalgas.
Tras unos minutos, le dije que me llevara a tomar un taxi y aceptó. Pero que tomáramos un atajo para no dar tantas vueltas, lo cual estuve de acuerdo, pues las personas que trabajan allí conocen mejor la zona. Me llevó por un espacio que estaba vacío, con locales cerrados y gente borracha y otros chicos drogándose. Cuando ya estábamos a punto de salir del pasillo, un chico se le acercó y le dijo: «Transa carnal, ¿qué haces aquí?». Y él le dijo: «Ah, es que vine con mi nalga y él entró a un local pequeño». Entonces, el otro le dijo: «Neta, ¿tu morra?». Y él le dijo: «Si quieres ver, préstame tu local». Él le dijo: «Va, pero préstala un rato».
Yo, cuando oí eso, quise salir corriendo, pero mis piernas me traicionaron y mi coño se mojó. Mi mente ya quería ver la verga de ese hombre que llevaba rato desnudándome con la mirada. Entonces salió y me dijo: «Mi amor, ven», y me abrazó y me besó. Yo lo seguí y me pasó adentro de un local donde había un sillón y una mesa con droga, creo. Me besó y me metió mano en mi falda. Subió a mi calzón y, cuando sintió que estaba mojado, me dijo: «No te preocupes, ya te lo lavé».
A ver, la putita ya quiere verga.
Y me dijo: «Mi amor, mámamelo como anoche», y yo no sé por qué obedecí. Baje a su pene, me lo metí en la boca y se lo mamé. Estaba bien erecto, era grueso, venoso y muy rico. Después de un rato, me dijo: «Ven y siéntate en el sillón», y yo nuevamente obedecí. Le di la espalda y me metí esa rica y gorda verga. Uuuufff… Empecé a moverme y a sentir bien adentro esa vergota; quería sentirla por todos los rincones de mi conchita.
Fue entonces cuando su amigo le dijo: «Préstala, se ve que se mueve bien rico», y él le respondió: «¿Y si usa su boca?». Y me dijo: «Hoy voy a cumplir tu fantasía, ¿qué me pediste? Hacer un trío». Me pidió que le chupara la verga a su amigo, así que me puse a mamársela, mientras él me cogía. Cuando vio que iba a penetrarme con su verga y mi mano, me pidió que me viniera y, cuando ya estuvimos flácidos, no me haría doble penetración.
Después de un rato, su amigo le dijo si podía cogerme otra vez y él le dijo que sí. Entonces, su amigo se sentó y me puso encima de él. Le mamé el pene y, en cinco minutos, me tragué su semen. Uf, estaba muy rico.
Los dos se deslecharon y el amigo le dijo:
—¿No creí que fuera tu novia?
—Sí, carnal, es mi morra, está bien chula, verdad —le dijo él.
—Sí —le dije yo—, ves, amor. Me dijo que estaba hermosa y no le creía. Yo estaba feliz de haber comido dos vergas ricas y hermosas, y de tener otro novio. Me estuvo besando en el sillón hasta que le hablaron al chico. Este le dijo que pasara, entró, le compró una bolsa de las que tenía en la mesa, me vio y le dijo que no la prestaban. Él le dijo: «No, pero si quieres te la rento», y me agarró de puta.
Continuará…
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