Incesto inesperado
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Mi hermana tiene 59 años y su marido ha tenido que ingresar. Y mientras tanto, se ha venido a mi piso, que está cerca del hospital. Hace unos días pensábamos que se había ido al trabajo, y las dos pensábamos lo mismo de la otra. Me fui al baño a ducharme. Sin embargo, antes me quité la ropa y me empecé a masturbar. Hace mucho que no estaba con nadie y tenía el cuerpo muy animado. Además, me cuesta correrme y siempre empiezo a hacerme una paja, pero pocas veces termino. Bien, cuando estaba en plena faena, entró ella y me pilló cuando estaba muy grande. Se quedó un momento pasmada y luego me dijo:
—¡Nene! —¡Cómo estás! —dijo y salió del baño riendo. No pasó nada más.
Por la noche, después de cenar, nos sentamos en el sofá a ver la tele. Los dos íbamos con pijama y nos sentamos uno junto al otro o ella se estiraba y colocaba sus piernas sobre las mías. Ella me sacó el tema, pues siempre hemos tenido mucha confianza.
—Hijo, ¿cómo es que estaba tan grande el otro día?
—Hace mucho que no estoy con nadie y hay días malos.
—¿Cuándo fue la última vez que follaste?
—Hace varios meses, cuando me fui a un bar con los colegas y me encontré a una antigua amiga. Fuimos a su casa y la follé por todos lados.
Pareció que le gustaba lo que le contaba porque noté que se le marcaban los pezones. Luego se estiró y puso los pies sobre mi falda. Le di un masaje a los pies. De vez en cuando, me fijaba en cómo se le marcaba su coño, debido al ajuste del pijama, y me di cuenta de que se le marcaba un triángulo muy grande que delataba que debía tener el coño muy peludo. Al cabo de un rato, nos fuimos a la cama porque madrugábamos para ir al trabajo.
Al día siguiente, se repitió lo de siempre. Después de almorzar, nos pusimos en el sofá a ver la televisión. Pero daban una película erótica que me excitaba mucho. Yo me puse duro y no pude ocultarlo, porque de vez en cuando tenía que acomodar mi polla. Cuando se dio cuenta de cómo estaba, me dijo:
—¡Nene, te va a estallar! Se rió.
—Discúlpame, hace mucho que no me corro.
—No pasa nada. Es normal, si hace tanto que no follas.
Seguimos viendo la película, que se puso muy emocionante. Ahora me tocaba por encima el pantalón. No podía resistirme. Ella miraba de vez en cuando cómo me tocaba. Y, en un momento dado, me dijo: «Hazlo tranquilo, que no me incomoda». Le pregunté si le importaba que me bajase un poco el pantalón. Me dijo que adelante. Me lo bajé solo un poco y salió mi polla. Ella se quedó mirando alucinada de lo grande que se me había puesto. Empecé a tocarme suavemente por encima. Pero la película se puso muy caliente y, al ver que mi hermana me miraba cada vez más, me puse a masturbarme. Sin pensarlo, me bajé todo el pantalón, me abrí de piernas y me empecé a masturbar. Ahora ella ya miraba de vez en cuando. En un momento dado, mientras miraba la imagen de la tele, acercó su mano y me la agarró. Empezó a frotármela suavemente y yo dejé que lo hiciera.
Me excitó mucho y acerqué la mano a su ingle para acariciarle el coño; la apreté con fuerza. Al notar mi mano, ella me masturbó con más intensidad. No pude aguantar y metí la mano por su pijama para acariciarle el coño sin que opusiera resistencia. Me levanté y la llevé hasta el sofá. Seguí acariciándola por todo su cuerpo hasta que le bajé los pantalones y las bragas. Le abrí las piernas.
—¡Para! ¿Qué haces?
No le hice caso, le agarré los dos brazos con una mano y la inmovilizé. Con la otra le abrí las piernas, me acerqué, le froté mi polla por encima de su coño peludo y se la inserte poco a poco. Ella dejó de quejarse y moverse, se dejó llevar, moviéndose al compás de mi follada, y empezó a gemir fuerte mientras le taladraba el coño y le quitaba la camiseta, jugando con mi boca en sus tetas. Ya no había marcha atrás, estaba follando a mi hermana. Yo seguía con mis embestidas mientras ella alcanzaba el primer orgasmo. La saqué y la puse de perrito para volver a introducir mi polla en su coño, que ya chorreaba jugos y mojaba sus pelitos, y continué embistiendo hasta correrme dentro.
Nos tumbamos en el sofá, con mi polla aún dentro de su coño. Cuando descansamos un rato, se vistió y fue a visitar a mi cuñado al hospital.
Cuando llegó por la noche, después de cenar, solo hizo falta una mirada para comenzar a besarnos y desnudarnos. Después de un delicioso 69, volvimos a follar, pero esta vez en la cama.
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