Gabriela y sus enormes tetas
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Nunca más supe de ella, Gabriela era su nombre, pasaron ya más de diez años, y aunque en este presente tengo esposa e hijos, nunca olvidaré a esa mujer…
Había llevado una eterna disputa de poder con mi padre, desde la cuna podría decirse, discutíamos mucho por cualquier motivo, el siempre parecía pedir más de mí, y yo nada, o casi nada podía darle
Es que éramos muy diferentes, papá había servido en el ejercito casi toda su vida y tenía un carácter despótico y autoritario, hasta con mamá, quien siempre vivía a las sombras de su temperamento
Mi hermana era la consentida, la nena de papá, y yo, yo solo era el rebelde, el que odiaba su perfección y su pulcritud, el que usaba cabellos largos y solo pretendía pasar los días sin hacer nada, en mi mente no existían las palabras ‘estudio’ ni ‘trabajo’, y tal vez fuera solo porque sabía que esa situación solo sacaba lo peor de mi padre
Esa vida se terminaría al cumplir los dieciocho y llegar a mi mayoría de edad, hastiado de esa vida dejaría mi casa y mi familia atrás, recuerdo que esa tarde, mi madre me pidió de rodillas, casi aferrándose a una de mis piernas, con el rostro enjuagado en lágrimas que no me fuera, sin importarle el triste show que hacía para los vecinos cercanos, papá estaba parado bajo el marco de la puerta principal, vestido en su impecable uniforme militar, firme, con la mirada perdida en el horizonte y el rostro enmarcado en rabia, mi hermana, un poco a la distancia, era la única que parecía disfrutar lo que ocurría, nunca nos habíamos llevado bien
Pero vivir fuera del amparo de los padres, no era tan fácil como yo había imaginado, necesitaba alimentarme, necesitaba un techo, y para eso necesitaba dinero, y si quería dinero, debía ganármelo
Entonces fui con el tío Lucas, uno de los hermanos de mamá, que era con quien mejor me daba dado que él siempre había odiado a papá, y que era un tanto bohemio como lo era yo
En verdad, el tío Lucas era un trabajador, tenía lo justo y necesario y se ganaba la vida haciendo mantenimientos hogareños en general, de todo un poco, reparaciones en maderas, pisos, paredes, techos, albañilería, pintura, herrajes, y hasta se animaba a trabajos de plomería e instalaciones de gas
Y aprendí con él, en seis meses me di cuenta que sería su mejor aprendiz y fueron días muy felices
Llegaría una nueva primavera y en poco tiempo el verano, y una tarde después de terminar la jornada mi tío vino a mi encuentro, me puso una mano sobre el hombro y me dijo que teníamos que hablar
Nos sentamos de lado, como mi padre jamás lo hubiera hecho, me dijo que estaba muy contento y muy feliz con mi progreso, pero que no le parecía correcto que yo me enquistara en su familia, con su esposa, con sus hijos, que no lo tomara a mal, por el contrario, pero parecía poco para mí estar cada noche durmiendo en una cama húmeda y dura en el altillo de la casa, me incitó a levantar mis perspectivas, a que abriera mis alas, a que fuera capaz de volar y podía comprender su punto de vista, pero no entendía cuál era la meta
Entonces me dijo
Darío, hay una propuesta de trabajo en la zona de la costa, gente de plata, tienen varios departamentos que arrendan en temporada y necesitan un mantenimiento general antes que lleguen los días de calor, ya sabes, limpieza, pintura, revisar la instalación eléctrica, las lámparas, limpiar y controlar los aires acondicionados, revisar las aberturas y una lista interminable de actividades que te mantendrán bastante ocupado…
Pero tío – respondí – sabes perfectamente que odio el mar, la arena, el verano…
Lo sé, – me cortó – pero no hablamos de vacaciones o gustos, hablamos de trabajo, y yo no puedo viajar a la costa con todo el trabajo que tengo acá, además cuanto te diga la cantidad de billetes que te darán… verás como te gustará el mar!
Él se rio, me zamarreó la mollera cariñosamente, se paró, y se fue a su lado a encender su pipa, su inseparable amiga, y me dijo a la distancia que solo lo pensara
Una semana después partía hacia la costa, el tío Lucas tenía dos camionetas bastante avejentadas, que las mantenía como podía, eran sus vehículos de trabajo, y me confió la mejor para que llegara a destino, ese tío representaba todo lo que hubiera querido de mi padre
Viajé al amanecer, con la camioneta cargada hasta los dientes, a media marcha, tranquilo, todo lo que podía tirar el arcaico motor gasolero que parecía protestar ante cualquier intención mía de apretar el acelerador
Llegué a la pequeña ciudad costera cerca del mediodía, y fui hasta el final, hasta toparme con la última avenida que daba al amplio mar, el día estaba nublado y grisáceo, más de otoño que de primavera
Paré en una estación de servicios, a llenar el tanque y a llenar mi barriga, cambié algunas palabras con las casuales personas con las que me fui cruzando, quienes me indicaron como llegar el paraje ‘Hola Ola’, que estaba a no menos de media hora en coche desde el límite de la ciudad
Seguí el camino costero, hasta el final, donde se terminaban las casas, para dar lugar a verdes praderas, donde ya no había asfalto y solo seguía un camino en un gris amarillento, un poco de tierra y un poco de arena que se mezclaban para cambiar la vista que tenía a la izquierda y a la derecha
El paisaje marítimo me acompañaba a un lado, y la verde vegetación al otro
Poco más adelante llegaría al complejo, cinco columnas de edificios vidriados de cinco pisos cada una se levantaban pegadas al mar, como un oasis en medio del desierto, donde nada había en derredor, ni un negocio, ni otra edificación, nada de nada, ni siquiera había señal de internet, apenas un camino escueto a uno de los lados por donde solían pasar de tanto en tanto casuales pescadores
Dejé la camioneta en uno de los tantos estacionamientos que estaban disponibles, en esa época no había absolutamente nadie, tomé las llaves y fui a recorrer las torres uno y dos, que eran las que tenía que preparar para la temporada que se avecinaba
Tomé uno de los departamentos al azar, tenía permiso para ello, uno en el quinto piso, el que tenía mejor vista, al mar, y esa noche tendría una cena espectacular, solo, en silencio, el viento había cambiado y se había llevado las nubes, dejándome un cielo negro teñido en estrellas brillantes, con una enorme luna llena que parecía alcanzar con mi mano y acariciar las bulliciosas olas del mar
A la mañana siguiente tendría que volver al pueblo, después de relevar todo lo que debería comprar para trabajar, y también pasar por el mercado para proveerme de alimentos
Al llegar de regreso, en el garaje notaría que ya no estaba solo, un auto importado, esos con cuatro anillos, en azul eléctrico, estaba parado a un lado, toqué el capo, estaba caliente, así que quien fuera, recién había llegado, no le di importancia, como fuera, yo tenía mucho trabajo por delante
La temperatura ya había subido en ese segundo día gracias a un cálido viento norte, y después de almorzar solo me puse a trabajar en el primero de los departamentos
Eran las dos o tres de la tarde, sería la primera vez que la vería, una mujer madura, alta, bien formada, con un largo vestido de playa que le llegaba a las rodillas, llevaba una reposera en una de sus manos y un bolso en la otra, noté sus largos cabellos rubios sueltos al viento, bajo una amplia capellina color natural con un moño rosa, y unas gafas de sol oscuras que le cubrían medio rostro
la seguí con la mirada sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, discretamente, ella eligió un sitio a medio camino entre el mar y la línea costera, abrió la reposera, dejó caer el vestido quedándose en traje de baño, tena un cuerpo demasiado perfecto para una mujer que se me antojaba cerca de los sesenta, y llevaba una tanga demasiado pequeña, dejándome ver sus majestuosos glúteos desnudos, y sentí una profunda erección a pesar que esa mujer seguramente era mayor a mi propia madre
En algún momento fue al mar, en algún momento se quedó leyendo un libro, en algún momento comió un emparedado, y en algún momento notó mi presencia, y me di cuenta que solo estábamos nosotros dos en ese pedazo de la nada
Ella, miró a un lado y a otro, se soltó la parte superior de traje de baño, y solo se puso a hacer topless, y aclaro acá, que, si bien en muchos sitios es algo normal, en Argentina, no se acostumbra, y esa mujer, Dios, ¡¡¡tenía unos pechos terribles!!!
Pero al atardecer, ella levantó sus cosas y la vi volver a la torre número tres, así que como un virgen pajero que era, me mudé a la torre dos, al cuarto más cercano al suyo
A la noche, en esa noche profunda, haciéndome el superado tomé una lata de cerveza y fui hasta el balcón, como casual, como quien no quiere la cosa, ella saldría poco después, radiante, a bañarse bajo la luz de la luna y los faros propios del complejo, estaba radiante, tenía una tanga blanca, y un sexi camisón transparente que iba desde los hombros a los pies y volví a adivinar sus pechos desnudos, la miré y le hice una seña con la lata que tenía en mi mano, pero ella pareció ignorarme, o no verme, sería cuando un muchachote saldría al mismo balcón para enredarla entre sus brazos y cuando me sentiría el ser más estúpido del planeta, reculé sobre mis pasos, y me acomodé tras los cortinados como un fisgón, donde yo pudiera verla, pero ella no pudiera verme
Empezaron a besarse muy locamente, contra el filo mismo de las rejas del balcón, al filo del vacío, él le coló la mano por el frente para llenárselas con sus enormes pechos, ella respondía en consecuencia y yo solo observaba a escondidas
Luego recularon hacia la recámara principal, y a pesar de que me resultara más complicado, el amplio ventanal y la profunda luminosidad que había no me dejaban nada a la imaginación, tomé mi celular y solo comencé a filmar lo que veía, porque después de unos revolcones se habían acomodado en un rico sesenta y nueva, y sobre el lado más expuesto de la cama, podía ver como ella le engullía una y otra vez le apetecible verga de su hombre, lo hacía profundo, casi hasta la base, donde solo no podía llegar a ver porque naturalmente sus largos cabellos rubios terminaban tapando la escena.
Me estaba masturbando mientras las dudas paseaban por mi cabeza, sabía que yo estaba escondido y lo hacía adrede?, o para ella yo era solo un insecto que no estaba en su universo? como fuera, el semen empezó a explorar ensuciando sus mejillas, sus labios, su lengua, y se me hizo demasiado porno, hasta sentir que yo también me venía en ese momento
Llegaría la hora del sexo, como una gata esa mujer empezó a cabalgarlo y sus enormes nalgas daban a mi lado y solo no podía dejar de tocarme, es que era demasiado perfecto, y yo era aun demasiado virgen, es que las mujeres me enloquecían, pero siempre había sido un tonto tímido y el tener que afrontar una relación con el sexo opuesto me ponía los pelos de punta, se me cerraba la garganta, y las palabras no fluían
Unas nubes improvisadas cubrieron el brillo de la luna, y con eso, se opacó mi visión al dormitorio del departamento contiguo, así que maldiciendo mi mala fortuna, solo asumí que todo terminaría por esa noche
Un nuevo día comenzaba, tuve que ir temprano al pueblo, me hacían falta unas lijas, algún solvente y también un poco de pintura para unas aberturas corroídas por la salitre ambiental de la cercanía al mar
A mi regreso, no pude evitar notar que ella estaba tomando sol sobre la arena, como una sirena, y aunque quería concentrarme en mi trabajo, los ojos se me iban a su lado
No podía darme el lujo de no ver ese monumento en primer plano, como desinteresado, bajé a la playa y pasé pegado a su lado, estaba boca abajo, con una less tan diminuta que me había provocado una erección, pero solo seguí hasta el agua a darme un refresco de primavera, es que yo nunca me atrevería a iniciar una conversación con ella
Ya en el agua, nadando un poco, noté que ahora ella me estaba mirando, había llamado su atención, a treves de sus gafas oscuras parecía atenta a cada movimiento que yo hacía.
Decidí regresar, tenía mucho trabajo, y al pasar por su lado ella detuvo mi andar
Disculpame… – dijo – tenés un minuto?
Si… – respondí balbuceando –
Vení, sentate a mi lado, me llamo Gabriela, y vos sos…
Darío, solo me llamo Darío
Que bonito nombre!, me gusta
Mientras tanto, tomó su bronceador y me pidió que se lo pasara por la espalda
Tenía terrible erección, y ella solo parecía disfrutar el momento, incluso cuando me dijo
La cola y las piernas también, por favor…
La cola, no podía creer que le estuviera poniendo bronceador en ese culo perfecto, y me temblaba la mano por los nervios, incluso sentí transpirarme todo por la situación, ella empezó a reírse y tiró
Ja ja ja! seguro eres virgen, ciento?
Diablos, tanto se me notaba? pero ella siguió
Me encantan los vírgenes, además, seguro tienes mucha potencia y mucha resistencia, cierto? o te gastaste todo el combustible anoche cuando me espiabas? porque te gustó ver cómo le chupaba la pija, cierto? y apuesto que te gustaría mucho…
Ella no dejaba de acosarme y yo solo tragaba saliva, la situación que se daba jamás la hubiera imaginado, Gabriela se dió vuelta de repente, soltó el sostén y liberando sus enormes tetas me invitó a seguir
Vamos, no me digas que tienes miedo?
Puse bronceador sobre sus tetas y ya no podía siquiera tragar saliva, entonces ella que siempre había tenido el juego bajo control dijo
Tengo que irme ahora, pero a la tarde, iremos a dar un paseo si quieres, así te enseño un poco todo este sitio, y tal vez, quien te dice…
Ella solo levantó sus cosas, se cubrió los pechos y se fue meneando ese gran trasero
Me quedé solo, sintiéndome un estúpido, una vez más, había sido lento? debí acompañarla? era eso o que ella insinuaba? o me lo estaba proponiendo? había dejado escapar la oportunidad de mi vida? maldición…
Pero esa tarde…
Estaba un tanto nublado, con una ventisca fuerte desde el sur que levantaba un poco la fina arena y parecía lastimarte en los tobillos, ella estaba exultante, con el cabello rubio suelto al viento, con su infaltables gafas de sol, una vestido de playa largo y suelto donde se traslucía un pequeño short y donde se adivinaban su pechos desnudos, también tenía una capelina, y ya en la playa, tomó sus sandalias en una de sus manos para caminar descalza, y yo… yo no sabía que diablos hacer
Nervioso? – preguntó –
Y mi tartamudez fue la mejor respuesta, respuesta que le arrancaría una nueva carcajada, sin embargo me animé a preguntar algo que en vedad me atemorizaba
Y tu marido? él no está hoy contigo?
Marido? – inquirió ella
Si, el de anoche, el que estaba en tu cuarto, acaso…
Ja! ja! – volvió a reírse de mi en una forma que ya empezaba a resultarme molesta – una mujer como yo no pierde tempo en compromisos formales, solo tengo amores pasajeros, si me gusta alguien, me lo cojo y ya!
Y al decirme esto, solo apretó fuerte mi mano y me miró en una forma acosadora
Empezamos a caminar, por la arena, en un camino natural que se hacía, ladeado a un lado por el mar y al otro por verde vegetación, y solo avanzamos y avanzamos, hasta que estuvimos ahora si solos en el mundo
Gabriela se detuvo e hizo que nos sentáramos a contemplar el mar, y solo dijo algo como
Te voy a enseñar lo que es una mujer…
Y solo empezó a besarme muy profundo, muy rico, y llevó mis manos bajo el vestido para me las llenara con su tetas, eran enormes, ricas al tacto, y no tardó en llevar las suyas sobre mi sexo
Gabriela no perdería tiempo, hizo que me desnudara y pareció evaluar el tamaño de lo que tenía en frente, y empezó a chupármela, muy rico, muy profundo, me gustaba mirar lo que hacía y a ella le gustaba que yo la mirara mientras la brisa golpeaba en mi rostro, me sentí un precoz, pero nunca había estado con una mujer y ella era mucho más que una mujer
Me vengo… me vengo… – fue todo lo que dije.
Gabriela se encargó de dejarme llegar en su boca, todo mi semen, y yo solo acababa y acababa, un chorro y otro, como nunca, y ella empezó a reírse por mi ‘manguera descontrolada’, pero sin dejar de disfrutar mi leche, ahora jugando con mi pija entre sus enormes tetas
Volvería a sorprenderme, y como en una lucha me recostó casi a la fuerza sobre la tibia arena, me quedé mirando al celeste cielo, y solo se acomodó en cuclillas con sus rodillas a los lados de mi cabeza, para sentarse sobre mi rostro, con su enorme concha depilada sobre mi boca, para decirme
Dale pendejo… mostrame lo que podés hacer…
Y solo sentí la asfixia, trataba, pero no sabía, era mi primera vez, y Gabriela era una vieja cazadora de novatos
Se acariciaba los pechos, aun marcados por mi semen, se tocaba los pezones y gemía mientras yo hacía mi mejor trabajo
Luego bajó sobre mi vientre, poco a poco, hasta sentarse sobre mi sexo, era mi primera vez, la primera vez que mi pija acariciaba una concha y diablos… Gabriela era una maestra, contorsionaba sus caderas y su cintura como las mismas olas del mar, arrastrando su clítoris por mi pubis, mas lento, mas rápido, me llenaba con sus tetas, con sus nalgas y solo me vine por segunda vez, ahora en su interior, ella gimió y gritó y solo siguió moviéndose, más y más, me insultaba, me decía que era un pendejo calentón y que le gustaba mi pija, que era rica, que quería mi leche, me llevaba del cielo al infierno y solo me vine por tercera vez.
Ella salió por un momento, yo estaba ya satisfecho, se recostó de lado, sobre mi pecho, sentía sus tetas pegadas a mi piel y su concha en mi pierna, llenándome de leche que chorreaba descontrolada
Empezó a hacerme caricias en el pecho, luego en el vientre, y luego en mi pija, más y más, y cuando me descuidé me la estaba chupando otra vez, me estaba matando, esa mujer no tenía paz y no dudó en decir poniéndose en cuatro
Dale, ahora que la tenés dura, me la das por el culo…
Fui tras ella, no esperaría a que lo repitiera y su dilatado y experimentado esfínter me permitiría una fácil penetración por detrás, me sentí muy a gusto, aun sin poder dar crédito a que no fuera solo un sueño, me moví tomando a iniciativa, apretando su pequeña cintura, resaltando su enorme y bronceado trasero, era perfecto, y me sentí llegar nuevamente
Se la saqué de repente y se la metí en la conchita, que estaba aún repleta de mis jugos, y con mi mirada centrada en su culito todo abierto volví a acabarle por cuarta vez
Ella se apartó, se rio nuevamente y fue corriendo a zambullirse al mar, como una sirena, la vi nadar de lado a lado completamente desnuda y me invitó a seguirla, esa mujer era una maldita droga y casi que me obligó a hacerlo nuevamente bajo las tibias aguas salitres, entre olas, bajo un cielo celeste donde el paisaje solo se cortaba por unas gaviotas que pasaban cada tanto y eran testigos involuntarias de lo que estaba sucediendo
Volvimos caminando cuando el sol ya empezaba a caer por el horizonte, estaba cansadísimo, me ardía la verga de tanto coger, y Gabriela se mostraba como un pimpollo floreciente de plena primavera.
Intenté convencerla para pasar esa noche juntos, en su departamento, o en el mío, como quisiera, pero noté que ella me miraba como una madre mira a un hijo, como tratando de poner distancias, con un ‘tal vez mañana’
Por la noche, una nueva sorpresa, porque la vería desde mi balcón, pero ella no estaba sola, sino otra vez con el tipo de la noche anterior, era una perra sádica y ninfómana, es que nunca se cansaba?
Al despertar al día siguiente, me asomé con una sonrisa al balcón, miré hacia su lado, pero los ventanales se mostraban cerrados y solo el gemido de un viento sur pegando en mi rostro cortaba la quietud del lugar, presagiando una tormenta que no tardaría en llegar
Me puse a trabajar, es que tenía que trabajar y Gabriela me había quitado el sueño, el tiempo, y lo peor, mis horas de trabajo
Era tiempo de reparar toda la instalación eléctrica de uno de los departamentos, y si bien estaba concentrado en lo que hacía, también mantenía un ojo vigilante en el departamento de Gabriela, y mientras más pasaban lo minutos sin saber de ella, más empezaba a impacientarme
Fui al garaje, tuve el presentimiento, y descubriría que el auto importado, el de los anillos, tampoco estaba, y me sentí desolado, tal vez hubiera ido al pueblo, tal vez alguna salida, al mercado, de compras, hubiera sido normal
Pasarían los minutos, las horas, los días…
Me encontré solo, perdido en la nada misma, haciendo lo que había ido a hacer, mantenimiento en los departamentos para la temporada que llegaba
Y terminados mis trabajos, cerraría esa etapa en el mar, para empezar a trabajar por mi cuenta, lejos del tío Lucas, hasta llegar a este presente, casado con hijos
Gabriela sería un antes y un después en mi vida, amor de un día, mi primer amor, alguien que fue como el viento acariciando mi rostro, alguien que jamás podré olvidar
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