Una deliciosa noche

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En esta ocasión, mi hermana tenía 28 años y yo 19 años. Era verano, y ella había salido con su novio a pasar el día en la playa. Quisieron que fuera con ellos, como otras veces, pero preferí quedarme en casa, con mis cosas.

Regresó pasadas las 12 de la noche. Mis padres ya estaban acostados y mi otra hermana también. Yo estaba en el salón viendo una peli. Cuando entró, se quitó el vestido que llevaba y se quedó con un bikini de flores que difícilmente cubría sus deliciosos pechos, pues se les salían por el generoso escote. Se metió en la ducha y cuando salió solo la cubría la toalla, mi polla se puso a 100, al ver el gran canalillo de sus pechos y casi su coño por debajo de la toalla, pues estaba desnuda. Después de cenar algo, se fue a dormir.

Cuando terminó la peli, me dirigí a mi habitación y vi que no había cerrado la puerta de la suya. La abrí un poco, y vi a mi hermana dormida. Fui al servicio y cogí unas toallitas húmedas por si tenía suerte esa noche, y vaya si la tuve.

Cuando entré, abriendo la puerta poco a poco, y me acerqué muy despacio a la cama de mi hermana mayor, me quedé de piedra. Estaba durmiendo totalmente desnuda y boca arriba, con sus firmes y deliciosos pechos con sus aureolas sonrosadas, coronadas por dos duros pezones, y un triangulo negro en su entrepierna, poco depilado, que cubría la cueva del placer. Gracias a las luces de la calle, pues tenía la ventana abierta, pude deleitarme con su cuerpo desnudo.

Me agaché atreviéndome a acariciar sus pechos, jugando con mis dedos en sus pezones. Acerqué mi boca y comencé a besarlos, jugar con mi lengua alrededor de ellos, siguiendo la circunferencia de sus aureolas, chuparlos y mamar de sus tetas deliciosas. Poco a poco bajé por su vientre, lamiendo con mi lengua, hasta llegar a su coño. Separé con mis dedos los labios mayores y comencé a pasar mi lengua por toda la rajita de su coño.

Sabía un poco saladito, pero delicioso, y más cuando llegué al botoncito del placer. En ese momento, mi hermana soltó un gemidito y me quedé quieto, pensando que se despertaría. No fue así, y seguí lamiendo su coño, mientras metía un par de dedos. Al ver que no reaccionaba, me bajé mis bóxer y colocándome encima de ella, apunté con mi polla a su coño. Entre que estaba lubricado por mi lamida y un poco abierto por mis dedos, no me fue difícil meterle mi polla casi hasta la mitad, comenzando un suave mete y saca. Casi me corro al sentir el calorcito del interior de su coño en mi polla. Después de unos minutos bombeando dentro del coño de mi hermana, sentí que me iba a correr, y sacándola, solté un gran chorro de lefa que le llenó los pelillos del coño y el vientre. La limpié y me quedé un rato observando su deliciosa desnudez y pensando en como me había follado a mi hermana.

Mientras la miraba, cambió de postura, colocándose de lado, cara a la pared, con su hermoso culo en pompa hacia el filo de la cama. Alargué la mano y comencé un suave masaje de sus nalgas, besándolas y separándolas, haciéndole un beso negro. Mi polla se puso de nuevo dura, después de la corrida, y se la rocé entre las nalgas, haciéndome una cubana con ellas, volviendo a soltar mi lefa, aunque menos, en la raja de su culo. La limpié, y me fui al servicio por más toallitas. Volví a su cuarto y seguía de la misma postura. Como su culo casi sobresalía de la cama, la coloqué de manera que su coño quedara a la vista y poco a poco volví a penetrarlo, esta vez no llegué a correrme. Después de un rato, la saqué y me fui a dormir, no sin antes darle un beso en las nalgas, jugar con sus pezones y meter un dedo en su coño, el cual me llevé a la boca para chuparlo y sentir su sabor.

A la mañana siguiente, cuando nos levantamos, todo transcurrió como si no hubiese pasado nada.

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Sevilla1972
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