Como recuperé el trabajo de mi esposo
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A veces hay que hacer sacrificios por las personas que uno ama y más aún si cuando lo ayudas también recuperas la estabilidad económica del hogar y de algo tenía que servir toda mi experiencia en seducción.
Hola me llamo Jessica, tengo 34 años. Llevo 7 años de casada con mi esposo Julián de 42 años.
Nos casamos muy enamorados y creo que aún lo estamos (creo). Mi esposo es oficinista, lleva 16 años trabajando para una empresa de seguros en el centro de la ciudad. Yo por mi parte tan solo terminé el colegio y luego me la pasé de joda y fiesta desde mis 18 hasta los 26 cuando conocí a Julián en una reunión que hizo una amiga que trabaja en la misma empresa, ella me presentó a Julián. La verdad Julián nunca se ha destacado por ser guapo, de hecho es un tipo bastante normalito físicamente 1.70 de estatura, no es atlético, ya le hace falta pelo en la corona de la cabeza y es algo gordito. Aún así me enamoré de el, de su plática interesante, de su buen humor y demás aptitudes. Además de eso, no es mal polvo, siempre logra complacerme en el sexo a pesar de que su pene es de un tamaño entre normal y pequeño (13.2 cm) sin embargo nunca se viene antes que yo ya me haya corrido al menos 2 veces, es un amor.
Nos casamos un año después de conocernos, el nunca conoció mi pasado promiscuo y fiestero pues estoy segura de que si hubiera sabido de eso jamás se hubiera casado conmigo.
Su trabajo paga muy bien y a sido suficiente para mantenernos y eso es excelente para mí ya que siempre fui una holgazana a mucha honra y el me trata como a reina estando de acuerdo en que yo no trabaje y siempre me complace comprándome cosas, les repito, es un amor.
Hace un año y medio Julián tuvo un serio problema en su empresa cuando falló en un negocio muy pero muy importante que le hizo perder a la empresa varios cientos de dólares y su jefe estaba muy enojado, casi histérico. Después de varias reuniones con el, decidió despedirlo sin más, exigiéndole que jamás intenté poner un pie en esa empresa a suplicar que le devuelvan su empleo pues ya no querían saber de él por su inoperancia.
Julián llegó aquel día de la última reunión muy triste, al borde del llanto y me contó todo. Yo me asusté y lo primero en lo que pensé fue en que tendría que renunciar al cómodo estilo de vida al que Julián me acostumbró, eso no podía ser. Julián me prometió conseguir otro empleo en poco tiempo y lo cumplió, solamente que este nuevo trabajo era en una constructora de operador de carga y pagaba muy poco en comparación a su trabajo en la compañía de seguros. Si bien nuestra economía estaba estable, ya no alcanzaba para mis caprichos, mi ropa, zapatos, viajes, etc.. Julián me dijo que yo como buena esposa debía entender que las cosas ya no serían tan lujosas como antes pero que siempre estaría junto a mi y siempre vería por mis necesidades.
Luego de 3 meses de “taparse hasta donde da la sábana” yo ya estaba cansada y hostigada. Quería mi antiguo estilo de vida, mis lujos, mis viajes. No tenía un vestido ni un par de zapatos nuevos desde hace 4 meses y se lo hice saber a Julián. El me dijo que no podía hacer más en ese momento pero que si lo esperaba un poco más de seguro que recuperaríamos nuestro estilo de vida con lujos y yo acepté, aunque en el fondo estaba furiosa.
Me puse a pensar mucho y supe que no podía esperar a que Julián logre recuperar nuestro nivel de vida solamente trabajando de operador de maquinaria, así que tomé una decisión. Yo misma recuperaría el antiguo trabajo de mi esposo.
Un día lunes en la mañana luego de que Julián se fue a su trabajo, fui a mi guardarropa, saqué la ropa más sexy y provocadora que tenía, una blusa roja de malla transparente, una minifalda de cuero negra, un par de tacones de charol negros muy brillantes. De bajo me puse ropa interior roja, el brazier se podia ver a través de la blusa de malla y bajó la falta me puse un hilo dental rojo muy sexy. Me maquillé con mucho rubor en las mejillas y con el labial rojo más fuerte y salí rumbo a la compañía de seguros.
No me fue difícil llegar hasta donde el jefe de Julián, me bastó con coquetearle un poco al guardia de la puerta principal y al del piso de arriba donde quedaba la oficina para que me dejen pasar. Cuando entré a la oficina, el jefe de Julián se puso de pie y sorprendido tanto por mi entrada repentina como por mi apariencia me dijo casi tartamudeando. “Eh… Eh… ¿En que puedo ayudarla señorita?”. Puse mis manos en su escritorio y con voz suave y sensual le dije “puede ayudarme en mucho si desea” Me senté de lado en la silla y crucé mi pierna mientras el tipo no podía quitar su mirada de mis muslos y embobado volvió a preguntar “Pero dígame ¿En que la ayudo?”. Yo le sonreí bien coqueta y le pregunté si conocía a Julián a lo que empezamos una conversación.
- Yo: ¿Conoce a Julián H.?
- El: Claro, fue empleado de esta empresa.
- Yo: Bien pues verá. Mi nombre es Jessica.
- El: Ah… Usted es la esposa del señor H. entonces.
- Yo: Exacto y he venido a pedirle que por favor le devuelva su empleo.
- El: Señora lo siento pero el cometió un error muy grave y no puedo recontratarlo.
- Yo: Ande no sea malo, el necesita el empleo y yo estoy dispuesta a hacer lo que sea para que usted sea complacido.
- El: ¿Que esta insinuado señora? No estoy dispuesto a ser sobornado.
- Yo: Para nada. No se trata de dinero, sinó de algo mucho mejor.
- El: No creo pero dígame, ¿A que se refiere?
Me levanté de la silla, caminé al rededor de su escritorio haciendo sonar mis tacones en cada paso, agarré al tipo de al corbata con delicadeza y lo hice ponerse de pie. “Deje que lo complazca jefe” le susurré la oído y pude sentir como el tipo se estremecía. Lo tenía en mis manos y ahora su voluntad era mía.
Empecé a besarlo muy suave en sus labios y el no puso resistencia así que mientras lo besaba fui abriendo su saco y su camisa y acaricié con mis manos su torso, luego bajé a su cuello donde entre besos y leves mordidas se entregó al deseo. Bajé besando su pecho, abdomen hasta llegar a sus pantalones, desabroché su cinturón y sus pantalones cayeron al piso.
Me sorprendí un poco al ver que su pija era más grande que la de mi esposo, unos 18 cm aproximadamente. Estaba muy dura, seguramente la tenía así de dura desde que me vio entrar por la puerta. Empecé a chupársela haciendo gala de toda mi experiencia de zorra pasando mi lengua al rededor de su glande, bajando y subiendo por su tronco, chupando sus bolas dejando un hilo de saliva entre su verga y mi lengua, el tipo estaba maravillado con lo que estaba viviendo.
Me levanté la falda dejando ver mi hilo rojo y me recosté boca abajo en su escritorio, con mi tacón estiré el hilo mientras el se acariciaba la verga viéndome. Me dijo “Que puta eres, Julián debe ser un hombre muy feliz” le contesté “ahora no pensemos en Julián, ven y disfruta de esto” el tipo me hizo el hilo a un lado y me empezó a devorar a mamadas la concha. Lo que originalmente era un sacrificio para que Julián recupere su trabajo se había convertido en un completo gusto. El tipo me chupaba el clítoris, me mordía los labios vaginales, me masturbaba metiéndome los dedos. “¿Te gusta perra?” Me preguntó, le respondí “me encanta jefe, me encanta” y me dijo “Voy a ser tu jefe, tu macho el día de hoy”.
Sacó sus dedos y me clavó su pija la cual entró muy fácil gracias a lo mojada que yo estaba empezó a darme duro y sin compasión, en cada embestida yo gemía fuerte y el me tapaba la boca, me volteó y me acostó boca arriba en el escritorio, me volvió a empujar su verga dura a la cual hasta le pude sentir sus venas brotadas, mientras me penetraba con fuerza me lamía las tetas y me mordía los pezones, luego me miró a los ojos y me preguntó:
- “¿Quien es tu jefe?”
- “Tu papasito” le respondí
- “¿Y tu que eres?” Me preguntó el.
- “Tu zorra, tu puta, tu esclava mi amor” le dije.
De pronto sentí su semen caliente en mi concha y solamente sentirlo hizo que yo también me corriera como loca, acabamos juntos.
El se reincorporó, se puso los pantalones sonriendo mientras que mis piernas aún temblaban por la intensidad del orgasmo. Me pare y le pregunté “¿Entonces Julián podrá volver a su trabajo?” Y el mientras ajustaba de nuevo su corbata me dijo “Claro… Lo llamaré para darle la noticia de su reincorporación a la empresa pero…” “¿Pero que?” pregunté yo. “Solamente si esto se vuelve a repetir de ahora en adelante… Y guardamos el secreto”. Sonriendo acepté la propuesta y le dije que también lo había disfrutado mucho.
Me acomodé el hilo, bajé mi falda y me fui caminando despacio hasta la puerta del despacho. Al llegar a la puerta la abrí, me volteé para mirarlo y le guiñé el ojo.
Por la noche mientras cenábamos con Julián en casa me contó que su jefe lo había llamado para recontratarlo y que incluso le aumentaría el salario, yo lo felicité mientras en mi mente recordaba el tremendo polvo que tuve con su jefe para que lo recontratara.
Todo sea por el amor de mi vida.
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