La Hermana Vanessa
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Una tarde inolvidable donde pude desfogar todo mi deseo y mi perversión. Y todo de la mano de la persona de quién menos me lo hubiera imaginado.
Mi nombre es Bruno y tengo 32 años. Siempre fui un infradotado sexual, con una verga pequeña de 12cm y delgada, sin embargo en vez de darme vergüenza, eso me excitaba. El saber que la tenía chiquita e imaginar que las mujeres se burlaran de mi era algo que lejos de molestarme lo deseaba. A pesar de ser un PCF (pito corto y flaco) pude conseguir varias novias aunque lo que las terminaba ahuyentando de mi, lejos de ser mi verga pequeña, era más bien mis hábitos depravados.
Esther fue la primera, estuve apenas 3 meses con ella, teníamos sexo regularmente hasta que un día mientras lo hacíamos se me ocurrió la genial idea de preguntarle si se dejaría coger de otro delante mío. Ella nunca respondió, pero al otro día desapareció y nunca volví a saber de ella.
Mariana fue la siguiente, la conocí una noche de antro, nos gustamos y empezamos a salir. Esta vez duró menos la relación, apenas 2 meses, me dejó cuando le propuse ver pornografía sucia sobre cornudos y humillaciones no sin antes decirme que era un asqueroso y moriría solo.
Lidia fue la última, con ella llegué a durar 6 meses y parecía que todo iba bien, cedió a varias de mis peticiones que no eran muy intensas, por eso duramos ese tiempo. Sentí que ella si aceptaría mis gustos sucios así que compre un consolador de goma y una noche mientras teníamos sexo le mostré el consolador y le pedí que me lo metiera en el culo y me insulte. Ella me insultó pero no me metió nada, más bien esa misma noche tomó sus cosas y se fue para siempre.
Durante todo ese tiempo consumí muchísimo porno de cornudos, fetichismo, bondage y también leía muchos relatos sucios y todo lo guardé en mi computador. Todo eso hizo crecer aún más mi perversión pero al parecer nunca conocería a alguien que compartiera ese gusto. Empecé a pensar que era hora de cambiar, de madurar, de ser un hombre de verdad, de sentar cabeza en serio y abandonar esos pensamientos y gustos que la sociedad rechazaba. Pensé en buscar la religión.
Empecé a ir a una iglesia pentecostal que quedaba cerca de mi casa, entré y rápidamente todos me recibieron de manera muy amable, era un grupo de personas muy amistosas, no llevaba ni un día ahí y ya me decían hermano. Cada vez fui con más frecuencia a esa iglesia y al ver como se portaban conmigo y me hacían sentir bien decidí pertenecer a la misma y ser un miembro frecuente de la comunidad.
Aún era un poco difícil para mí dejar mis gustos pero luchaba por mejorar empecé a frecuentar más a los hermanos de la comunidad para pasar el tiempo con ellos y no pensar en mis perversiones, ahí conocí a Vanessa una hermana más del grupo. Vanessa era muy hermosa tenía el cabello y los ojos negros pero brillantes, un rostro angelical, estaba vestida como toda mujer perteneciente a esa religión, una blusa de botones ancha de color verde abotonada hasta el cuello, una falda café larga hasta los tobillos y zapatos planos color negro, su cabello estaba cogido en forma de cola de caballo y no usaba ningún tipo de accesorio de belleza como cadenas o aretes.
Su postura encorvada la hacía ver tímida mientras sostenía una biblia hacia su pecho. Vanessa no era de muchas palabras pero poco a poco me fui ganando su confianza y nos hicimos amigos. Empezamos a vernos con más frecuencia en lugares que no fueran la iglesia, yo la invitaba a desayunar a cafeterías o a veces a almorzar, siempre hablábamos de cosas de la religión más que otra cosa, ella parecía muy metida en eso de lo espiritual y yo quería salir de mis perversiones. Con el paso de las semanas yo me volvía cada vez más religioso y al parecer ella lo notaba así que decidí aventarme. Le propuse ser novios y ella aceptó.
Varios hermanos se sorprendieron de que Vanessa me haya aceptado, uno de ellos me conversó que varios hermanos de la comunidad inclusive uno muy apuesto llamado Wilson habían intentado tener una relación con ella y no habían podido convencerla. Vanessa a pesar de que se vestía de manera demasiado recatada se le podía notar ligeramente que tenía un cuerpo muy atractivo, aunque se pusiera esas blusas anchas abotonadas hasta el cuello se podía notar que tenía unas tetas firmes y a pesar de que utilizaba una falda ancha hasta el tobillo, su culo se podía notar bien formadito y grande si se miraba con atención. No le di importancia al asunto del que me hablaron pues yo estaba feliz de que ella me aceptara.
Luego de varias citas en restaurantes y cafeterías le propuse venir a cenar a mi casa, ella aceptó. Yo me sentí muy feliz, pactamos la cita para el viernes.
Llegado el día yo me desperté temprano para arreglar, limpiar y acomodar mi casa que estaba hecha un desorden completo, tiré el consolador de goma y dejé cada rincón de la casa brillante para luego hacer la cena. Al rededor de las 17H00 tocaron el timbre, abrí y era Vanessa pero algo distinto había en ella esta vez. Ella venía vestida con el mismo tipo de ropa de siempre sin embargo esta vez se había maquillado, llevaba los ojos delineados y con sombra en sus párpados, sus labios pintados de rojo intenso aretes grandes de argolla y ya no traía el cabello atado con una cola, sinó que se había hecho ondas y lo traía suelto.
Me saludó con un beso en la mejilla y luego de observarla bien la hice pasar. Otra cosa que me extrañó es que en vez de llevar su biblia, había traído un bolso grande, le pregunté que traía ahí y me respondió que eran unas donaciones para los niños de la comunidad. Le dije que me dejara ver y reaccionó con un rotundo y fuerte NO mientras agarraba el bolso, luego sonrió y bajó el tono y dijo que luego me mostraría.
Como mi casa estaba totalmente limpia y presentable la llevé a que la conociera toda, llegamos a mi habitación y nos sentamos en la cama un rato a conversar, no duró mucho pues ella después dijo: “no es correcto que estemos solos en tu habitación, no estamos casados” yo sonreí y le dije que no le iba a hacer nada, luego me puse de pie y fuí a ver si ya estaba lista la cena para servirla. Mientras estaba en la cocina escuché un “bip” que provenía de mi habitación, pero no le puse atención.
Demoré más de un minuto en reaccionar y darme cuenta de que ese bip es el sonido que hace mi computador cuando enciende, se me fue la sangre a los pies y salí corriendo a ver qué pasaba pero ya era tarde. Vanessa estaba viendo toda la cochinada que tenía en el computador, los cientos de videos de pornografía de la más sucia, la tonelada de relatos sexuales que leía yo, entre otras cosas vergonzosas. De pronto ella se volteó para mirarme con una expresión de entre sorpresa y miedo con su mano tapando su boca, yo solamente suspiré derrotado intentando no mirarla a la cara por la vergüenza. Ella me preguntó: “¿todo esto es tuyo?” Yo no podía ni hablar bien solamente tartamudeaba diciendo “es que… es que…” Vanessa me preguntó “¿Quien eres… Qué clase de hombre eres?” con una expresión de repulsión, la misma que mis ex novias ponían cuando se enteraban de mis gustos.
Ella se puso de pié y camino despacio hacia el marco de la puerta de la habitación sin darme la espalda mientras repetía “¿Quien eres… Qué eres?” Al fin agarré valor para ser sincero y le conté sobre mis gustos, mis perversiones y como era mi vida antes de entrar a la religión, le dije que desde que soy parte de la comunidad he dejado de consumir y de pensar en esas cosas y que gracias a ella también, lo estaba logrando.
De pronto la expresión de Vanessa cambió rotundamente, me miró de forma lujuriosa y mientras subía una de sus cejas me dijo “pues que pena… porque yo tengo planeado algo muy divertido para nosotros”. Yo me quedé con cara de incredulidad, ella se fue alejando del marco de la puerta rodeando mi persona y dejándome a mi en el marco y de repente me dió un empujón sacándome de la habitación y cerrando la puerta. Yo caí al piso y cuando me reincorporé empecé a tocar la puerta y a llamarla pero ella no respondía, solo se escuchaba como si estuviera moviendo o colocando cosas.
Después de unos 5 minutos Vanessa quitó el seguro de la puerta y me dijo que ya podía entrar, abrí la puerta y ella estaba parada frente a mi vestida con una croc top de cuero, guantes, minifalda, medias de malla, botas y encima una chamarra, todo de cuero negro. Sin decir una sola palabra me llamó con su dedo índice para que me acerque, acercó su boca a mí oreja y dijo: “¿Así que eres un cerdo sucio y muy depravado eh?… Ahora verás lo que es perversión, serás mi esclavo, mi perra” empezó a desabrochar mi camisa mientras besaba y lamía mi cuello, acariciaba mi pecho hasta que de pronto empezó a pellizcar y torcer mis pezones, yo empecé a emitir gemidos de dolor mezclado con placer, ella me decía “uhh como te encanta que te jale los pezones ¿verdad cerdo? Eres un tipo muy desagradable” desabrochó mi pantalón y este cayó a mis pies junto con mis calzoncillos.
Vanessa miró mi diminuta y miserable verga y soltó una carcajada mientras la abofeteaba diciendo “¿Que es esto? Jajajaja… Que vergüenza, eres un perdedor por donde se te mire, con eso no podrías complacer a ninguna mujer, das lástima puto” empezó a estirar mi pija y apretar mis huevos mientras seguía riéndose. Luego me jaló de la pinga y me aventó en la cama gritandome “BOCA ABAJO MARICÓN, ACUÉSTATE BOCA ABAJO!” agarró dos esposas y me esposo cada mano en un tubo de la cabecera de la cama.
Volvió a gritarme “RECOJE LAS PIERNAS Y PARA EL CULO!” yo me negué y entonces ella agarró del velador donde había puesto sus accesorios de bondage (los que traía en el bolso) un látigo de cuero y me azotó en las nalgas con fuerza gritándome otra vez “PARA EL CULO HIJO DE PUTA!” yo disfrutaba los azotes, el dolor me generaba muchísimo placer, los insultos a través de una voz femenina me ponían a mil. Finalmente obedecí la orden y paré mi culo, entonces ella saco de dentro de su chamarra el consolador que yo había tirado, seguramente lo vió en bote que está en mi habitación donde lo eché, le untó liquido lubricante y me lo fue empujando despacito en mi ano. Me dolía, gemía, pero al mismo tiempo me gustaba, Vanessa decía: “ah como te gusta que te penetren ¿verdad basura? Ya veo que eres una completa zorra y te voy a dejar el culo bien abierto por puta” Vanessa me penetró varias veces y mi polla se ponía aún más dura. Dijo: “mira como se te pone dura la verga, disfrutas que te abran el culo, que patético eres” agarró mis huevos y los empezó a apretar mientras me seguía penetrando con el consolador.
Saco de mi culo el artefacto y me dijo: “volteate boca arriba, es hora de darte de comer” obedecí y ella se paro en la cama y abrió la piernas encima de mi cara, se quitó la braga de cuero que llevaba bajo la falda y me la restregó por la cara, el olor de su vagina mezclado con el olor del cuero era super excitante. “Te encanta oler la concha de tu dueña ¿verdad putito?… Pues ahora me la vas a comer” se arrodilló en mi cara poniéndome toda su concha encima, se la lamí salvajemente, ella se movía de atrás para adelante haciendo que mi cara llegue tanto a su clitoris como hasta su ano, por momentos sentía que me ahogaba pero lo estaba disfrutando muchísimo, ella me agarraba del pelo y presionaba hacia abajo para sentir mi lengua dentro de su vagina hasta que se corrió en mi cara soltando squirt, casi me ahoga. Parecía que eso era todo, yo sonreí pero ella entonces dijo “esto no se ha terminado perra, se viene lo mejor”. De pronto sonó el timbre y ella fue a abrir, yo me quedé ahí tendido y esposado en la cama sin saber que pasaba. Entro por la puerta nada más y nada menos que Wilson, el tipo que no había podido supuestamente conquistar a Vanessa.
A diferencia de su vestimenta común (camisas y pantalones serios) usaba unos jeans, botas rockeras, una chaqueta de cuero sin mangas, sin camiseta por debajo, unas gafas de sol y en su boca mordía un mondadientes. Ambos entraron y Vanessa le dijo “mira a nuestra perra” Wilson empezó a reírse mientras Vanesa le acariciaba el pecho. Sin sacarle la chaqueta, Vanessa desabrochó el pantalón de Wilson y lo dejó caer a sus pies, el no llevaba ropa interior así que su enorme verga se asomó inmediatamente.
Vanessa me miró mientras agarraba la pija de Wilson y dijo: “Mira puto, esto es verga, no la miseria que tienes entre las piernas que a duras penas compite con mi clitoris” acercó a Wilson hacia mi y empezó a restregar la verga de él en mi cara repitiendo “esto es verga, ESTO ES VERGA, puto” Vanessa empezó a chuparle la pija mientras me miraba, intentaba metérsela toda pero no le entraba en la boca. Wilson me decía “¿te gusta lo que ves puto.. Se te antoja esta pija?” Vanessa se trepó encima mío dejando su concha al nivel de mi cara y Wilson se puso detrás de ella y empezó a meterle su tranca de una manera salvaje, yo en mi posición podía observar como la concha de Vanessa se dilataba muchísimo con la pija de Wilson, incrementaron la velocidad de las embestidas y Vanessa recostó su cara en mi estómago y con sus manos empezó a estirar y golpear mi verga.
Ella se volvió a correr empapando mi cara otra vez con su squirt, sus piernas temblaban. Wilson la agarró de la cintura con su mano izquierda mientras que con la derecha metía sus dedos en su boca estirándola y manipulándola, Vanessa cambió de posición poniéndose boca arriba con su espalda en mi pecho y poniendo las piernas en los hombros de Wilson que volvió a penetrarla de manera salvaje, Vanessa juntaba su mejilla con la mía y me susurraba “Mira pedazo de maricón como un hombre de verdad, musculoso y vergon me dilata la concha” se corrió por tercera vez y luego Wilson se bajó. Vanessa se quedó echada encima mío y dijo: “ahora te toca a ti sentir esa verga deliciosa” agarró mis piernas y las abrió, yo no podía defenderme.
Wilson se acercó sobándose su verga lista para penetrarme. Me la metió despacio hasta que entró toda, yo empecé a gritar y Vanessa dijo “no seas flojo maricón” Wilson empezó a bombearme el culo durante un buen rato hasta que sentí que algo caliente invadía mi recto. Wilson había eyaculado en mi culo la sacó y se fue al baño.
Vanessa me soltó las esposas y me dijo: “bueno, creo que después de todo esto mereces un premio… Córrete encima de mis botas de cuero” me arrodille frente a ella y luego de lamer sus botas desde arriba hasta la zuela y el tacón empecé a hacerme una paja frente a ellas, lancé un chorro enorme de leche en sus botas y luego me desmoroné en el piso. Un éxtasis completo.
Luego de limpiarnos y vestirnos los acompañé a la puerta y Wilson le dijo a Vanessa “parece que al fin conseguimos a nuestro cornudo” yo sonreí muy feliz me despedí de mano con Wilson y Vanessa me dio un beso con lengua en la boca mientras me apretaba la verga a través del pantalón.
Despues esa inolvidable tarde, quedamos de acuerdo en hacer esto siempre que pudiéramos y sin que nadie se entere, ante la gente siempre seríamos hermanos de la comunidad y ella siempre sería LA HERMANA VANESSA. 🙏😇