Puerto Madero

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No había sido fácil para mi ganarme un lugar en Capital Federal viniendo desde el interior, todo era enorme, y la pobreza de mi tierra natal donde solo eran personas humildes de manos rasgadas de tanto trabajar la tierra, se contraponía con la jungla de cemento, donde poderosos en coches importados convivían con pendencieros que se escondían en las llamadas ‘villa miseria’.

En la facultad me bautizarían como ‘carpincho’, por mis duros cabellos que parecían alambres y eran difíciles de acomodar, me costó la carrera, pero a los veintiocho años pude llamar a mis padres y decirles que al final tenían a un doctor en la familia.

Recuerdo que vinieron a visitarme con gran sacrificio, hacía un par de años que no los veía, hicimos una pequeña celebración familiar, incluso vino mi hermana con Gervasio, un amigo mío de la infancia que ahora era mi cuñado, y no solo eso, conocería a Marisa, mi pequeña sobrina que tenía apenas meses, pero que sin dudas temía buenos pulmones, porque su llanto hacía doler los oídos!.

Hice las residencias de rigor y postulé en varios sitios donde la paga era buena, pero no tuve mucha suerte, no bajé los brazos, seguí estudiando para especializarme en pediatría, motivado por el amor que me había despertado mi pequeña sobrina y en paralelo conseguí un empleo provisorio en una empresa de emergencias médicas, de visitas a domicilios y sin que alguna vez lo hubiera imaginado, me encontré cubriendo turnos rotativos arriba de una ambulancia.

Cinco años después estaba cerca de terminar todos mis estudios y había vivido parte de mi vida arriba de un móvil entre velocidad y sirenas, y puedo decir que más de una vez le vi el rostro a la muerte y me tocó jugar pulseadas con ella, y en verdad, a veces se gana, a veces se pierde

Pero no todas eran emergencias, la mayoría de las veces eran solo visitas domiciliarias por problemas menores, rutinas, dolores de panza, fiebre, dolores de cabeza, algún golpe, cosas que sanaban solo con la buena palabra del doctor.

Esa tarde parecía ser una tarde como cualquiera, nos tocó atender un llamado de rutina en Puerto Madero, la zona más top de Capital Federal. Marcos, mi compañero de turno quien oficiaba de enfermero y conductor al mismo tiempo, se quedó a la espera en el coche, él solo intervenía conmigo en casos de urgencia.

Un edificio muy lujoso, de esos con palier encerado donde tus zapatos chirrean al pasar, con un sector de ingreso con vigilancia y cámaras donde hay que registrarse previamente, dejé mis datos, la señorita Maira Villafañe me esperaba en el octavo C. Las puertas del ascensor se abrieron en el piso ocho, había olor a lujo, si el lujo puede olerse y la ostentación de estar inmerso con la clase más pudiente del país también, cosas que de inmediato me llevaba a comparar con la pobreza de mis orígenes, donde muchas veces no tenía casi ni para comer

Golpee discretamente con los nudillos de mi mano y se escuchó desde dentro

Si? quien es?

Del servicio de emergencias médicas señorita – respondí a media voz –

Adelante, está abierto – recibí como respuesta –

Pasé y cerré la puerta tras mis pasos, volví a escuchar

Acá doctor, al fondo, a la derecha

Caminé en dirección hasta llegar el dormitorio, una cama enorme me esperaba y a un lado, cubierta hasta el cuello, una jovencita de tez negra, fuera de lo común por estos lados, con rostro demacrado me esperaba.

La saludé con cortesía, tratándola de ‘usted’ a pesar que le daba no más de veinte años, mientras observaba un balde plástico al lado de la cama, síntoma inequívoco de vómitos.

Le pregunté que le pasaba y era una típica descompostura pasajera, tenía apenas una febrícula, le hice las preguntas de rigor, le pedí de ocultarle el pecho y la espalda, ella entonces bajó a la cintura el acolchado, tenía una remera un tanto gastada, pero marcaba por debajo unas tetas enormes, y no solo eran enormes, sino que perfectamente proporcionadas, fui discreto, haciendo mi labor por sobre la tela pero sentí un nerviosismo que no era admisible para un profesional que había hecho el juramento hipocrático

Bajé por su vientre, estaba inflamada, sus intestinos, palpé con suavidad

Molesta por acá? dígame si le duele – pregunté mientras hincaba suavemente mis dedos

Ahí no, ahí un poco, a ver, donde me tocaste antes…

Eso me calentaba, yo mantenía distancia, pero ella me tuteaba

Llegué un poco más bajo, donde tenía un short tipo pijama y di por concluido el examen

Bueno, – dije – es una descompostura general, algo pasajero, hay que hacer dieta, y no mucho más, en un par de días estará mejor, si desea puedo aplicarle un inyectable, con algún calmante para sacar ese estado nauseoso

Si, si, mejor – respondió –

Busqué una jeringa descartable y una de las ampollas, algodón y alcohol mientras le dije: Podría girar y bajarse un poquito el short y la ropa interior.

La joven lo hizo, su trasero era enorme y perfecto, se bajó el short a media nalga y entonces vi una less hilo dental en rojo fuego, apenas tres tiras unidas por un corazoncito brillante, me quedé con cara de tonto, con una erección incipiente y no pude evitar decir.

Con el short es suficiente, no hace falta que se baje la ropa interior, cual sería la diferencia, cierto?

Ella se carcajeó y dijo: No seas malo, que no puedo reírme, me duele todo.

Le apliqué el inyectable tratando de no ver lo perfecto de ese culo bronceado, con un triangulito diminuto en color más claro, que, a pesar de su tez oscura, dejaba notar de todas maneras la diferencia entre un lado y el otro, y solo corrí mi vista para cortar con esa situación.

Ella volvió a acomodarse en la cama, empecé a pedirle los datos para completar la planilla de asistencia, me sorprendería con su número de documento, muy cercano al mío, por lo que no tenía veinte como había mal calculado, sino que debería haber andado ya por los treinta.

Le pedí que me firmara y le dije: Son doscientos pesos de coseguro

¿Doscientos pesos? – reclamó sorprendida –

Si señora, disculpe, – respondí un tanto antipático – es que yo vendo mi tiempo y tengo que comer…

De mala gana me dio el importe y le dije que cualquier inconveniente volviera a llamar.

Pasaron algunos días y solo me había olvidado de ella, esa chica era perfecta y jamás se fijaría en un medicucho del interior. El sábado era mi día libre y como cada sábado salí a correr un poco, solo que fui muy cerca de donde ella vivía, una tontera de un hombre que se había quedado pasmado con tanta belleza del sexo opuesto.

Y el destino haría que nos cruzáramos al azar, que decir, ella estaba corriendo también, con unas calzas negras y un top crema, le resaltaban las tetas, la cintura, la cadera, las piernas, el culo, todo, y aunque yo me perdiera en sus ojos, esa terrible negra resaltaba del común de los mortales.

Ella me reconoció, y me saludó como si nos conociéramos de toda la vida, le dije que me llamaba Ramiro, aunque todos me llamaban ‘carpincho’, fui tan estúpido que eso fue lo que dije, ella se empezó a reír y hablamos sobre su salud, y palabra va, palabra viene, terminamos sentados en un barcito bebiendo unas gaseosas.

Había pasado más de una hora, cuando ella me dijo: Bueno, tengo que irme, por, cierto, me debes dos mil pesos.

Yo me quedé con cara de no entender

Como? no comprendo…

Claro amor, soy prostituta, como crees que una negra como yo puede pagar este piso en Puerto Madero?

Seguía sin entender, y por cierto no tenía ese dinero encima, muy seria de rostro dijo: Es que yo vendo mi tiempo y tengo que comer…

Sentí que la transpiración corría por mi frente, entonces se largó a reír y dijo tomándome la mano

No! tonto, te la creíste? dale, nos vemos un día de estos…

Y así empezaron encuentros casuales, salidas, paseos, y todo era como haberme ganado la lotería, yo era un feo con mayúsculas y estaba con una reina de la belleza, en Buenos Aires había muchas rubias hermosas, muchas morenas hermosas, hasta pelirrojas hermosas, pero negra, negra, negra, ninguna, ninguna como ella. Le había contado cada detalle de mi vida y ella sobre su familia, amigos, pero cuando salía el tema laboral, siempre me decía que era prostituta, y siempre terminábamos riendo

Un día se iba a dar, me invitó a subir, al departamento, y yo me sentía que me había sacado el premio mayor de la lotería, me pidió unos minutos para ponerse cómoda, Maira apareció instantes después con una less de infarto, un body amplio y transparente que le marcaban esas hermosas tetas desnudas y unos pezones puntiagudos que incitaban al pecado, se había recogido los cabellos y estaba sobre unas plataformas con tacos de dimensiones infinitas

Te gusto papi?, apuesto que nunca tuviste una muñequita de chocolate – sentenció mientras en forma tonta y provocativa jugaba con su dedo meñique entre sus labios

Fui a la carga, y en forma atolondrada la hice caer sobre uno de los sillones y rodamos al suelo

Tranquilo! me vas a romper toda! – dijo siempre con doble sentido –

Eso es lo que quiero! – respondí – romperte toda!

Ella escapó de mi lado yendo por delante al dormitorio dijo

Venga doctor! creo que necesito otra vacuna!

En segundos estábamos sobre la cama, la besé con locura mientras mis dedos acariciaban a través de la tela del body, la enormidad de sus pechos y el filo de sus pezones, sus labios sabían a prohibido y ella poco a poco me fue quitando las prendas, sentí un poco de vergüenza porque yo solo era un hombre común y ella era solo perfecta, inalcanzable, y me sentí la persona más afortunada del mundo.

Tomé la less hilo dental entre mis dedos, casualidad o no era la misma con la que aquel día la había conocido, la tiré un poco, lo suficiente para hacerla estremecer, ella me besaba y al mismo tiempo me acariciaba las bolas muy suavemente, evitando tocar mi verga que estaba dura como un palo

Me gustas mucho, – le dije – en verdad sos perfecta!

Ella solo se sonrió, entonces besó mis labios, mi cuello, mi pecho, pasó por mis tetillas, fue por mi vientre, mi ombligo, luego por mi pubis, entonces tomó mi sexo entre sus dedos, lo levantó, me miró y se lo metió en la boca, profundo, más profundo hasta que sus labios hicieron tope después de engullirlo por completo, era muy buena sin dudas, y se metía toda mi carne hasta el fondo sin el menor resquemor
Sentí que si la dejaba continuar solo me acabaría en su boca, es que era muy rico y ella sabía atacar cada punto sensible de mi ser.

La tomé por los brazos y la traje nuevamente conmigo para besarla en la boca y sentir su sabor a mí, ella entonces solo se sentó sobre mi rostro haciendo a un lado la tanga y dejando en mis labios el sabor de su femenino, con su conchita rosada tirando a rojo, completamente lampiña, metí las manos por debajo del body y mientras jugaba en su sexo, acariciaba con locura sus preciosos pechos, ella gemía, se contorsionaba, y ahora era yo quien la tenía contra las cuerdas

Reculó un poco

Quiero tu pija – sentenció –

Se acomodó y tomando mi sexo entre sus dedos se la metió toda dentro de la concha
Empezó a moverse como poseída, su mano derecha se había colado entre su pubis y el mío, mis manos se llenaban con su cintura y sus nalgas, y sus tetas se bamboleaban descontroladas acariciando mi pecho y yendo una a la vez a mi boca. La sentí venir, tuvo esos espasmos típicos de las mujeres contrayendo su pelvis, esos gemidos tan ricos, y pareció desplomarse sobre mi ser deteniendo la marcha de toda esa locomotora del infierno

Tomé la iniciativa, fui por detrás y la puse en cuatro para cogerla a mi antojo, la less le atravesaba justo al medio su esfínter que estaba excitantemente llamativo y abierto, y todo su círculo amarronado se me hizo demasiado tentador, no era mi intención original pero el deseo se me hizo inevitable, no tenía nada que perder y un ‘no’ de su parte hubiera sido suficiente
Pero la perra nada dijo y apenas con la lubricación que tenía en mi verga solo se la metí por el culo hasta el fondo

Ayyy!!! – dijo – papi, no te parece que vas muy rápido?

Pero ella solo reculaba una y otra vez, haciendo que mi vista se llenara con la majestuosidad de su culo bronceado, con las geometrías perfectas de las formas de una mujer, la piel de sus nalgas brillaba como si se les hubiera dado lustre, con esa less que servía solo para excitarme, y con mi sexo blanco entrando y saliendo por su enorme puerta trasera, en un contraste de colores muy llamativo
No iba a aguantar mucho, ella lo notó y después de portarse como una puta, cambió de posición solo para que terminara todo sobre sus hermosas tetas.

Quedamos lado a lado, mirando el techo, respirando agitados, de reojo veía como ella se acariciaba los pechos llenos de semen y solo jugaba con lo que yo le había dejado

Te gustó? – pregunté –

Mmmmm…. no estuvo mal – respondió por debajo de mis expectativas –

Entonces siguió

Ahora si de verdad que me debes los dos mil pesos

Cómo – pregunté tratando de no entender lo que decía –

Claro, te lo dije, soy prostituta, y eso es lo que suelo cobrar, y te estoy haciendo precio!

La seriedad de su rostro me dejaba perplejo, hasta que se largó a reir y dijo

Pero que tonto! nuevamente te la creíste!!!

Solo vino sobre mí y volvimos a hacerlo, otra vez, y otra y otra más, hasta que fue suficiente

Pasaron días, meses, me sentía el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra, nadie daba crédito que esa mujer que tenía la belleza de una diosa y cogía como una diabla se hubiera enamorado de mí, pero en mi camino de rosas habría espinas.

Una noche, después de hacer el amor, Maira rompió en llantos, yo no entendía que pasaba, y esperé unos minutos a que ella se desahogara para que pudiera hablar con fluidez, entonces dijo

Yo siempre bromeaba contigo sobre que era prostituta, y nunca dije nada porque solo te había tomado a broma, yo nunca me fijaría en un carpincho como vos, tan ingenuo, tan pueblerino, y solo te tomé como un pasatiempo, se me hizo obvio ese encuentro, esa mañana, porque solo estabas buscando una oportunidad de que el destino volviera a cruzarnos.

Me divertí como se divierte el gato con el ratón, pero me acostumbré a vos, a tu corazón, a tu cariño, porque nadie me trató nunca como vos me tratas

Intenté hablar, pero ella acalló mis labios, me dijo que la dejara avanzar antes de que se arrepintiera

Todo empezó en unas vacaciones, en las montañas, yo recién era mayor de edad y documento en mano pude participar en unos de esos torneos patrocinados en los que elegían ‘la mejor cola’, te acuerdas?
Fue en un boliche, a la noche, nos hicieron desfilar como conejitas, nunca notaste ese cuadro en la pared?

Pero… – solo dije tratando de entender – en la pared principal del comedor, había varios cuadros, uno en particular parecía ser un dibujo en un pub, de varias chicas, pero era solo un dibujo, ella siguió

Está hecho sobre una foto real, con computadora, solo está retocado, y no notaste la negra del extremo, la de medias de red? no la vez familiar?

Pero qué diablos, en verdad era ella? nunca lo había siquiera imaginado, entonces siguió

Yo no gané, fui la tercera, pero un par organizadores se acercaron y me propusieron hacer unas fotos, tal vez no ganara ese concurso, pero ellos buscaban más que la menor cola, ellos buscaban quien tuviera actitud
Poco después posaba delante de algunas cámaras en fotos para varones, y por otro dinero ya me propusieron posar con colegas, varones y mujeres.
Me metí en ese mundo y todo se hace fácil, dinero y más dinero y solo hice un rol secundario en una película condicionada de poca monta

No daba crédito, pero esta vez ella no se reía, esta vez hablaba en serio

Y me acostumbré a esta vida, a pagar un departamento en Puerto Madero, a ganar en un día en lo que vos ganas en un mes, y no reniego de hacer lo que hago, es mi profesión, acostarme con hombres y mujeres delante de una cámara que filma todo sin cesar.

Tomó su celular, buscó algunos videos condicionados y solo probó lo que decía, no podía creerlo.

Me levanté, me vestí y solo me marché sin decir palabra.

No podía entender, no entraba en mi cabeza, me había enamorado de una puta y me dolía más por mí que por ella, es que era todo demasiado perfecto para ser real, el doctor que salvaba vidas justo ahora se sentía muerto en vida.

Me costó asimilarlo, pero después de un mes volví a ella, solo para cerrar la historia, hablamos, hablamos mucho, demasiado, y empezamos de nuevo, solo como amigos, solo eso.

Con el tiempo asimilé la historia, y volvimos a enredarnos, porque a pesar de todo, la seguía amando
Mirna se había quitado su coraza y ahora era transparente para mí, y pude diferenciar su sexo por trabajo y su sexo por amor.

Alguna vez me invitó a un set de filmación, y pude ver a la distancia lo buena que era en la cama, como chupaba pijas a un lado y a otro, como le acababan en la boca uno tras otro, como se la cogían, como le rompían el culo y era muy caliente ver todo eso, y también como a veces le tocaba jugar roles lésbicos, mierda, ella tenía más sexo en un mes del que yo había tenido en toda mi vida.

Aprendí que fuera del set de filmación eran solo personas normales, amigos como en cada empleo, y si era un tanto raro, como yo hablaba con mis colegas del día a día, sobre intervenciones, pacientes, enfermedades, ella hablaba con su entorno de pijas, culos, tetas y conchas con la naturalidad que llegaba a ser asombrosa.

Termino mi historia escribiendo estas líneas debajo de una palmera en alguna playa perdida de Brasil, Maira anda por ahí, llenándome la vista casi desnuda con la perfección de sus curvas, disfrutando de nuestra luna de miel.

Hace poco nos casamos por civil y por iglesia, entró impoluta, vestida de blanco, entre familiares y amigos, mis colegas y los suyos. No puedo dejar de sonreírme al recordar cada uno de sus compañeros de trabajo, los que me estrecharon la mano a la salida del templo, todos tipos que me triplicaban en tamaño, tipos que se la habían cogido por cada orificio de su cuerpo, y que la habían llenado de leche en cada poro de su piel, y lo mejor, a nuestro regreso nos estarían esperando porque el trabajo es siempre trabajo!

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dulces.placeres
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