Simplemente Karo
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Muchos años atrás me había recibido de ingeniero electricista, en la universidad pública, cuando soñaba con alguna gerencia en alguna importante multinacional, donde sabía que se pagaban inmejorables sueldos.
En el interín, había empezado a mantenerme con un pequeño negocio de ventas de productos eléctricos, mi especialidad
En esos días, también conocería a Marcela, mi esposa, quien era también estudiante, a ella le fascinaba las matemáticas
Uno hace suposiciones sobre su futuro, pero la vida tiene sus propios caminos
Rápidamente llegaría Dalma, nuestra única hija, Marcela se inclinaría por la docencia universitaria y por mi parte, jamás entraría a trabajar a ninguna multinacional, me dediqué de lleno a mi pequeño negocio que floreció rápidamente, pasé a un local más grande y a otro más grande, tomé un empleado que me ayudara, luego otro y otro más, abrí una sucursal en un pueblo vecino, y en otro y en otro más, y cuando me di cuenta, había creado un monstruo que solo me hacía ingresar dinero
Pasó el tiempo, Dalma se hizo mujer y pronto dejó el hogar, yo no tenía grandes ocupaciones, bastaba una vuelta de vez en cuando por la que ya era mi empresa para ver como andaban las cosas, tenía gente que trabajaba por mi, y sería Marcela quien me aconsejaría que yo también dedicara unas hora a la docencia, no por dinero, no por necesidad, solo una forma de mantenerme ocupado y devolverle a la sociedad un poco de lo que ella me había dado
De paso, de vez en cuando le haría compañía, al menos en algunas horas del día
Había pasado los cincuenta y tome esa situación como un nuevo desafío para mi, era muy lindo volver a la que había sido mi casa de estudios, solo que ahora ya no estaba en los pupitres, sino al frente
En pocos años me haría del círculo de profesores, por mis ocupaciones tenía horarios nocturnos y mi vida daba un vuelco impensado
Marcela, tenía su vida en ello, tenía la fama de la mala profesora, la enérgica, la que todos temían, decían por los pasillos que podía hacerte la vida imposible, hasta se había ganado el apodo de ‘la nazi’, situación que me causaba gracia puesto que mi mujer, por fuera de su rol de profesora era solo una tierna gatita mimosa
Por mi lado, apenas tenía tres horas de cátedra a la semana, yo no estaba en tiempos de confrontar con nadie y era el de hacerme cómplice de mis alumnos, dándoles la confianza suficiente como para mantener jornadas cordales, pero siempre dentro de los límites de profesor alumnos
No era de extrañar que siempre fuera elegido para las entregas de medallas, para representarlos, o lo que fuera, lo que producía un cierto fastidio y envidia por el lado de mi mujer
Así pasaban mis días, sin demasiados sobresaltos, una vida ya realizada, una hermosa mujer que además era colega, una hija feliz, un buen yerno que la respetaba y la quería, una ilusión de ser abuelo, una pequeña empresa que me permitía darme todos los lujos, y los alumnos, alumnos que cambiaba año a año y de alguna manera me permitían sentirme eternamente joven
Hasta que llegaría Karolayn Almada, o simplemente Karo
Ella era más joven que mi propia hija, pero su presencia en el aula me quitaría la respiración, es que sencillamente no podía quitarle los ojos de encima, porque caro no tenía un culo, tenía tremendo culo, y no tenía tetas, tenía terribles tetotas, y eso no era todo, lo peor era que Karo tenía actitud, y eso era mortal para mi
Karo llegaba siempre puntual, solía ser la primera en hacerlo, también era la última en irse, siempre se sentaba en la primera fila, y siempre parecía estar completamente centrada en la clase, lejos de las chiquilinadas y bromas en las que andaban sus compañeros, parecía más madura que el resto por su corta edad y sus preguntas en clase siempre eran desafiantes
Y tuvimos un apego especial, alumna profesor, y yo sabía que eso no podía suceder y dejaba todos mis pensamientos en el lugar de las fantasías
No podía evitar que muchas veces mi mirada, inconscientemente se dirigiera a su escote, es que la pobre no tenía muchos medios para tapar enormes tetas, y en esas muchas veces, ella me sorprendía y solo se sonreía, haciéndome quedar en ridículo
De las miradas pasaríamos a las palabras, no pude evitarlo
Una tarde de examen, en el salón no se sentía ni el volar de una mosca, y yo me había concentrado en mi notebook, estaba aprovechando a ver unos presupuestos de mi negocio, ella me sorprendería, sentí su voz muy cerca y al levantar la vista, sus pechos envueltos en un profundo escote estaba casi al alcance de mis manos, no pude evitar notar sus duros pezones marcados y solo fue una pregunta de examen, sentí su voz dulce y cálida, le contesté amablemente y le dije
Karo, quiero hablar contigo después del examen
Bien profesor Olarriaga, como usted diga
Giró y volvió a su sitio meneando su llamativo trasero enfundado en un ajustado jean azulino
Después de la clase, cuando todos se habían ido le dije
Karo, eres brillante, te deparará una gran futuro, y cuando quieras iniciarte profesionalmente pues puedo abrirte las puertas de mi negocio, para que empieces a defenderte en la vida, sin compromisos
Tomé una tarjeta personal de la empresa y se la di, donde obviamente estaba mi número celular
Gracias profesor, – respondió – lo pensaré
Sabía que él motivo era otro y creo que ella también lo sabía, situación que comprobaría la noche siguiente, cuando se presentó por WhatsApp, diciéndome algo como
Hola Gustavo! soy Karo, agendame…
Era una perra, siempre era el ‘profesor Olarriaga’, siempre me trataba de usted, pero en un instante, me tuteaba y me llamaba por mi nombre de pila
Empezamos a intercambiar mensajes, y yo solo avanzaba según ella me lo permitía, éramos de diferentes generaciones y no sabía como tratar a las chicas tan jóvenes, tenía miedo de pisar en falso, y poco a poco, los chats fueron por donde tenían que ir, y era tan excitante como peligroso, yo tenía esposa, una vida, y Karo me ponía de rodillas
Y las cosas solo fueron peor para mi cuando me envió su primera foto, la que comparto en este escrito, y con la cual, como un adolescente, me masturbaría en secreto
Y seguiría otra y otra y otra mas, conocería su conchita peluda, conocería sus tetas que resultaban más impresionantes aun al verlas desnudas, lo rosado de su pezones y también conocería su conchita depilada, situación a la que había llegado por un expreso pedido mío
Y en el curso, seguirían siendo las cosas como antes, al menos para ella, me trataba de usted, me ignoraba, pero yo… yo me derretía por dentro, como un tonto
Una noche de domingo, mientras cenábamos en casa, una noticia al azar en la tv me haría abrir los ojos, un caso de denuncia por acoso, en un colegio de otra provincia, el tipo era respetado, tenía toda una carrera, una familia, una esposa, y de pronto, una de sus alumnas había armado un escándalo de proporciones incalculables
Ese profesor podía ser yo, que diablos hacía con mi vida? estaba dispuesto a correr el mismo camino?
La noche del lunes cortaría con todo, le dije delante del resto de la clase
Señorita Almada, después de clases podría quedarse unos minutos? tengo que hablar con usted
A nadie le extrañó, solía tener este tipo de reuniones face to face con algún que otro alumno que tuviera algún problema, así que eran cerca de las once de la noche, cuando terminando la última hora de clases poco a poco quedamos a solas en el salón
Karo desbordaba de alegría, porque seguramente imaginaba todo lo contrario a lo que iba a suceder, y en esos minutos empezó a llamarme Gustavo, y a tutearme
Pero esa cara de alegría se fue transformando lentamente para desencajarse al escuchar mis palabras de retirada de la acción, ella se negó, una y otra vez, di por terminada la discusión, salí del aula y empecé a bajara por las largas escaleras del complejo, con ella a mi lado, y solo ella hablaba, pedía explicaciones, me recriminaba, reía y lloraba al mismo tiempo
Al fin de cuentas habíamos llegado al subsuelo donde estaba el lugar de estacionamiento de coches para todos los usuarios de la facultad, ya casi no quedaba nadie, estaba oscuro, sombrío, y le dije de llevarla hasta su domicilio
Llegamos a mi auto, intenté abrir la puerta, Karo pasó el revés de una de sus manos por su rostro para apartar las lágrimas, me sorprendió, me empujó contra el lateral del vehículo y solo tanteó mi cinturón con rapidez, lo aflojó, bajo mis pantalones y antes que pudiera esbozar reacción se había arrodillado y me la estaba chupando
Lo hacía muy rico, con esa desesperación de saber que tal vez no tuviera otra oportunidad, iba profundo, demasiado, o solo la lamía como a un rico helado, metió su mano por debajo para acariciarme las bolas, y cada tanto miraba mis ojos para notar mi reacción
Por mi parte, el nerviosismo de ser descubiertos me mantenía en alerta, pero cuando bajaba mi mirada ahí estaban sus ojos de pecado, y solo iba más abajo, donde sus enormes tetas escondidas no dejaban de intimidarme para bien
Ella pareció leerme la mente, si sacar sus labios de mi glande, se las arregló para desnudar esos pechos gloriosos y envolver entre ellos al tronco de mi sexo
Estaba muy concentrado en eso, masturbando mi verga entre sus tetas, lo hacía con pasión, con ganas, y parecía desentenderse del entorno promiscuo en el que nos encontrábamos
Me sentí venir, era imposible, y ella solo volvió mi sexo a su boca, no pude dejar de sentir placer al eyacular sobre su lengua que no dejaba de moverse, y notar como su ceño se fruncía al recibir mis descargas
Karo de paró a mi lado, aun saboreando, casi sin poder contener la sonrisa de su satisfacción y aun con la respiración entrecortada, acomodándose las prendas sentenció
Qué rico! estas seguro de que queras cortarla?
La dejaría en la puerta de su casa y luego a la mía, Marcela me esperaba ajena a todo, por primera vez en mi vida le era infiel y se sentía horrible, pero mi alumna se estaba colando en mis huesos, no podía evitarlo
Había fracasado en mi intento de frenar la historia, y el canal de WhatsApp seguía más vivo que nunca, ella me preguntaba si me había gustado, y cuando lo haríamos de nuevo, y yo trataba cortésmente de desembarazarme de todo el asunto, le explicaba que era casado, de mi familia, que Marcela era mi amor y ella mi locura, pero Karo era punzante y me escribía cosas como
‘De verdad preferís a tu esposa? adivino que solo es tu compañera de cama, que ya no la coges, que ya no hay interés, y y es solo una mujer seca, en cambio yo, tengo un mar entre mis piernas, un mar caliente y me gustaría que naufragaras en él’
Era difícil, porque en parte era cierto, Marcela y yo casi no teníamos sexo, y todo era cuesta arriba, pero amaba a mi esposa con todo mi ser, y era el camino que nos tocaba caminar junto y el que seguiríamos caminando, pero Karo… Karo era la locura que me hacía sentir joven
Marcela no lo vería venir, estaba recostada en la cama leyendo un libro, le dije que tenía ganas de un poco de acción pero mi esposa no se mostraba interesada, yo estaba con la verga dura, por culpa de mi alumna y tenía las ganas de quitarme las ganas
Un poco a las fuerzas convencí a Marcela para que me la chupara un poco, y ella intentó complacerme
Cerré los ojos y mientras mi esposa me la chupaba, en mi mente revivía la manera en que Karo lo había hecho
Pero las cosas parecían no avanzar, y noté que Marcela se estaba durmiendo con mi verga en su boca
La aparté molesto, realmente estaba molesto, solo dimos el tema por cerrado, con su promesa de retomarlo en otro momento
Y por todo eso, tropezaría nuevamente, era fácil de adivinar, sería en un motel…
Solo habíamos llegado a ese sitio, y nos besamos con locura revolcándonos en una cama, de lado a lado, mientras nuestras ropas empezaban caer fueras de control, ella me embriagaba con su perfume dulzón, con sus labios de pecado, con sus besos profundos y no daba crédito a tener toda esa joven y voluptuosa mujer a mi disposición, sus pechos amenazaban asfixiarme y hubiera muerto de placer entre ellos, mis manos se llenaban con sus nalgas, y decidí ir entre sus piernas, porque estaba en deuda por la noche del estacionamiento y deseaba pagar mi parte
Su raja depilada había chorreado jugos por doquier, por su ano, por sus labios, y más la acariciaba y la tocaba, peor era
La llené de besos en el clítoris, hurgué con mi lengua y con mis dedos por ambos agujeros y ella solo se retorcía de placer hasta explotar en un interminable orgasmo
Me rogó que la cogiera, quería sentí mi pija en su interior, levanté sus piernas y solo se la di una y otra vez, y cada vez que empujaba profundo, un gemido de su boca acompañaba mi accionar
Era perfecto, ver su rostro desencajado, su boca entreabierta, sus ojos cerrados, y sus pechos bambolearse como eternas olas en un mar
Me recosté sobre ella para llegar con mis labios a los suyos y mientras la besaba le enterré un par de dedos por detrás simulando una doble penetración, y ella no dijo absolutamente nada, solo pasó su mano derecha entre ambos cuerpos y la sentí en mi pubis como se estaba masturbando
Salí de ese lugar, la giré, quedó recostada boca abajo, su trasero lucia perfecto, y me recliné sobre ella nuevamente, hice centro, pero busqué el otro agujero, el prohibido, y gracias a los juegos previos de mis dedos, con el peso de mi cuerpo solo fue directo al fondo, Karo exclamó
Ay! profesor Olarriaga! usted es un pervertido! eso me encanta de usted
Ella me enloquecía y empecé a moverme dentro de su culo, apretadito, ella gemía y me decía
Ay! ay! profesor! que rico! me gusta que me rompa el culo! siga, siga!
Y si yo seguía, seguro acabaría, no solo por el roce de mi verga en su culo, sino por las palabras que me decía y en la forma que me lo decía
Salí a un lado, me recosté boca arriba, como implorando un break, porque a mi edad, solo tenía un cartucho en la recámara, y cuando lo hubiera disparado, todo se habría terminado
Pero Karo estaba en su mejor momento, y vino sobre mi, con una pierna a cada lado, a cabalgarme, y solo veía la majestuosidad de sus tetas que me llevaban a la locura, cerraba los ojos, no quería ver porque era muy fuerte, pero mis manos no tenían control, iban por sus tetas, por su cintura, por sus piernas, por su culo
Karo tomó una de mis manos y empezó a chuparme los dedos, muy de puta, ya saben y la sentía casi convulsionar entre orgasmos y mas orgasmos, no podía, no podía….
Ella no dejaría de moverse, y ya, se la llené toda de leche y solo fue prefecto, mis segundos de eyaculación parecieron ser años, y me quedaría el momento grabado para siempre en mi mente
Como sabía que sucedería, ya estaba fuera de juego, y nada de lo que hiciera Karo volvería a encender al amigo que tenía entre las piernas, que ya se había rendido
Ella dijo
Suponía que no me aguantarías mas de un round!
Por lo que fue a su cartera personal y sacó un llamativo vibrador rosado de discretas dimensiones y poniéndolo a vibrar empezó a jugar sobre él, cerró los ojos pasando el juguete entre sus pechos, por sus pezones, retorciéndose, mordiéndose los labios, y era obvio que le gustaba que yo estuviera presente, lo hacía por mi y para mi
Yo solo me llené los ojos con su cuadro de puta, llevaba sus manos entre sus piernas, se metía el vibrador en la conchita, lo sacaba, lo chupaba, y solo me regalaba un show porno persona
Mi pija ya no volvería a trabajar, pero me sentía agitado y confieso que disfruté de sus últimos orgasmos como si yo mismo los hubiera vivido
En esos minutos finales recordé a mi esposa, el peso de mi conciencia, no le dije nada a mi alumna para no arruinar el momento, pero el pánico de su perfume en mi piel, los cabellos en mis ropas, o sus olores de mujer, me pusieron en alerta, y fui por una ducha para borrar todas las huellas posibles
Volvería a casa y Marcela seguía en sus cosas, pero yo no podía con esa doble vida, no me iba bien ese rol de esposo perfecto con una amante fuera de casa, que por cierto, seguía siendo mi alumna, y seguía siendo menor a mi propia hija
Y lo que quedaría de ese segundo semestre del año sería vivir en una montaña rusa, debía cortarla, pero no podía hacerlo…
Se darían situaciones curiosas, de engaños, de mentiras, de discusiones y de placer, demasiado placer…
Una tarde de setiembre, Marcela y yo habíamos coincidido en el bufet de la facultad, era raro, pero solo se dieron las cosas para compartir un café, ella se iba, yo solo llegaba y nos sentamos en una de las mesas
Karo llegó de improviso, no estaba en mis planes, y quise que la tierra me tragara, ella nos divisó y se acercó a nuestra mesa como demasiado casual
Buenas tardes profesor Olarriaga! – dirigiéndose a mi –
Buenas tardes profesora Gonzalez! – dirigiéndose a Marcela –
Buenas tardes Almada – respondí con nerviosismo, marcando la distancia – que la trae por acá?
Nada, solo hacía tiempo que no veía a su esposa y quería saldarla
Hola Karolayn! como anda tu vida? – respondió Marcela –
Perdón, se conocen? – dije yo asombrado –
Fue mi alumna, – respondió mi esposa – y por lo que veo ustedes también se conocen
Soy su alumna! – respondió Karo riéndose –
Como diablos no lo había visto venir, era totalmente lógico, ellas se conocían! me estaba cogiendo a su ex alumna! me sentí incómodamente fatal, empecé a sudar, ese sudor frío de una situación al límite de lo mortal, estaban charlando face to face, en mis narices, mi mujer, mi amante
Bueno Almada, nos vemos en clases cierto? mi esposa tiene que irse…
Soné demasiado evidente buscando una separación, pero era la única manera
Karo se portaría bien, no diría nada de nada, nada que pudiera comprometerme, pero me había hecho saber que por siempre caminaría por el filo de la navaja
Y nuevamente me juré borrar toda esa historia, pero me di cuenta de que no podía estar sin ella, era loco, Marcela era la mujer que había elegido para que me acompañara hasta la tumba, pero Karo era la mujer que me hacía sentir vivo, con las locuras, con el sexo, porque ella siempre quería sexo, y hasta cuando compartía la cama con mi mujer, ella estaba presente en mis pensamientos
Llegaría diciembre y el fin de año, ya las cosas no estaban bien entre nosotros, es que ella ya se había sacado las ganas con su profesor, pero para mi se había transformado en una peligrosa obsesión, ya no me importaba mi mujer, ni mi familia, ni mi carrera, ni lo que pudieran decir, en mi cabeza solo estaba Karo, y Karo ya estaba molesta conmigo, decía que la estaba acosando y ya la dejara en paz, pero yo no entendía, no podía hacerlo
Cometería un nuevo error, mandarla a rendir, a pesar de ser una de mis mejores alumnas, porque solo quería seguir viéndola, sin importarme que con eso seguramente le estuviera arruinando su promedio de facultad
Ella me odió por eso, me maldijo, me bloqueó y cerró cada puerta que ella misma me había abierto
Preferí dejar pasar diciembre, y que fuera otro profesor quien la evaluara, sabía que aprobaría con los ojos cerrados
Mejor dejar pasar el tiempo, seguro, en unos meses, al recomenzar un nuevo ciclo, las aguas estuvieran mas tranquilas
Pero en ese nuevo comienzo de año llegaría la pandemia por el Covid y el mundo cambiaría demasiado rápido, contraje la enfermedad al principio y sumado a un problema cardíaco hereditario que arrastraba me dejaron en el corral de los llamados ‘personas de riesgo’, confinado entre cuatro paredes, empezaron las clases virtuales, y todo lo que ya hemos vivido es historia sabida
Cuando la pandemia había pasado después de un largo año, todo había cambiado, todo era nuevo y el mundo que yo había vivido ya no existía
Karo para mi era un precioso recuerdo, y ya más frío comprendí que era mejor dejar las cosas como estaban, ya no tenía ni fuerzas ni ganas de volver a la facultad como profesor, ya solo dije basta, la tenía a Marcela, y no quería perderla
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