Decepción con mi enamorado de entonces

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El me prodigaba unas atenciones y una indescriptible paz que hasta ahora no me explico por qué los recibí con tanto beneplácito.

A mis veintiún años pasaba por una depre terrible producto de estar alejada de mis familiares mas queridos, y si tambien por una decepción con mi enamorado de entonces, por eso pienso que en esos dias andaba andaba tan pero tan desubicada.

Yo trabajaba en un almacén de ropas al por mayor en un centro comercial, y vivía alojada en la casa de una tía materna; me convenía trabajar en ese lugar porque podía estudiar en las mañanas y en las tardes me quedaba vendiendo hasta las nueve de la noche.

A casi dos años de trabajar ahí había conocido a un proveedor que nos abastecía de cierto stock de mercadería, era un señor de edad, tranquilo, muy sencillo, ciertamente tímido y muy cumplidor con sus entregas, en un principio nuestra relación solo era esa, de recibir las guías, contar las prendas, coordinar las entregas por el celular, y sus pagos, y últimamente también me ayudaba muy amablemente a separar cierto tipo de mercadería en paquetes para enviarlas después a otro lado.

Conversábamos de cosas banales, pero lo suficiente para conocer su personalidad, sus costumbres y hasta sus peripecias para traer todo ese peso hasta la tienda, porque él los traía solo y además desde bien lejos.

Mis impresiones eran la de un hombre humilde, trabajador, honrado, con costumbres algo anticuadas era un caballero de sus tiempos, las veces que me veía me trataba como señorita, señorita y señorita; y eso me decía todas las veces que me veía y me saludaba. Yo lo podía ver muy dedicado y muy empeñoso por hacer sus trabajos perfectamente bien y sobre todo a tiempo; a medida que lo iba conociendo me llamaba mucha atención su soledad. No tenía hijos, vivía solo, me contaba que vivía en un alejado distrito de lima llamado carabayllo, que está a casi más de dos horas de la tienda, ahí criaba algunos animalitos, como pasa tiempo, y además les construía corrales para que todos estuvieran ordenados y limpios etc. etc. nos hicimos amigos.

La confianza se fue extendiendo hasta el punto de hacerme algunos mandados, el aceptaba sin mostrarme algún contratiempo ?no se preocupe? me decía, ?no es ninguna molestia?, y se iba.

Cuando se me presento un problema con uno de mis primos, las cosas se me complicaron, como yo vivía en el tercer piso oía todo el ruido de su show que el armaba en el segundo piso de su casa, el armaba fiestas como una forma de negocio porque vendía cervezas, parrilladas etc. etc., y yo no podía estudiar ni dormir.

Y se lo conté a él, por supuesto le llegue a tener esa confianza que ni cuenta me di; solo le dije como una forma de expresarle mis malestares y mis contratiempos del momento, de echo él ya me llamaba por mi nombre y eso fue porque yo lo obligué hacerlo; me acuerdo de su pregunta ?qué? Aquí no ganas lo suficiente como para que te puedas alquilar un cuarto? Me pareció algo inocente su pregunta porque lo que ganaba ahí era para ayudar a solventar los gastos de mis estudios, el resto del dinero me lo mandaban mis padres.

Después me dijo: ?si quieres y necesitas descansar, entonces te puedo prestar un cuarto para que te quedes a descansar ahí los sábados y si quieres lo domingos también?

Yo hasta me reí, porque quien en este mundo se atreve hacerme semejante propuesta, pero él parecía ser así, desprejuiciado directo y además lo dijo en un tono muy sano y genuino, lo absurdo y digamos hasta contradictorio para mí, es que él vivía bastante alejado de la ciudad, y aun así me lo propuso!! Qué pensaría, y sobre todo siendo hombre!! Parecía que de su cabeza no había ese tipo de prejuicio, no se percataría que podría ser hasta complicado y bochornoso para mí?

Pero de lo complicado y bochornoso que sentí en esos momentos dentro de mí, pase a hacerme la extraña idea y lo termine PENSANDO; yo pensaba que no del todo podría ser una mala idea, sacando cuentas, me iría la noche del sábado, durante el domingo estudiaría y lavaría algunas de mis cosas, y el lunes bien tempranito saldría de ahí para irme a estudiar.

Pero antes tenía que hurgar el lugar tenía que conocer su casa, y si todo se veía bien como me lo había contado pues me decidiría; quedamos para un domingo y visite el lugar, el vino a recogerme y me llevo; pero de que me pareció lejísimos era lejísimos, casi dos horas de camino en bus, yo me decía si vive muy lejos y su casa está en medio de la nada mejor me doy la vuelta y me regreso, pero sin embargo nada de eso hice cuando llegué.

Su casa era más humilde de lo que imagine, estaba prácticamente en medio de un lugar baldío y había huertitas por todos lados. Su vecina más cercana estaba como a unos doscientos metros, pero había luz, y además una que otra tienda, pero lejos. Lo bonito de eso es que se sentía una paz increíble, no había ruidos de nada, salvo de la misma naturaleza, y el olor era como si estuvieras en la serranía algo así porque se percibía todo esa aroma de los arboles las plantas etc. magnifico como para relajarse y estudiar; y cuando me enseño sus animalitos, me decidí en regresar.

Al principio todo iba bien, mi cuartito resulto ser una división de madera con una pared de adobe, y su techo era de maderos y puros carrizales, y no tenía puerta, solo había una cortina de tela que separaba su pequeño taller con mi habitación. Sin embargo dormía plácidamente y mi atento amigo me alcanzaba todo lo que necesitase.

Yo leía en las noches, él me había acomodado un foco muy cerca de mi cabecera donde podía leer y apagarlo sin levantarme.

En las mañanas me atendía con su desayuno, típico café, además servido en una enorme taza, como el de los pica piedras; y en las tardes se iba a comprar comida en un mercadito del lugar.

Yo me entretenía muy bien en ese ambiente, uno podía relajarse jugando con los perros, dándoles de comer a los animalitos, caminar cerca de unos matorrales para traer algo de comida para alimentarlos a todos; mi mundo, mis sentidos de ubicación cambiaba radicalmente a pesar de estar a solo unas horas de ahí.

Claro, mi conducta con el cambiaron, nos volvimos más fraternos, yo lo sentía un hombre solidario, desprendido de ciertas cosas, y creo que esa era nuestra conexión porque él era así como yo; conversábamos de todo un poco y yo lo hacía reír porque lo único malo de él era su miradita tensa y melancólica que tenía. Una tarde lo hice sentar cerca de un horno afuera de su cocina, lo puse una toalla y le corte el cabello, lo único que no quiso fue dejarse afeitar. Cuando mis tenciones desaparecieron y la confianza se acentuó, andaba en short o en faldas por toda la casa, lavaba los trastes y mi ropa, y tendía mi lavado junto con mis prendas interiores en un cordel muy cerca de sus corrales, no me sentía preocupada de eso, pero tampoco lo hacía con maldad.

Abecés sentía las miradas ajenas de algunos que otros vecinos del lugar, antes que él y yo pensáramos en cosas, y no estoy diciendo en cosas buenas, los vecinos si, cuando nos veían venir nos miraban; claro el siendo un hombre mayor y yo una chica joven, seguro se prestaba para comentarios y eso me mortificaba, yo hasta me sentía aludida con sus miradas; yo le decía, si te preguntan diles que soy tu hija, o tu sobrina que viene a ayudarte porque estas un poco mal de salud.

Había tardes en que lo notaba un poco raro, cada vez se me iba poniendo triste y acongojado, no sabía interpretar la razón del porqué, no es que yo sea muy inocente, pero yo no podía ser capaz de percibir en el algún deseo, algún sesgo sexual hacia mí.

Después de casi un mes, es decir en la cuarta semana de ir y venir de ahí, paso algo que se presentó así inesperadamente; como ya era muy de noche yo estaba en pijamas estudiando en mi cama, el me pidió entrar al cuarto porque quería conversar conmigo, como desde antes ya lo veía algo preocupado, pensé que finalmente me iba contar que fue lo que le ocurrió y me senté para escucharlo; me dijo: te acuerdas de tu prenda interior que se te perdió del cordel la semana pasada? Si claro, le dije, dónde está? La encontraste?

Yo lo tengo me dijo, me lo lleve a mi cuarto porque en ese momento vi que se calló al suelo la recogí, y como te vi que estabas ocupada estudiando la guarde, no sé porque no te quise decir nada cuando me preguntaste y saliste a buscar.

Y porque no me lo dijiste? Le pregunte.

Pensé que ibas a pensar en algo malo y la escondí. Lo ESCONDISTES? Me sorprendió, yo me quede helada con su respuesta. Que has hecho con mi prenda? Le pregunte, seguro lo tienes en tu cama. Noooo respondió. Has hecho algo malo con eso? Noo me dijo, solo lo tengo guardada ahí. Tráelo, lo mande, en ese momento me sentí fastidiada, el muy obediente se dio la vuelta y se fue a traérmela, cuando regreso estaba más asustado que cuando salió, no sé porque sentí lastima de verlo así; tuve un sentimiento entre mesclado y no quise gritarle, solo le extendí mi mano para que me lo alcanzara, en mi mente tenia cosas para insultarle, decirle algún improperio por mis sospechas, pero no lo hice, solo le recibí y me asegure de que estuviera limpia y lavada como la deje.

Sé que debí habértelo dicho, me dijo, pero de verdad no hecho nada malo; no le creí. Yo que pensé que por tu edad y como te veía bien tranquilo creí que no tenías esas cosas en tu mente, le dije. Nooo, no yo solo te la guarde. Listo!! Le dije, pero después no te costaba nada en entregármelo. Después tuvo que admitir que también pensó en quedárselo, Pero según él esa idea le vino ?después?.

Me apeno haberlo escuchado diciéndome eso; le pedí que se fuera, y que mañana lo conversaríamos. Discúlpame me dijo, y se fue, yo hasta lo note algo arrepentido cuando lo vi salir, su actitud por decirme la verdad, y el simple hecho de devolvérmelo me dejo algo contrariada, y claro que también me lamente por antes no haberme preocupado de tender justamente esas prendas ahí, pero también es cierto que valore su desprejuicio de decírmelo, quizás porque entendió que su conducta finalmente estaba mal, y al no sentirse bien con eso decidió entregármela.

Al día siguiente, por supuesto no tocamos el tema, en parte porque seguramente pensé que también fue mi culpa; ese día se esmeró en atendérteme, no quiso que me fuera sin antes desayunar, tuve que aceptarlo, lo hice para que tampoco se sintiera tan mal, y claro después de terminar de desayunar acepte también acompañarme hasta el paradero.

Ese día miércoles vino como siempre trayendo los pedidos, complicadísimo porque yo trataba de ignorar todo lo que ese día me dijo; tampoco me fue fácil darle cara, cuando terminamos le pedí que trajera el resto de mis cosas, todavía había dejado un par de cosas más, el acepto pero solo moviéndome su cabeza, obvio el sobre entendió que yo ya no iba a regresar más, pero también me apene, y más por verlo a él como se resignaba, es algo que hasta ahora no me explico; yo al notarlo así medio triste y penoso le dije. Aunque sea ve y tráeme mis zapatillas, y le indique donde estaba, después le dije ?la bolsa donde están mis pijamas y mi chompa guárdalo? ?pero guárdalo, no te me lo lleves a ningún lado? le advertí; de solo oírme decirle eso me cambio su cara completamente, se puso contento, ?yo te lo voy a guardar? me dijo, ?va a estar ahí, para cuando vengas a descansar?

En verdad yo estaba dudosa de eso, pero tampoco estaba empecinada de no regresar, solo decidí no ir esa semana, y más era para que él enmendara de su error, pero claro, pasar nuevamente ese fin de semana en mi cuartito de cemento, y con todo el ruido habido y por haber, más bien el castigo fue para mí, extrañe a horrores la humildad de esa casa, la paz y el sosiego que sentía al estar rodeada de esos animalitos me complico, a pesar de tener cerca algunos de mis familiares igual me sentía sola, mortificada de creer que nunca más regresare ahí.

El miércoles cuando lo volví a ver al susodicho, sentí que lo extrañe a él también, le pregunte por todos incluso de mi coneja Belinda, a ella la extrañaba a horrores, ?ella también te extraña, tu eres la única que la saca de su corral? me contaba.

Ese sábado entrada la tarde, ya había pensado en regresar, y a pesar de algunos temores y dudas que aún tenía, quería ir, pero él seguía con su comportamiento nervioso, cara tristón, calladito etc. etc. y a pesar que eso no sería una buena señal para mí, igual termine subiéndome al bus con él.

Camino abajo le decía, vas a estar tranquilo? Sí, sí, me decía, Te vas a portar bien? Claro, si, yo sí, todo está bien, respondía.

Después me dijo que había mandado a poner un tanque de agua, ?haya arriba? se refería a un alto de su techo, y justamente ayer le habían conectado una terma eléctrica; y me dio la razón en el sentido de que es mucho más cómodo y hasta confortable bañarse así que con tazoncitos; era un entendido, porque siempre me quejaba de su ducha, y yo tenía que juntar el agua para después calentarla en ollas sobre unas fogatas de leña para ducharme? me parece muy bien tu idea le decía, al fin no voy a oler a todo ese homo de leña, y me reía.

Adentro después de cenar y par lanchar un rato, entramos a la huerta con lámpara en mano y desperté a todos los animalitos, cargue a ambas conejas yo parecía ser la madre de ellas, y se las decía; solo de eso me reconforto pero de maravilla.

Después fuimos y me enseño su ducha, la abrí y sentí caer el agua tibiecita, le dije: ?mira, quiero entrar ahí y ducharme, pero no quiero que salgas ni siquiera pases cerca de esta puerta? ?no, no te preocupes me dijo, voy a estar adentro viendo televisión, y si, en verdad lo cumplió.

Cuando Salí envuelta en toallas y acompañada de mi vigilante perro rufián, (así lo rebauticé), mi fiel perrito me acompaño hasta atravesar las cortinas de mi cuarto y allí lo hice descansar como vigilante para poder vestirme y cambiarme.

Estaba calmada, me sentía relajada, en realidad me sentí estar como siempre, me recosté y me puse a leer, adoraba mi cuartito, con su techo de carrizos, olía bien, después oí sus pasos de nuevo, moviendo sus platos, su mesa, y desde ahí de ese otro lado me dijo: ?Haa, que tal la ducha? ?huy, si, esta riquísima? le dije, ?ve, date una ducha tú también, y si puedes aféitate esa barbilla? y me reí.

No paso un rato, y escuché la corriente del agua, se estaba bañando el también, pero lo jocoso era que el silbaba, cantaba su música de pueblo, yo me reía.

Continué estudiando, no recuerdo haberme tapado ni recubierta con frazadas, solo leía sin que me preocupase de que el pudiera regresar o venir, no tenía ningún sentimiento de esos, apenas abre vigilado las cortinas, pero nada más.

Incluso cuando lo sentí merodeando nuevamente por ahí, no me preocupe, al contrario después de estar un buen rato echada y estudiando fui yo la que lo fastidie, ?supongo que te estas rasurando esas barbillas? ?si ?me dijo, solo me estoy quedando con los bigotes? ?pero no me veo bien, con esta poca luz? el parecía tener problemas en afeitarse y me pregunte si debería salir y afeitarlo yo. Pero después lo pensé bien y decidí mejor no salir.

?Mírame? me dijo, ?ya está” ?termine de afeitarme? En esos momentos tampoco se me dio por salir; más bien opte por invitarlo a pasar pero solo era para verlo. El entro levantando las cortinas y empezó a frotarse el mentón, ?huy ya vez? le dije, ahora se te ve más bonachón, ?ahora puedes salir e ir en busca de una folclórica de esas que tienes ahí en tus almanaques, y que te liga, te liga? pero le dije jocosa como fastidiándolo.

?Nooo, para que, así estoy bien? contesto todo un soberbio.

Note un rasguñado debajo de su mentón y le pregunte, seguro te cortaste, ?creo que sí, porque de este lado del cuello no veo casi nada? enseguida me pare y fui a verlo, después de revisarlo lo mande a traer una silla el jabón, y su máquina de afeitar, aunque todo esto me parezca incre-íble yo termine afeitándole a él adentro en mí mismo cuarto.(fatal error)

Sobre todo porque estaba en pijamas, y ni siquiera me había puesto la chompa, en esos momentos no me acorde que estaba sin el sostén, después me percate de eso y eso fue por que sentí su mirada, inmediatamente me puse detrás de él y me revise, felizmente no se notaba, pero seguro frente a luz quizás se podía ver algo, y seguí, porque de todos modos no era tan escandaloso y además ya estaba por terminar; cuando acabe lo mande acostar.

Pero no se fue, más bien nos distrajimos y terminamos conversando, el en su silla y yo con mis brazos bien cruzados delante de él.

Me decía, que él se había acostumbrado de estar solo, que se había vuelto hasta ermitaño, pero los fines de semana todo rejuvenecía para él, hasta se le iba todo su cansancio su estrés cuando sabía que yo regresaría ese fin de semana para acompañarlo, según él era porque yo le daba ideas frescas, lo entretenía con mis historias de novelas, cuentos de terror que veía en CDS. y que se reía hasta morir cuando me oía rebautizar a su animalitos, a él le parecían nombres raros y jocosos y que algunas veces les ponía hasta nombres de mujeres; pero era así como me divertía y obviamente lograba hacerlo reír a él también.

Mencionamos como catorce nombres y todo era para saber si se acordaba de una de ellas, Belinda, era una coneja hermosa, blanca flor, otra que era su enemiga y se peleaban por el novio, Mi señor, un cerdito de un año que cuando rechinaba de hambre parecía decir mi señor, mi señor, mi señor, yo hasta lo bañaba y lo refregaba con jaboncillo de ropa; Después uno más grande que lo tenía encerrado, don pedo, porque parecía hacer resonar pedos cuando roncaba.

Te gusta que yo esté aquí acompañándote? le pregunte; el alego que ?sí? con mucho entusiasmo me dijo,? tu para mi eres mi blanca flor, mi Belinda coneja? (Risas) pero yo no soy una coneja, me escandalice riéndome, y me tomo de las manos, y me dijo entonces eres mi tiernita blanca flor.

Las cosas se complicaron rapidísimo, y le dije, no nada de tiernitas, mejor vete, él se levantó de su silla pero lo hizo sin dejar de besar mis brazos, cual galán; después me soltó y me dijo: quien será el suertudo hombre que tenga como su compañera para siempre, haaa eso no lo sé, le dije, pero de seguro tiene que ser alguien que no se robe mis calzones, yo no podía parar de reírme, no dejaba de ironizar de él, claro aún más cuando me ponía su cara de idiota.

Recuerdo cuando lo acompañe hasta la salida y le levante las cortinas para que se salga, él me puso una miradita así media tristona como queriéndose quedar, me hizo sentir muy mal, en serio, no sé porque, incluso lo vi cómo se las ingeniaba para poder quedarse un rato más, porque se acordó por su peine, después de su jabón y las otras cosas que se estaban quedando ahí, sentirlo así, se me dio por dejar de juzgarlo, no lo apure, solamente lo mandarle a limpiar.

Pero yo no veía el peligro asomar, solo camine hacia mi cama y me senté, y como lo vi ocupado barriendo y arreglando el lugar, me acomode y me tendí nuevamente en la cama, ahí vino lo raro, mi comportamiento más extraño diría yo; había momentos en que lo sentía observándome, mientras yo permanecía acostada tratando de leer algo, el parecía mirarme, y a pesar de saber eso no me sentía preocupar, más bien continuaba leyendo, arreglaba mis apuntes como si nada pasara.

Creo que en esos momentos yo tampoco estaba bien de mi cabeza, digo esto porque hasta algo lo deje ver, no sé porque. Como estaba acostada se me dio por retraer mis piernas y juntarlas, es decir me importo un comino y me las doble, y todo eso lo hice como haciéndome la distraída con la lectura, a pesar que por momentos el vestido se me corría, yo solamente pegaba mis pies entre mi vestido para que no se me vea la ropa interior. Lo juro y lo re juro.

Que le buscaba yo a ese pobre hombre? su reacción? incitarlo? provocarlo? Para qué??? O seguro quería que se relaje aunque sea un poco mirándome siquiera algo?

Después me dijo, que me había traído unos paquetes, que? Que paquete? Le pregunte. De esos pues, que se ponen las damas, me respondió, son muy bonitos, te los voy a traer, me dijo y se fue, yo me empecé a preocupar, incluso a sospechar con malicia de lo que se podría tratar; seguro es un pijamas o un baby doll, esa cositas que tanto le encantan ver a los hombres y me ruborice.

Pero no, era algo peor que eso, y todas estaban en cuatro pequeñas cajitas, y todas eran de ropa interior de mujer, por las figuras algunas parecían tener encajes, y otras parecían estampadas, pero si los empaques se veían finos y detallosos como serían las de adentro? Me escandalice. El me los puso todas muy juntaditas sobre la cama.

Por supuesto que le pregunte porque compro todo eso, pero yo igual de curiosa las empecé abrir y rebuscar. Tú estás loco, para que me trajiste esto? Para que me lo ponga delante de ti? Nooo no solo te los estoy obsequiando, ojala te gusten, sugirió, yo soy mal pensada le dije, ahorita estoy pensando que tú me quieres ver en calzones. No me respondió, su silencio estaba fatal.

Cuanto gastaste por esto? Le pregunte; porque todas eran de marcas, no me quiso decir eso, pero me dio a entender que también les provee algunas mercancías a esa tienda y que solamente las canjeo ?son muy saludables? me dijo, porque todas son de algodón pima; pero había una que no lo era, más bien la rojita era de tela crepe, típica de lencería, que ahorita no quiero ni contarlo. Pero bastaba con ver los sugerente que era esa prenda como para no poder evitar mi asombro, en verdad él está pensando de querer verme puesta con eso? yo hasta podía asegurar que sí.

Y lo peor de todo esto es que a mí también me gustaron, le pregunte si debía escoger algunas o me los estaba regalando todas, porque se veían caras.

Noo, me dijo; yo te los estoy regalando todas. Bueno gracias, le dije, gracias por el ?detallito? lo mire, el parecía congraciarse con sus regalos, inmediatamente me levante de la cama y busque un lugar donde guardarlas.

?Bueno? me dijo como despidiéndose ?me voy? ?ya te lo deje todo limpio y arreglado? ?gracias?

Cuando lo escuche agradeciéndome e irse así y sin más ni más, me entraron unas contradicciones, y así en forma dudas e intrigas, y todo era por qué en ese bendito momento me odie por querer dármela de pacata, y se me salió lo fatal, digo soy del siglo XXI, y le pregunte; ?quieres que me pruebe una?? Él se quedó calladito,? me di cuenta que lo sorprendí ?dime pues? ?Si?, me dijo. Cuál? Le pregunte, y los puse nuevamente sobre la cama; el no escogió nada, solo tomo cualquiera de esas cajitas que vio y me dijo ?esta?.

Cuando la saque y la revise, no me atreví a ponerme ?esa? tampoco soy bárbara blade, y me escogí una yo misma.

La extendí y le dije ?ya voltéate? si miras mientras me cambio, no te dejo ver nada, y encima te vas.

Ya Ok Ok me dijo y obedientemente se volteo.

Tuve que hacerlo rápido, un sacar arreglar y ponérmelo. ?Ya está, le dije, pero por favor aléjate un poquito más, apenas dio un paso y se volteo, pero en mis nervios hizo que me soltara el vestido, Mas un poco más? grite, el apenas dio medio paso atrás, y me levante el vestido, se lo e n s e ñ e!! Pero yo también me mire, y me sentí una tipa extraña de dejarme ver así, Se te ve bien, me dijo; el diseño hace que se moldee perfectamente bien en tu cintura, es muy prolijo para tu talla. Me sorprendió porque me había olvidado que él es un sastre de profesión, y además estaba muy sobrio y sereno, yo era la puritana, la que estaba nerviosa, YA, ya lo viste todo, ahora quédate contento.

No te vas a poner las demás? Pregunto. No estas sonso? NO

Yo ahora mismo me pregunto si esa fue mi forma tonta de agradecerle.

Pero cuando él se fue, yo todavía me quede parada ahí, tentada para verme y seguir revisándome y lo peor es que se me veía bien, yo misma me llene de vanidad y hasta me puse la nota más alta VEINTE; pero de solo verme así y de saber así media intrigada que también acababa de ser vista por ese hombre prácticamente desconocido termine contaminándome de una lujuria que en ese momento quería sacar las demás de sus cajitas y probármelas todas, incluso hasta ese comprometedor bikini rojo, me sentí tan contaminadísima que no me pasaba, pero finalmente no me atreví, solo me quede sentada en mi cama pensando y repensando de la idiotez que acababa de hacer, después estuve echada tendida en la cama, decidiendo, o dejo salir al demonio regocijándose en mi cabeza o lo dejo quedarse ahí.

Era finísimo, comodísimo como para vestirme en falda o un pantalón strech, era tan liviana y suave que casi no se sentía NADA incluso sus costuras ni se veían, me imagine una top model sentirme vestida con eso, obviamente así fue como los demonios prevalecieron, y termine por preguntarme porque no quise probármelas las demás delante de él, si lo hubiera podido hacer; además así podía oír sus opiniones de sastre. Como dije antes, me quede prendada de los demonios, solo jugaba con mis piernas fuera de la cama como una niña, y llame a mi perro. Lo llamaba pero a gritos.

El abrió una de sus puertas, obviamente me escucho, se levantó y fue abrirlo para dejarlo pasar, ¡!quédate ahí, cuídame ahí, no vayas a dejar pasar a nadie aquí, yo le puse rufián porque era bien envalentonado y tosco, pero todo eran tontos y tontos sarcasmos, para que el me escuche y se dé por aludido, como el perro me veía con unos de mis pies jugando y moviéndolos fuera de la cama, el también trataba de jugar con unos de mis pies y eso me hacía reír y hasta gritar para evitarlo, me comportaba como una sonsonasa, como una infantil niña, y no quería más que jugar; cuando el perro puso sus patas en mi cama parecía querer subir ahí para jugar, NO bájate, le grite, y lo llame al susodicho, le dije, mira no sé, el perro quiere subirse a jugar aquí en mi cama. Le dije eso mientras él me veía tirándome nuevamente sobre mi cama, obvio, aprovechaba mi desliz mirándome con la mitad de mis piernas al aire, y claro sin sentirme aludida de nada lo deje mirar, había algo de vanidad en mí, y no estoy segura si invadida de cierta lujuria.

Quieres que lo saque afuera? Me pregunto. Si porque está muy travieso igual así como su dueño le conteste.

Cuando él lo saco y desaparecieron de entre las cortinas me levante busque mi chompa y los seguí a ellos hasta afuera de la huertita, ahí lo vi con un cigarrillo en su boca, lo había tomado de una mesita de alado antes de salir hacia la huerta, seguro la dejo ahí antes de entrar a mi cuarto porque ahí adentro yo no lo vi con eso, y como supuso que yo no los iba a seguir lo tomo y así salió hacia afuera, eso me hizo suponer que fumaba porque él también se sentía algo tenso, algo que tampoco era distinto a mí, cuando me vio el trataba de disimularlo, pero yo me hice la tonta además estaba algo ocupada con el perro tratando de hacerlo entrar a su casita; y le ignore, pero eso fue solo en un principio porque después le pregunte, porque fumas? Lo tiro al suelo y se hizo el tonto??que has hecho porque lo votaste? Le pregunte. Me dio frio y lo agarre, me contesto; que? Se te bajo la presión o qué?, le dije y me reí, ?si se me bajo la presión? me dijo y se rio el también; pero al rato de estar callados y sin decirnos nada le dije que yo algunas veces y solo algunas también lo hago, ahí vinieron las palabrerías y pretextos de ambos lados, parecíamos ser sanos y hasta puritanos; pero cuando después me ofreció traerme uno, no me pareció algo malo ni estridente y acepte a que me traiga uno. Mis deslices me seguían una detrás de otra.

Desde ahí todo se me complico y se puso re peor, como afuera estaba oscurito y además me quede sola entre a la casa y como no supe que hacer ahí dentro camine como sonsa hasta mi cuarto y me quede parada ahí, (no quiero decir que me mordía las uñas) pero si me sentía nerviosa; obviamente el me busco y al saber que la tonta y susodicha se había metido de nuevo a su cuarto no encontró la mejor excusa de entrar de nuevo y alcanzármelo ahí.

Cuando lo vi pasar, sentí como unos escalofríos atroces, él se me acerco y me alcanzo el cigarro. No, enciéndemelo tú, le dije, solo te voy acompañar, disimulé.

De hecho él también se encendió uno y nos pusimos a conversar, los pretextos sobraron; hasta lo deje acomodarse; cuando jalo unas bolsas y se sentó encima de eso, no me importo, él me contaba sus cosas, y yo también termine contándole algunas de las mías, Tu cuantos enamorados habrás tenido, me preguntaba, No sé, tres, cuatro, no me acuerdo. Y tú? Le pregunte, nunca estuviste con una mujer? En mi juventud, de muchacho, pero después me pareció que mejor es estar solo, me respondió.

De hecho nuestra conversación término contaminándose de a pocos, y eso fue porque termine contándole de mi ex, y en algún momento me pregunto si había tenido relaciones con él, ?si claro? le conteste toda fresca, Qué pena, que sonso, que idiota, me decía, como pudo haberte hecho eso y después dejarte, pero así somos todos los hombres, sobre todo cuando estamos más jóvenes.

Torpes? Le pregunte, Si, si, no pensamos con la cabeza sino con los testículos.

Idiotas? Volví a preguntar, Si, si, también.

IMBECILES, TARADOS, ARRASTRADOS COMO LOS PERROS? Algunos me respondió.

Solo algunos? Y me hizo reír, pero también renacieron mis recuerdos y con eso mis despechos, mis corajes, y mi auto estima? Claro, termino yéndose de pico por los suelos, sentía pena de mí, me sentía desconsolar, pero claro, trataba de disimular y no demostrárselo.

Pero fue ahí donde se produjo la fatalidad, como estaba triste y vulnerable me dijo algo que me disparato.

No te pongas tensa; deberías relajarte un poco; déjame hacerte algunos masajes.

No supe responderle, ambos lo necesitamos. Ambos? Tú serás el que lo necesita porque yo no, le conteste.

Déjame presionar te un poco de tus hombros, relajarte ahí, vas a ver que así vas a liberar el estrés.

Estas tu loco? Ya vete de aquí. No es tan malo que te dejes hacer unos masajes. No es tan malo, pero tampoco lo quiero. Ni siquiera un poquito? No.

Subí mis piernas a la cama las escondí entre las frazadas; me acosté, pero como el aún estaba hi, tuve que girar de lado de él.

Me tomo de una mano.

Ya vete, deja de molestarme, le increpe; aun así llevo una de mis manos hacia su boca y la beso. No me molestes!!.

Él me puso su mano en uno de mis brazos y me los presionaba. Solo va ser por un ratito.

Ya te dije que no, y se cerraron mis ojos.

Posiblemente me observaba, posiblemente le tentaba algo; a pesar de mis sospechas no quise reaccionar, solo me quede así, en un raro estado de somnolencia, ahí me empezó a acariciar pero solamente mi mano, pero esta vez no me lo llevo a su boca solo se reclino y así logro besar mis dedos.

Luego lo sentí acariciando mis cabellos. No sé porque; no lo debería decir pero yo seguía con mis ojos cerrados.

El me seguía y seguía acariciando; bajo a mis hombros, me hizo algunas presiones; luego en mis brazos, y después en mi cadera. Luego beso un lado de mi vestido, y justo en la parte de mis muslos.

Ya, ya vete a dormir, lo empuje, inmediatamente después gire y me reacomode boca arriba, pero esta vez aleje mis brazos de él y claro, me cubrí la cara.

El acomodo el largo de mi vestido, como cubriéndome, en si no tenía por qué verse mal, pero cuando beso mi barriga, sentí su perjurio, pero por alguna razón decidí no molestarme.

Como él estaba sentadito pegado al suelo, solo sobre esos paquetes, podía acomodarse y tocarme, pero lo hacía en forma de masaje presionándome, y presionándome de un lado y otro de mi pierna.

Yo me ponía dormida, pero solo lo hacía para no tener que comprometerme ni decirle nada.

Y se bajó un poco más y empezó a masajear mis pies.

Cada vez que oía el plástico de su asiento crujir y arrastrarse por el piso, era porque se acomodaba, lo movía para poder acercarse y acomodarse más abajo de mí y yo al dejarlo hacer y no decirle nada se sintió con cierta licencia y beso mis pies.

Tampoco fue un beso descarado, no, no fue así, solo sentí un par de picos, pero después continuo presionándomelos.

Hacia tronar mis huesos, me sacaba unos conejos increíblemente sutiles y relajantes.

Después empezó a presionar mis pantorrillas luego mis rodillas, y cuando me dio un beso justo en ese extremo de ahí me impaciente.

Ya vete, y le empecé a porfiar para que se vaya.

Noo, solo es un ratito más, tu solo relájate, descansa.

Pero el hacia las dos cosas, ciertamente me relajaba pero también me empezaba hacer caricias muy sexuales con sus manos y al ratito cual descuido me besaba.

Cuando me corrió el vestido, digo me lo subió solo un poco más, lo deje porque todo se volvió así, sutilezas y sutilezas, y obviamente yo también caí en ese engorroso juego de hacerme la tontina y dejarlo; más bien lo que no me gustaba y empezaba a temer era verme así, tan entera de piernas y como mis faldas estaban dobladas un poco más de las rodillas, me impaciente y lo único que se me ocurrió fue buscar el interruptor del foco de mi cabecera y apagarlo, pero no sirvió de mucho porque aún estaba prendida la luz del cuarto, sentí un fastidio, y lo mande a que apague esa otra luz .

Noo déjalo así, me porfió. Entonces NO; vete. Pero esto se pone bien oscuro. No me importa, vete.

Él sabía que en ese lugar nunca faltan las lámparas de ron, de echo había uno arrumado por ahí, en algún lado de mi cuarto.

Muy hábil me dijo como proponiéndome la idea de que al encender esa lámpara el cuarto solo quedaría con la suficiente luz como para que no se vea tan oscuro ni tan feo, yo no quise ni siquiera eso, pero tampoco me puse obstinada, solo le mostré mis dudas, pero cuando me soltó y se levantó a buscar su lámpara supuse que solo se trataban de pretextos para poder seguir mirándome.

Pero mi decisión por seguir en ese estado de complicidad y dejarlo no había cambiado, a pesar de que se sentía fatal, preferí continuar haciéndome la tontita.

Cuando se apagaron las escandalosas luces y apareció ese destello oscuro y ensombrecido de su lámpara, me pareció irreal, incluso hasta fortuito; no había nada más que sombras y eso se sentía muy adecuado para el momento, además para mi recato y para mi falsa molestia.

De todos modos le pregunte qué es lo que iba hacer. Solo voy a relajarte. Respondió.

Nada más que eso, y luego te vas, le advertí.

Sus masajes continuaron y claro, sus besos también.

Obvio cuando me hacía eso me sentía derretir, cada vez que me tocaba y me repasaba todas sus manos ahí encima me tentaba a dejarlo continuar, de mi parte no saldría ningún reproche hacia él, al contrario solo me sentía tentada de seguir así, pero de solo dejarlo haciéndome tonteras tocándome así de un lado y de otro me vinieron unos acaloramientos y me excite, pero de una manera tonta y absurda, y es que era eso, solo se trataba de tontas y tontas travesuras de su parte.

Delicadas tiernas y a veces hasta indecorosas, nunca antes me había dejado tomar así, digo he tenido sexo sí, pero con besos arrumacos y por supuesto estando enamorada, pero no así y de esa forma, esto era algo distinto novedoso, tenía mucha eficacia sexual, porque de solo sentirme así tocada y explorada lograba relajarme, desinhibirme; en mi mente solo estaba en dejarlo tomar y que me vea todo, si se trataba de sentir besos prohibidos, también; esas manos ajenas le ponía esa sensación de prejuicio benévolo, y eso no hacía más que sentirme descubierta, rebuscada en medio de una infinita sumisión que prácticamente no parecía ser yo, porque de cándida e ingenua nunca fue parte de mí personalidad.

Cuando levanto mi vestido y esta vez lo hizo completamente me empezó a tocar muy mañosamente ahí, me dije, ok ok voy ampliar mi mente, en fin solamente lo está haciendo para verme, y si también me quiere besar ahí? Qué hago? Lo pensé, y lo pensé rápido, si lo hace con cierto decoro está bien lo dejo seguir, pero si se comporta como un asquiento y cretino me prendo de sus cabellos y lo saco de ahí.

Pero para suerte de él, y la mía también solo lo hacía con sutileza, así es que lo deje, claro que también empecé a tener un conflicto conmigo misma por eso, y todo era porque pensé en él, él ya había avanzado bastante y justo cuando llegue allí en ese punto tampoco lo iba sacar y votarlo, él es hombre y también se está muriendo de deseos, llegue al punto de pensar de no importarme si la cosa se me pone algo fea y se me complica y más que seguro por su intento de querérmelo sacar, no, no creo que yo me ponga a gritar no lo voy hacer, no lo voy hacer me decía (hablaba creo que con mi conciencia)

Pero después de todo no tenía por qué preocuparme tanto, porque lo sentía dudar, no parecía ser capaz de eso, me dio tanta espina que hasta me envalentone relajando mis piernas acomodándome mejor yo más bien termine impacientándome.

Lo mire, mi mirada lo hizo sentir a un más aludido, y se asustó.

Estas pensando bajarme la ropa interior? No, no, me respondió dudoso. No me mientas yo sé que lo estás pensando hacer. No, nada más te estoy besando. Me demoré un poco, pero solo un poco, y le dije. Te dejo hacerlo, pero solo para que me cambies por las otras trusas que trajiste.

Si, si claro yo te los acomodo.(sencillos idiotas, basta con saber que van a mirar a una y se vuelven perros)

Tráemelos??..Dónde están? Ahí dentro de la mochila. Cual, cuál? quieres que te lo ponga. La que tú quieras.

Saco las tres restantes de su cajita y se sentó en mi cama. Se SENTO!!! Que hombre tan suertudo digo yo.

Por supuesto que mis ojitos de candidez desaparecieron en ese instante, ya no quise cerrarlos, ahora no solo quería vigilarlo, sino tan bien quería verlo como lo hace.

Para él era como un festín tomarse la ?molestia? de sacarme la prenda, era como estar en su gloria, seguro estaría pensando que esta era su noche de suerte, porque de que era su noche, era su noche; él se maravillaba de verme así, se le veía muy complacido estirándome la prenda y lo peor de todo eso es que a mí también me encendía dejándome hacer eso.

Tuve que disimularlo, tenía que hacer algo pero muy rápido; agarre una la extendí, la reacomode y así con el vientre desnudo (no tenia de otra) se la entregue para que el suertudo de la lotto me la ponga.

Mientras le levantaba las piernas de una y de otra para ayudarlo a que me lo ponga el pasaba desde la incredulidad más infinita, hasta la lujuria. El besaba todo lo que me tocaba, absolutamente todo. Mis piernas quedaban tan absurdamente mojadas como su ridiculez; sus tentaciones ciertamente fueron sobrellevadas.

Incluso de su parlataneria; dios mío nunca me imaginé de verte así tan??????.etc. etc. etc.

Dame el otro, capaz me lo pones al revés. Ya? Ya te lo puedo sacar? Me preguntaba cual cerdo. Si sácalo, o me lo vas a poner encima.

Nuevamente se puso hacerlo, eso de por sí se convirtió en una especie de cortejo frívolo y antojadizo, incluso para los dos. Bajaba y me lo jalaba mirándome de esa parte de mí, y yo igual, inerte mostrándole el vientre.

Lo interrumpí, y le entregue otra para que ya deje de mirarme, agárralo así, le dije, me lo pones de ese lado. Mientras me subía la segunda prenda el ya no pudo más, y me toco acariciando mis bellos púbicos.

Lo deje hacer, porque todo se volvió muy morboso, incluso para mí, ambos nos entreteníamos de eso, el acariciándome las partes y yo sintiéndolo, mirándolo como se maravillaba de esa parte de mí, era una mezcla de timidez y asombro, pero también podía percibir nuestra lujuria.

Súbemelo, ya rápido.

Ni bien me lo acomodo yo ya le estaba entregando el otro que para el regocijo de los demonios era la más fatal de todas, la típica lencería, que de solo recordar esas tiritas y encajes me estrangula la conciencia.

El hacía soplidos, como conteniéndose de sus ganas. Porque ganas tenia y muchas.

Cuando lo paso por entre mis piernas me abrazo atrapándome desde mis rodillas y empezó a besarme, y besarme esta vez ya muy meloso demasiado mañoso e indecente diría yo, él no lo podía evitar, obvio se sentía atraído por lo que veía, yo me sentía en parte su cómplice, una especie de imán para él.

Pero cuando lo vi acercándose sobre mi vientre, y más que seguro tentado a querer besarme ahí, jale y subí mi trusa y me lo acomode yo misma.

Fatal, fatalismo, porque sus comentarios se disparataron, lo deje alabarme mientras reposaba sus ambos brazos de lado a lado de mis caderas. Contemplándome, miraba adorando los detalles, le encantaban los bordes, y cuando me empezó a manosear y sobar mis muslos muy mañoso el, sus expresiones y su tono de voz cambiaron, era de esperar, sentir esos halagos así muy subiditos de tono; y todo era por pedirme casi a suplicas de querer besarme, él quería ponerme su boca justamente en esa parte de mí!!!, lo sopesé, lo medite a golpe de mi pecho. Y más aun oyéndolo como me lo pedía.

Le dije, si apagas la lámpara y lo dejas todo oscuro te dejo besarme ahí. Lo pongo al mínimo, si? Por favor. Me lo propuso; Nooo no quiero nada le dije y me tape.

Entonces voy a prender la luz de afuera (pero si era. Así son todos, y él no era la excepción, tanto les encantan la luz, que? No son capaces de funcionar así a oscuras?)

Me hizo esperarlo, me impaciente de su retorno, pero cuando lo vi reacomodando la cortina de ese lado, seguro para dejar entrar algo de luz, me reí porque era ridículo, absurdísimo; baja, baja!!! esas cortinas le dije, pero no podía para de reírme.

Ciertamente y eso es solo para mí, la oscuridad y las sombras le ponen un atisbo benévolo, sobre todo cuando acabas de conocer a alguien y sabes que lo que vas hacer es comprometer tu recato, tu predica de mujer pura y prejuiciosa, así te cubres de todo ojo malévolo, solo quiero ser yo y nadie más que yo, y si mis tentaciones aumentan, esa es cosa mía; y claro existe una alta probabilidad y lo digo en condicional de que me pueda sentir hasta más peligrosa.

Pero él es muy lerdo, no lo sabe, no interpreta bien ese mensaje subliminal que le acabo de dar.

Me explico un poco más, yo estaba dispuesta, decidida a todo; en mi mente no cabía otra cosa más que entregarme a ese hombre, claro a pesar que para mí era prácticamente un desconocido igual lo quise hacer; lo único que no quería era verlo a él haciéndome esas ?cosas? y menos ver su cara así media lambida, solo quería sentirlo a él como hombre, si sé que suena como una cosa rara, pero era así. Seguro porque era muy mayor, y segundo porque nunca tuve una relación con él, salvo el de una amistad. Solo se trataría de ese momento y sería nada más que una sola vez, porque claro, yo después de esa tendría que desaparecer.

En esos momentos no quería enterarme de cualquier consecuencia que pudiera existir en el camino.

Solo quería sentir y disfrutar que para mí solo se trataba de una inmensa e impensable travesura, yo hasta me desconecte de todo, solo busque mirar algún infinito rincón, algún punto en que mi mirada se desvanezca; a pesar de sentirme que esta mujer echada ahí soy yo, tampoco se me dé por sentirme tan aludida. Pero esa tarea era casi imposible, porque de solo sentir como me está levantando el vestido y levantándomelo todo hasta el extremo de rosar mis senos ya me sentía una mujer fatal.

Pero felizmente logre no desconcentrarme de mi paz, aún permanecí sosegada cuando sentí las ligas de mi prenda escurriéndose por cuarta vez, no quise meditar, no quise tener sentimientos de culpa, ni siquiera remordimientos, solo deseos, yo me estaba dejando llevar por mis demonios, mis sentido de mujer afloraron de tal modo que mis tentaciones por deslumbrarlo a él y también a mí misma me sacaban fuera de sí.

Tan fuera de sí, que empezamos hablar estupideces, obviamente de él venían las más ridículas, y yo en el regocijo de mi vientre, redundaba en más; él me decía o creía que de ahí solo salen esencia de jazmines, perfumes de florales, parecía loco, ridículo con sus delirios, yo le decía, y le decía riéndome que nada de eso tengo ahí. Ahí no vas a encontrar nada de pétalos, ni siquiera una flor salvo orines, te vas a arrepentir, y lo empujaba. No importa, no importa, mejor aún, semejante agri sucio me resulto, pero cuando me toco, y me empezó a besuquear esa parte de ahí, desvaríe, incluso con el entendido de que de que esa posibilidad pudiera ser hasta cierta, le encantaba, lo disfrutaba todo, parecía fuera de sí; lo sentí tan insaciable con mis vulvas que todos esos beneficios que sentí viaje al más infinito de las estrellas. Todo eran instintos y odiosos instintos. Sin protocolos, sin arrumacos ni besos, muy descompilado todo; solo con saber que estoy sola y en medio de la nada con ese hombre quizás eso fue lo que desato la fanfarrea, fraguar todo y todo a costa de mis propios pudores no quedaba nada de mi salvo mis instintos, además yo sabía que no había nadie, ni un alma que me apunte con un dedo y me delatase, por eso fue que no me importo nada, salvo, y esto lo digo con temor, cumplirle sus deseos, que tome todo de mí, incluso hasta de mis senos que en la dicha de la oscuridad quedaron desguarecidos de los botones de mi vestido ; no tengo dudas de que este ?hombre? me agarro en mis míseros cinco minutos.

Que mínima precariedad mental, porque tuve tan poca lucidez; me puso algo en mi matecito de te?

Yo me vine, claro, en ese momento no supe contenerme, vi todas esas luces y sentí mi vientre estallar, después lo vote. Que lo termine el, pero en su cama, aquí y en mi delante NO.

El por supuesto quería acabar, quería seguir por un rato más.

Llévate todos tus regalos que trajiste, te los devuelvo, o mejor dicho te los regalo. Ahí los tienes, llévalos todos a tu cuarto, y lo haces.

Aquí no me dejes nada, yo no quiero nada y me re envolví. Tan infantil me puse cuando recupere mi sobriedad y me vino el arrepentimiento?

Que hubiera pasado si lo hacíamos; me refiero hacer sexo en su plenitud? dios mío no lo quiero ni pensar, capaz hasta hubiera enloquecido. O de repente no, quizás lo hubiera aceptado con remordimientos, con pena por mi tonto desliz, pero si lo hubiéramos hecho toda la noche y encima hubiéramos amanecido juntos? Él hubiera salido favoricidisimo y dependiendo de lo ?complacida? que hubiera quedado yo quizás hasta hubiéramos continuado, felizmente no sucedió nada más, y gracias a su tontera, algún tipo de complejo de que no querer subirse a mi cama y hacerlo; y digo hacerlo como se debe hacer; solo se quedó prendado de ahí, como que se conformó solo con eso, porque mujer tenía y lo tenía ahí lista he hirviente, dispuesta y predispuesta al sacrificio, pero gracias a todos los santos que conozco y a los que no conozco solo sucedió más que eso.

Pero tuvimos que seguir siendo amigos, pero era más que por temas de trabajo, pero no nos comunicamos por el celular, dejamos de hacerlo porque me compre otro, solo lo hacía llamar por un teléfono fijo, y como no logre convencer a la dueña para que él nos traiga las mercaderías por las mañanas; lo único que me quedo hacer fue dejar de contar todo lo que trae en las bolsas, firmar la guía como aceptando que todo está completo y revisado.

Y claro, hasta ahora vive mi coneja Belinda, la tengo conmigo porque es como yo, a veces algo tonta y descuidada, pero eso si tan bella y vanidosa como su nueva dueña, y preferí transarla por una salidita a un centro comercial con él que darle, entregarle, regalarle mi calzón usado que el cretino y sucio degenerado me lo pidió un día de esos. Faltaba mas.

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