Trabajaban juntos, vivían juntos y hacían el amor a diario
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Javi tenía 32 años, Noelia 30. Llevaban casados casi cuatro años. Con mucho esfuerzo habían logrado abrir su propio despacho, junto con otras dos personas: Fernando, abogado y compañero de Javi en la Facultad de Derecho, y Nuria, economista de 27 años. Noelia, diplomada en empresariales, ejercía de contable, secretaria y coordinadora de todo. El trabajo era duro, ya que había que pagar el piso donde estaba el despacho, el mobiliario y los gastos de la casa. No tenían hijos, no había tiempo ni ganas para ello. Este duro y moderno ritmo de vida había desgastado su matrimonio. Al principio todo era genial. Trabajaban juntos, vivían juntos y hacían el amor a diario, con toda la pasión. Pero de un año a esta parte las cosas ya no eran iguales. Su vida sexual se hizo monótona y aburrida, hasta el punto de que ya nunca les apetecía, tanto a él como a ella. En los últimos tres meses la abstinencia había sido casi total. Los dos se daban cuenta de que esto significaba un peligro para su matrimonio, pero no sabían o no podían hacer nada para evitarlo. Ambos eran conscientes de que esto no podría prolongarse mucho en el tiempo. A lo sumo un par de años más así y su matrimonio estaría acabado.
Pero nuestros protagonistas no eran personas que se dan fácilmente por vencidas. Sabían que su relación no iba bien, por lo que intentarían arreglar las cosas. Javi a sus 32 años era duro, frío, reflexivo. Su aspecto parecía no haber cambiado mucho desde que dejó la universidad. Medía 1,78 y pesaba 72 kilos, por lo que no era precisamente gordo. Su pelo moreno lo tenía siempre muy corto y casi no se le caía en los últimos años. En realidad aparentaba poco más de 25 años, pero la diferencia estaba en sus modales: era caballeroso, educado, cortés. Incluso se decía de él que era un lobo con piel de cordero. Noelia era morena, con media melena ondulada. No era alta, alrededor de 1,62, pero era delgada. Sus 51 kilos encajaban perfectamente en su figura, haciendo que ni faltase ni sobrase. Su rostro era suave, sin estridencias, lo mismo que sus ojos marrones. Tenía un pecho generoso, que contrastaba con la delgadez de su cintura. Caderas sugerentes y nalgas firmes remataban el precioso conjunto. Ella era de carácter pasional, pero tímida y prudente, no dada a locuras desconocidas. Aunque la pasión de ellos se iba apagando, seguían enamorados. Pero con eso no bastaba y los dos lo sabían. Una relación sin contacto físico satisfactorio está condenada al fracaso, más tarde o más temprano. De momento ambos estaban volcados en su trabajo y en salir adelante. Dentro de unos años, cuando esos retos se hubiesen superado, no quedaría más que hastío y aburrimiento, los ingredientes perfectos para provocar una separación (como bien sabían de su trabajo en el despacho).
Un día Noelia oyó en la radio hablar sobre dominación y sado. Se quedó sorprendida de que esas cosas pudiesen ser placenteras. Trató de no dar importancia al tema, pero no se lo pudo quitar de la cabeza. Un día, cuando se metían en la cama para descansar de una dura jornada de trabajo, preguntó a su marido:
– Oye Javi, ¿tú sabes algo de dominación, sado y esas cosas?
– No, no tengo ni idea – respondió él.
– ¿Te gustaría aprender algo de eso? – siguió preguntando ella.
– La verdad es que sería incapaz de pegarte – contestó él.
– Creo que no se trata de eso. He oído en la radio que en realidad se trata de adoptar los papeles de dominante y sumiso. A partir de ahí se trata de jugar y pasarlo bien. Tal vez deberíamos probarlo – dijo ella, con voz insinuante.
– Lo que tú quieras, cariño. Podemos buscar algún libro en la biblioteca o mirar en Internet.
La cosa no pasó de ahí: los dos estaban muy cansados para hacer nada en ese momento. Al día siguiente, sábado, mientras Javi repasaba unos papeles, Noelia se puso al ordenador y entró en un chat de sexo. Empezaron a bombardearla con proposiciones de privados, pero ella fue cerrando las ventanitas. Cuando se calmó la cosa ella miró la lista de visitantes del chat. Llamó su atención el nombre de uno de ellos: “Dueño”. Desde luego sonaba a temas de dominación. Estuvo tentada de pinchar en su nombre, para ver si quería hablar en privado con ella. Llegó a tener el ratón colocado, pero no se atrevió. Cerró el chat y apagó el ordenador, algo desasosegada. Se sentó junto a él, con un ligero temblor en las manos.
– ¿Te pasa algo cariño? – preguntó su marido.
– No, nada. Bueno, sí – fue su errática respuesta.
Javi cerró la carpeta con el asunto que estaba leyendo, se quitó las gafas, miró a sus ojos y se dispuso a escucharla. Él era un tipo tranquilo, con el que se podía hablar en cualquier momento, de cualquier cosa.
– Cuéntame.
– Acabo de estar en un chat de sexo. Había alguien llamado “dueño” – dijo ella, con rapidez.
– ¿Y?
– Tal vez él nos pueda contar algo de la dominación. Seguro que sabe mucho de eso – añadió.
– De acuerdo. Vuelve al chat y charla con él. Finge ser una chica que quiere ser dominada y deja que él lo haga. Si te gusta la experiencia, podemos aplicarla.
Noelia volvió a conectar el ordenador, temblando de excitación, de nervios. Entró en el chat, pero “dueño” ya no estaba. A la media hora lo volvió a intentar, con el mismo resultado. Algo desilusionada se sentó con Javi en el sofá:
– Seguro que mañana está, no te preocupes – dijo él, tratando de consolarla.
– ¿Por qué no lo haces tú? – preguntó ella de repente.
– ¿Yo?
– Si, tú. Hazme ese favor, anda. A mí me da mucha vergüenza. Seguro que lo hago tan mal que me deja colgada – suplicó ella.
– Pero en cuanto le diga que soy un tío no me hará ni caso – objetó él.
– No se lo dirás. En los relatos eróticos que escribes, muchas veces te pones en la piel de una chica y resultas muy convincente. Entras con un nick de mujer y ya está – dijo ella, con los ojos chispeantes.
Era cierto. En sus pocos ratos libres Javi escribía relatos eróticos. En ellos unas veces el protagonista era un chico, otras veces era una chica. Él lo narraba en primera persona, por lo que sabía meterse en el personaje, aunque este fuera femenino. Suspiró y dijo:
– De acuerdo, lo haré. Qué no haría yo por mi mujercita.
– Gracias – dijo ella besando la boca de él -, muchas gracias, eres un amor.
Al día siguiente, domingo por la mañana, ella salió de casa a las diez y media. Siempre quedaba a desayunar los domingos con sus antiguas amigas. Volvía a casa a eso de la una, justo para preparar algo de comer. Javi desayunó solo. Se sentó a leer un rato, pero a eso de las doce se le ocurrió meterse en el chat de marras, a fin de dar una sorpresa a su mujer cuando volviese. Encendió el ordenador y entró en el chat, con el nick de “Mariola”. A esa hora había pocas personas en ese chat de sexo, por lo que rápidamente vio el nombre de “dueño”. Esperó un par de minutos y picó sobre ese nombre, con el propósito de iniciar una charla privada. “Dueño” se mostró educado, pero cinco minutos después empezó a hacer preguntas. Javi empezó a zozobrar, a perder la seguridad. No sabía cómo era Mariola, ya que no había preparado el personaje, e incurrió en algunas contradicciones. El otro se dio cuenta y le cerró la ventana, no sin antes espetarle: “no tengo ganas de perder el tiempo con graciosillos”.
Javi se quedó de piedra. Era un hombre eficaz, no acostumbrado a los fracasos, por lo que aquello no le sentó bien. Desde luego el tal “dueño” no era tonto, porque le había calado en menos de un cuarto de hora. Era una pieza difícil de pescar, pero Javi era una persona de recursos. A la una llegó Noelia. Escuchó atentamente la historia de él y acabó a riendo carcajadas. Hacía meses que ella no se reía así.
– ¡Qué cosas le pasan a mi maridito! – dijo, acariciado el pelo de él.
A Javi le gustó la risa de Noelia, aquella risa natural de la que se había enamorado años atrás. Pero en el fondo deseaba cobrarse venganza. Si “dueño” era listo, él no era tonto. Estaba dispuesto a superar a aquel tipo, incluso en el terreno del otro, por lo que su mente se puso a funcionar.
Después de comer nuestros protagonistas se sentaron a ver un rato la tele. A eso de las seis él propuso salir a tomar unas copas, cosa que no hacían desde hace meses. Ella aceptó, entre encantada y sorprendida. Se vistieron con elegancia y de seis y media a ocho recorrieron unos cuantos bares, tomando ambos JB con hielo y charlando, más relajados que de costumbre. Cuando volvieron a casa ella se fue a preparar la cena. Él se sentó en el sofá del salón, con un portafolios y un bolígrafo. Cuando ella asomó para decir que la cena estaba lista, él ni se enteró.
– ¿Qué haces? – preguntó.
– Preparo el cebo adecuado – respondió él, sin dejar de escribir.
– ¿Vas a ir de pesca? – añadió ella riendo.
– Vamos a ir los dos. Esta noche. Es una pieza peligrosa y escurridiza, pero vamos a darle un cebo que no podrá rechazar – contestó él, mirando sonriente a Noelia.
Al día siguiente, lunes, era puente y no había que trabajar, por lo que no importaba estar toda la noche en vela, pescando. Después de cenar, a eso de las diez, tomaron café, momento que Javi aprovechó para enseñar el cebo a su mujer. La chica que había fabricado era una bomba. Se llamaba Sofía, tenía 19 años y estudiaba derecho. Físicamente no tenía desperdicio: 1,65 de altura, 55 kilos, media melena rubia, ojos claros, cintura apretada y pecho de la talla 95. Sofía sería tímida pero ardiente, culta, inteligente, atractiva y, por supuesto, sumisa. Su nick sería Sofía19. Ya veríamos si “dueño” se resistía a un manjar así. El siguiente paso era colocar el cebo en el agua. A eso de las once y media empezaba la pesca. Noelia preparó dos vasos de whisky con hielo. Casi nunca bebían en casa, pero ella dijo:
– Un día es un día. No siempre me sacas a tomar copas ni me llevas de pesca.
– Veo que te está gustando el plan del domingo – respondió él.
– Me encanta.
Entraron en el chat. Estaba bastante animado y, por supuesto, allí estaba “dueño”. Noelia cogió el ratón y lo llevó sobre “dueño”, pero él la detuvo.
– No, es mejor esperar.
– ¿Por qué? – preguntó ella.
– ¿A que para pescar un tiburón de cinco metros no te tirarías al agua? Es preferible dejar que muerda el cebo. Si vamos como locos a por él puede sospechar algo y, como ya te dije, el tipo no es nada tonto – explicó él.
– De acuerdo. Esperaremos.
Pasaron varios minutos, en los que no paso nada, excepto que un buen número de pesados querían montárselo en privado con Sofía19. Desde luego el nick de la chica estaba teniendo éxito. Javi fue cerrando las ventanitas de privados que todos aquellos idiotas abrían, hasta que la oleada inicial se calmó. Noelia se sentó a su lado, pero a los pocos minutos empezó a aburrirse.
– Voy a darme una ducha. Si esto tarda mucho acabaré dormida – dijo.
Bebió un sorbo de whisky y salió de la habitación. Javi mantenía los ojos fijos en la pantalla. Allí seguía “dueño”, como el tiburón de la película, sin acercarse al barco de pescadores. Si esto se prolongaba mucho, Javi había pensado otras estrategias, como por ejemplo mover un poco el cebo en el agua, es decir, que Sofía19 empezase a decir cosas en el chat general, para ver si el depredador se daba cuenta de su presencia. Si esto fallaba también no quedaría otro remedio que ir a por él, aunque después de la dentellada que había recibido esa misma mañana a Javi no le atraía mucho la idea. Cerró otra ventanita, de un tal “Caramelo”, que afirmaba tener “algo duro entre las piernas”. En ese momento se cerró el agua de la ducha y, al mismo tiempo, se abrió una ventana en la pantalla. En ella podía leerse:
Dueño: Buenas noches.
Javi sintió un ligero estremecimiento. Era como estar por fin frente al gran blanco. Había llegado el momento tan esperado, tan deseado y tan temido. Respiró hondo, tratando de calmarse, llevó las manos al teclado y escribió lentamente. En la pantalla apareció:
Sofía19: buenas noches.
Lo puso con minúsculas, a propio intento, ya que suponía que las chicas de 19 no respetaban mucho la ortografía. Miró para la puerta de la habitación y dijo:
– Cariño, ven. La pieza ha picado.
– ¡Ya voy! – contestó ella desde el cuarto de baño.
Antes de que ella llegase se desarrolló en la pantalla la siguiente conversación:
Dueño: ocupada?
Sofía19: no
Dueño: te apetece charlar?
Sofía19: sí.
Dueño: de q quieres hablar?
Sofía19: que significa tu nick?
En ese momento entró Noelia apresuradamente, secándose el pelo con una toalla. Solo llevaba una tanguita blanca. Se puso una camiseta de dormir, por medio muslo, que le sentaba de maravilla. Arrastró la silla hasta el ordenador y dijo:
– ¡Ha mordido el cebo! ¡Genial!
– Con cuidado, nena. Es un bicho peligroso – respondió él.
Noelia cogió una pequeña libreta y un bolígrafo, al objeto de copiar la conversación del chat. Ella escribía muy rápido y además “dueño” contestaba pausadamente, por lo que no tuvo problemas para copiarlo todo. En la pantalla del ordenador siguieron apareciendo líneas:
Dueño: significa ciertas tendencias sexuales.
Sofía19: cuales?
Dueño: dominación y sado.
Eso era lo que querían oír. El depredador se había tragado el anzuelo a tope. Ahora solo era cuestión de actuar suavemente, dando cuerda al bicho, para que tuviese espacio y no se revolviese contra la barca de los pescadores.
Llegaba el momento decisivo. Sofía dijo que le gustaría aprender de esas cosas. “Dueño” aceptó, pero advirtió que antes debería hacer unas preguntas. Javi y Noelia se miraron, con cierta excitación en sus rostros.
– Lo tenemos – dijo él -, pero ahora no hay que meter la pata. Acércame las notas de Sofía.
Noelia le tendió el papel que él había estado garabateando hacía un rato, cuando llegaron las preguntas de “dueño”:
Dueño: como eres?
Sofía19: 1,65 de altura, 55 kg, media melena rubia, ojos claros
Dueño: edad?
Sofía19: 19 años
Dueño: talla de sujetador?
Sofía19: 95
Dueño: harás lo que yo te pida?
Sofía19: sí, lo haré.
Dueño: quieres aprender a ser una buena sumisa?
Sofía: si, por favor
Dueño: como iniciación a la dominación hay un juego simple y divertido.
Dueño: como vas vestida?
En ese momento Noelia se señaló el cuerpo, dando a entender a Javi que Sofía estaría preciosa con la indumentaria que ella llevaba. Los ojos de la chica estaban fijos en la pantalla, pero escribía perfectamente sin mirar al papel.
Sofía19: llevo una tanguita blanca y una camiseta
Dueño: quítate la camiseta
Noelia sonrió y dijo: “habrá que hacerle caso, no se vaya a enfadar”. Y se quitó la camiseta, dejando al descubierto sus estupendas tetas. Javi se dio cuenta de que estaba excitada, ya que tenía los pezones algo duros. Por un momento sintió algo de envidia de “dueño”, ya que con tan poca cosa había conseguido excitar a su mujer. Pero solo fue algo pasajero, ya que de las consecuencias de la excitación sería él quien se aprovecharía y no el otro.
Sofía19: ahora mismo.
Sofía19: ya está.
Mientras esperaban la respuesta, Noelia se levantó de la silla y quitó la camiseta de Javi, arrojando las dos prendas sobre la cama. Sus miradas cómplices se cruzaron un segundo.
Dueño: vives con tus padres?
Sofía19: si, ellos duermen ahora
Dueño: eres virgen?
Sofía19: no
Dueño: vamos a empezar estás dispuesta?
Sofía19: lo estoy
Noelia estaba ya a cien. Javi pudo sentir incluso el olor que desprendía su sexo cachondo. El jueguecito les estaba excitando a los dos, más de lo que habían supuesto al empezar. “Dueño” se dispuso a empezar:
Dueño: no te correrás hasta que yo no te dé permiso entendido?
Sofía19: no lo haré.
Dueño: empieza a acariciarte los pezones.
Sofía19: si.
Lo cierto es que fue Noelia la que empezó a pasar sus manos por los tiesos pezones. Gimió levemente, se mojó los dedos en la boca y empezó a acariciarse, con una sensualidad impresionante, después de anotar en su libreta las últimas líneas del chat. Las caricias de ella eran suaves. Pasaba sus húmedos dedos en círculos sobre sus duros pezones, suspirando profundamente, al tiempo que decía: “Mmmm, me gustan estos juegos”. Su marido siguió escribiendo:
Sofía19: ya me estoy acariciando. Me gusta
Dueño: ahora pellízcatelos hasta que te duelan un poco.
Sofía19: si, dueño
El placer y la excitación se apoderaron totalmente de Noelia. Se pellizcó los oscuros pezones, emitiendo un ahhhhh prolongado.
Dueño: ahora te vas a acariciar el coño por encima de la tanga
Sofía19: como quieras dueño. Me estoy poniendo muy caliente
Dueño: pero recuerda que no te puedes correr hasta que yo te lo diga
Sofía19: no lo olvido
Noelia anotó esto con rapidez en su libreta, separo las rodillas y empezó a acariciarse el sexo. Inclinó su cuerpo un poco, hasta poner una de sus tetas cerca de la boca de Javi, el cual lamió aquel delicioso y caliente pezón.
– Uffffffff, esto es una pasada. Este tío sabe lo que hace – dijo ella, entre jadeos de placer.
– Y no sospecha nada – contestó él, cambiando la lengua de pezón.
Los dos estaban ya muy excitados. Ella alargó una de sus manos hasta la polla de él. La encontró dura como el acero. “Veo que a ti también te pone esto”, dijo con tono burlón. “Tú siempre me pones así”, respondió su marido.
Dueño: quítate la tanga
Sofía19: sí, dueño
Noelia se puso de pie, guiñó un ojo a Javi y dijo: “hazlo tú”. Él no se hizo de rogar. Cogió la fina tanga desde las caderas y la fue bajando hasta los pies, dejando al descubierto el magnífico coño de ella. La tanga estaba ya mojada, por lo que ella tuvo la precaución de poner la toalla sobre la silla, para no mancharla con sus abundantes jugos, al tiempo que decía a Javi: “desnúdate tú también”. Él lo hizo, despojándose del pantalón del pijama y de los slips, quedando totalmente desnudo, como ella.
Dueño: ahora te vas a meter las bragas en la boca, a modo de mordaza
Sofía19: ya voy
Dueño: así ahogarán tus gemidos
Desde luego, ella obedeció con una clara expresión de placer en el rostro. El aroma de aquella tanga mojada era embriagador y ambos lo percibían. El placer, pensó Noelia, no ha hecho más que empezar. Tras apuntar las últimas frases en la libreta, mientras esperaba la respuesta de “dueño”, ella cogió la dura polla de Javi, meneándola con suavidad, mientras sus finos dedos le acariciaban los testículos.
Dueño: métete un dedo en el coño.
Sofía19: sí, me apetece mucho
Javi miró a su izquierda, viendo como el índice de ella desaparecía dentro de su cuerpo. Se oyó un quejido, ahogado por la tanga que tenía en la boca.
Dueño: con la otra mano te vas a frotar el clítoris
Sofía19: ahhhh, no sé si podré aguantar mucho así, sin correrme
Dueño: tendrás que suplicarme para que te deje hacerlo
Dueño: si te corres sin mi permiso tendré que castigarte
Sofía19: lo siento, no lo haré sin tu permiso
Desde luego Sofía encajaba perfectamente en el estereotipo de chica sumisa. Noelia se acarició su hinchado clítoris, sintiendo un gustito delicioso. Con un gesto indicó a su marido que se ocupase de sus tiesos pezones, mientras ella seguía metiendo y sacando un dedo por su mojado sexo.
Dueño: fóllate con dos dedos
Sofía19: siiiiiii, es estupendo como me haces sentir
Dueño: lo estás haciendo muy bien
Sofía19: muchas gracias, dueño.
A ella se le pusieron los ojos en blanco cuando se metió los dedos índice y medio en el coño, sin dejar de acariciarse el clítoris, mientras Javi pellizcaba con delicadeza sus pezones. Unos gemidos, apenas perceptibles, se escapaban por su boca, a través de la tanga. Por la expresión de su rostro, él supo que el orgasmo estaba muy próximo, por lo que tecleó con rapidez:
Sofía19: no puedo más, esto es un infierno de placer
Dueño: quémate un poco más en el infierno
Sofía19: no puedo más, por favor, deja que me corra
Dueño: pellízcate antes el clítoris
El grito ahogado de ella indicó que lo había hecho. Su respiración era jadeante, sus dedos seguían clavándose en su coño sin tregua.
Sofía19: te lo suplico dueño, déjame correrme.
Dueño: está bien, hazlo ahora, córrete
Noelia sintió como si una presa de hormigón se rompiese dentro de ella. El placer se apoderó de todos los poros de su cuerpo y de su garganta salió una especie de quejido apagado. Se corrió, notando como sus dedos se empapaban con sus abundantes jugos vaginales. Ella quedó un momento como inconsciente, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás. Javi acarició su muslo con ternura, hasta que ella le sonrió.
Sofía19: Oooohhhh, ya, ya, me corrooo
Sofía19: eres maravilloso, dueño
Dueño: no seas aduladora
Sofía19: disculpa, pero es la verdad
Dueño: también te puedo castigar por eso
Sofía19: lo siento
– Vaya con el tipo, no lo hace mal ¿eh? – dijo Javi.
– No, nada mal. Qué me vas a contar a mí – dijo Noelia, aún con la tanga en los labios.
Era hora de liberar a la chica de la mordaza.
Sofía19: puedo quitarme la tanga de la boca, dueño?
Dueño: sí, pero antes chúpala.
Ella se sacó la tanga de la boca. La puso entre su cara y la de él, invitándole a que chupase con ella. Las dos lenguas se aplicaron sobre aquella minúscula y húmeda prenda, lamiendo, rozándose y disfrutando del sabor que tenía. Al cabo de unos segundos, Javi volvió al teclado:
Sofía19: está muy rica, dueño, muy mojadita
Dueño: pero no te vistas hasta que yo no te lo diga
Sofía19: seguiré desnuda para ti
Dueño: así me gusta, que seas complaciente con mis deseos
Sofía19: me encanta serlo
La polla de Javi seguía dura, insatisfecha. Ella, ya recuperada tras su explosión de placer, la cogió con dulzura, acariciándola con cuidado. Después empezó a menearla con la mano izquierda, muy despacio, con un rimo constante. Cada vez estaba más dura. A él le resultaba delicioso aquel tratamiento. La escasez de sexo en las últimas semanas hacía que las sensaciones se multiplicasen. Ella no interrumpió su tarea cuando en la pantalla apareció lo siguiente:
Dueño: has disfrutado con el juego?
Sofía19: muchísimo no lo has notado?
Dueño: sí, eso me ha parecido
Sofía19: que tal lo he hecho? Ten en cuenta que era la primera vez
Dueño: has hecho todo lo que te he pedido?
Sofía19: si, no sé por qué, pero te he obedecido
Dueño: entonces lo has hecho muy bien, puedes llegar a ser una buena sumisa
Javi ya casi no podía escribir. La deliciosa paja de ella estaba surtiendo efecto. Él jadeaba, suspiraba, notando que se acercaba el momento álgido. Acarició la espalda de su mujer y ella se inclinó sobre su polla, metiéndosela en la boca. Aquello fue demasiado.
– Mmmm, me voy a correr, cariño.
Ella no contestó, pero no paró de chupar. “Ahhh, yaaa” gritó él, notando como su semen se desparramaba por la boca de ella. Noelia se tragó toda aquella deliciosa cremita. Estaba caliente, pegajoso, pero muy rico. Ella no era muy dada a aquellas prácticas, pero aquel domingo por la noche estaba lanzada y no se detendría ante nada. Las últimas gotas de aquella abundante corrida resbalaron por sus labios y por su barbilla. Entonces “dueño” volvió a tomar la palabra:
Dueño: pero la primera lección aún no ha terminado. Sigues caliente?
Javi miró hacia su mujer, que estaba limpiándose con un pañuelo de papel las últimas gotas de esperma, y vio que asentía con la cabeza. Por lo tanto escribió:
Sofía19: sí, aún lo estoy, me pones muy caliente
Dueño: bien, te voy a contar cosas para excitarte
Dueño: cuando empieces a masturbarte me lo dirás, pero no me cuentes lo que estás haciéndote
Dueño: y no te corras sin mi permiso. Tendrás que volver a suplicar que te deje hacerlo. Entendido?
Sofía19: sí, dueño, lo he entendido
Noelia se acomodó otra vez en su silla. Aprovechando la pausa, anotó en la libreta las últimas líneas de la charla. Se dispuso a sumergirse de nuevo en el placer de “dueño”, con los pezones duros de nuevo y el sexo con una incipiente humedad. Sintió como la excitación volvía trepar por todo su cuerpo, cuando el escualo volvió a atacar.
Dueño: una sumisa no es una puta. Es alguien que se entrega a alguien por puro placer.
Dueño: el amo o dueño busca dar placer a la sumisa.
Dueño: esto se puede lograr de distintas formas, todas ellas muy placenteras.
Sofía19: cuéntame algunas, por favor.
Dueño: una de ellas es la privación sensorial. se vendan los ojos de la sumisa, para que ella no pueda ver de donde vienen los besos y las caricias. así todo resulta excitante y sorprendente.
Sofía19: me gusta….
Dueño: otra opción es la inmovilidad. se ata a la sumisa. ella no puede moverse y queda a merced de lo que su amo quiera hacer con su cuerpo.
Javi miró de nuevo a la derecha, observando que Noelia ya se empezaba a acariciar de nuevo sus sensibles pezones.
Sofía19: me estoy empezando a masturbar de nuevo, dueño, lo que me cuentas es muy excitante
Dueño: bien. la sumisa debe estar dispuesta a acatar órdenes. En ocasiones él puede dejarla al borde del orgasmo, sin permitir que lo alcance.
Sofía19: eso es cruel…
Dueño: si, lo es, pero no es arbitrario. si ella se porta bien él permitirá que se corra. si se porta mal, será castigada
Sofía19: estoy muy excitada de nuevo, me gusta mucho lo que dices, sigue
Aquello no era ninguna exageración. Noelia se frotaba el coño, metiendo y sacando los dedos de aquella almejita empapada. Aún así seguía copiando en la libreta las frases de él. Javi se giró, besando su boca entreabierta. Sus lenguas se rozaron, entre jadeos entrecortados.
Dueño: también se pueden usar determinadas cosas sobre le cuerpo de la sumisa.
Dueño: cera caliente, hielo o pinzas para los pezones. Todo ello resulta muy placentero, si se usa con inteligencia
Sofía19: sigue, por favor, sigue
En ese momento Noelia no pudo más. Deseaba sentir una buena polla dentro. Se puso de pie y giró la silla de Javi hacia ella. Ambos quedaron de perfil, respecto a la pantalla del ordenador. Abrió sus piernas y bajó lentamente sus nalgas sobre la polla de su marido, que a estaba de nuevo a punto.
– Porque le desobedezcamos un poco no va a pasar nada. Quiero que me la metas – dijo ella.
– Será un verdadero placer, querida – respondió él.
Con un movimiento gradual ella se fue clavando la polla de él. Gimió cuando empezó a entrar y chilló cuando se la metió del todo. Empezó a cabalgar, con movimientos perfectos. Ambos giraron el cuello para poder seguir leyendo en la pantalla:
Dueño: no es fácil llegar a ser una buena sumisa, requiere tiempo, pero tú tienes buenas maneras
Sofía19: quiero que me enseñes. Ser tu sumisa me da mucho placer.
“Vaya si me da placer”, dijo Noelia al leer esto, mientras seguía subiendo y bajando sobre la polla de Javi. Ella gemía, mientras se agarraba al cuello de él. Javi sobaba sus tetas y apretaba sus pezones. De vez en cuando llevaba una mano al teclado para responder brevemente. Así “dueño” sabría que Sofía seguí allí. Ella jadeaba y suspiraba sin parar, notando la polla bien dentro de su coño. “No sé si voy a poder aguantar mucho más, es delicioso”, dijo.
Sofía19: quiero correrme dueño. Me dejas?
Dueño: aún no. Tendrás que sufrir un poco más para ganarte ese derecho.
Noelia gimió profundamente al leer esto. Estaba totalmente entregada al juego de “dueño” y a la polla de su marido. Por eso redujo el ritmo de sus entradas y salidas, para tratar de alargar un poco la llegada de su orgasmo y poder obedecer. Suspiró de nuevo, con auténtica expresión de placer. Javi, que conocía bien a su mujer, supo que aquello no iba a durar mucho más.
Sofía19: por favor, no puedo más, necesito correrme yaaaa.
Dueño: sí, puedes hacerlo
Sofía19: muchas graciassss
Tras escribir esto, Javi apretó un poco los pezones de ella, clavando a continuación su polla a tope en el coñito mojado que tenia encima. Noelia gimió con fuerza. Un temblor increíble sacudió su cuerpo. Se corrió agarrada al cuello de Javi, con la polla dentro y con las manos como pinzas en sus pezones. Sintió como sus muslos chorreaban a causa de sus abundantes jugos vaginales. Después, se dejó caer a su silla, sentándose sobre la toalla. Pero al momento volvió a coger el boli y la libreta, al objeto de anotar las frases que se había perdido mientras follaba.
Sofía19: ahhhh, ha sido estupendo, me haces sentir muy bien
Dueño: lo importante es obedecer al dueño.
Sofía19: a cambio de este placer te obedezco encantada.
En ese momento ella, que ya había escrito todo lo que había en la pantalla, tocó un poco la polla de Javi, aún tiesa, y dijo:
– ¿Y tú?
– No te preocupes por mí, ya me recompensarás en otro momento – respondió él -. Hacía tiempo que no te veía así.
– Uffff, esto es demasiado. Entre los dos me vais a matar esta noche – dijo ella, sonriendo.
– Nos lo hemos ganado. La pesca está siendo de lo más rentable, ¿no te parece?
– Claro que sí. Hice bien en casarme con alguien tan inteligente como tú – comentó ella.
Tuvieron que dejar de hablar, porque “dueño” volvía a la carga. De nuevo con ese estilo enigmático, pausado, frío y sugerente.
Dueño: lo has hecho bien, pequeña. Ahora quiero hacerte algunas preguntas. Serás sincera?
Sofía19: lo seré, dueño.
La bestia aún estaba viva y era todavía peligrosa. Javi y Noelia se miraron un momento, respiraron hondo y trataron de no equivocarse al responder. Él acercó de nuevo la hoja que describía a Sofía, al tiempo que dijo a su mujer:
– Atenta ahora. El interrogatorio puede ser duro. Pero hemos llegado hasta aquí y no vamos a fallar ahora.
– No lo haremos, seguro.
La primera pregunta no tardó en llegar y se trataba de responder con rapidez, para que él no notase ninguna vacilación:
Dueño: a que edad perdiste la virginidad Sofía?
Sofía19: a los 18
Dueño: con quien?
Sofía19: con un chico de 19
Dueño: te gustó?
Sofía19: mucho, él lo hacía muy bien
Dueño: has tenido muchas relaciones desde entonces?
Sofía19: varias
Dueño: con alguna chica?
Sofía19: solo una vez, con una amiga y su novio
Dueño: tienes novio?
Sofía19: no
Dueño: te gustaría ser mía?
Sofía19: me encantaría
Dueño: te has excitado de nuevo?
Así que todas aquellas preguntas solo eran para excitar de nuevo a Sofía. El pez estaba realmente bajo nuestro control. “Dueño” no dudaba que era realmente Sofía la que estaba al otro lado. En ese momento Noelia dijo: “Dile que sí, es verdad”, y se abrió de piernas, mostrando a Javi su coño mojado de nuevo.
Sofía19: sí
Dueño: entonces vamos a jugar un poco más.
La mueca de cansancio de Noelia hizo que Javi respondiese lo siguiente:
Sofía19: estoy muy cansada, dueño, no sé si podré más
Dueño: te niegas a complacerme?
Cuidado. Esto era peligroso. El escualo parecía muerto, pero aún podía destrozarles de un solo mordisco. Se miraron y fue Noelia la que dijo:
– Acepta. Creo que aguantaré otro asalto.
Javi estaba gratamente sorprendido. Por lo general su mujer era persona de un solo orgasmo. Cuando ambos se habían corrido, ella consideraba que ya era suficiente por ese día, por lo que nunca pedía más. Pero aquella noche parecía insaciable. Ya se había corrido dos veces y aún quería más. Era sorprendente.
Sofía19: te complaceré. Haré lo que me pidas.
Dueño: así me gusta. Te contaré alguna cosa más y tú te masturbarás, pero sin correrte.
Dueño: pero ahora me describirás como te vas masturbando.
Sofía19: de acuerdo, dueño.
Dueño: cuando una sumisa lo es del todo, hace sin vacilar lo que el dueño quiere, las 24 horas del día está dispuesta.
Dueño: la prueba definitiva es llevar a la sumisa a un bar o discoteca y exhibirla.
Dueño: después le pedirá que seduzca a un hombre que esté allí y ella lo hará.
“¡Vaya con el tipo!”, exclamó Noelia, “no tiene límites”. Y sin más empezó a acariciarse de nuevo los pezones, mientras Javi escribía con una mano y acariciaba su caliente coño con la otra.
Sofía19: me estoy acariciando los pezones, dueño, me resulta delicioso
Dueño: sigue. Cuando la sumisa seduce al hombre, a veces debe permitir que este la folle, ante la mirada de su dueño.
Dueño: o que la follen entre los dos, por todos los agujeros de su cuerpo.
Sofía19: me gusta, dueño, me estoy metiendo los dedos. Estoy de nuevo muy caliente, me pones muy caliente.
Dueño: incluso puede pedir el dueño que la sumisa seduzca a una chica
Noelia estaba ya masturbándose a todo trapo. Su respiración era acelerada. Los dedos entraban con facilidad en su castigado sexo, mientras que Javi le regalaba unos deliciosos mordisquitos en los pezones.
Dueño: en este caso acabarán haciéndolo los tres.
Sofía19: si, si, si. deseo correrme otra vez
Dueño: no, todavía no he terminado. la sumisa debe hacer todas estas cosas para complacer a su dueño.
Dueño: recuerda que si te corres antes de tiempo puedo castigarte, eres mía.
Sofía19: no, no lo haré hasta que tú me lo digas.
Dueño: la sumisa hace todas estas cosas para complacer a su dueño.
En ese momento Noelia sintió que las fuerzas le abandonaban. Apretó con el pulgar su clítoris y se corrió con dos dedos dentro del coño.
– ¡Ahhhh, que placer! ¡Me muero de gustoooo! – chilló, cuando llegó al clímax.
– Cómo estás hoy, corazón. Estoy encantado de que seas mi mujer – respondió Javi.
– Lamento haberme adelantado, pero no podía más. No obstante le daremos un orgasmo a ese tipo, cuando lo pida.
Javi supuso, con acierto, que ese orgasmo sería el suyo. Entre tanto “dueño”, ajeno a todo esto, seguía escribiendo:
Dueño: una buena sumisa no debe dudar. Su placer se basa en obedecer órdenes.
Noelia se levantó de la silla, invitó a Javi a que hiciese lo mismo, se arrodilló ante él y dijo:
– Te voy a hacer una mamada de campeonato. Sigue tecleando, si es que puedes.
Ella agarró la polla erecta, comenzando a chuparla con buen ritmo, metiéndola casi entera con cada movimiento de cabeza.
Sofía19: estoy casi muerta, dueño, muerta de placer
Dueño: el placer que se hace esperar es el mejor y tú esperarás lo que yo quiera
Sofía19: me haces sufrir, pero eso me encanta
Dueño: resiste pequeña, que tendrás tu recompensa.
La mamada de Noelia era deliciosa, suave, eficaz. Javi cada vez tenía más difícil mirar para la pantalla y, no digamos, escribir. Cuando notó que estaba cerca del orgasmo tuvo que suplicar a “dueño”:
Sofía19: ya no aguanto más, no puedo más, quiero correrme
Dueño: córrete ya, es una orden
Javi respiró hondo. Escribió como pudo lo siguiente:
Sofía19: yaaaa, ahhhh
Notó que las piernas no le sujetaban, por lo que pulsó el intro para enviar esa frase, pero tuvo que apoyarse para no caerse, mientas se corría en la boca de ella. El mantener pulsada la tecla hizo que Sofía19 fuese expulsada del chat, apareciendo un aparatoso mensaje de error. Noelia chupaba y tragaba semen sin parar, con una voracidad desconocida hasta ese día. Entre tanto Javi tanteó el ratón. Logró volver a entrar en el chat en unos segundos, mientras ella seguía relamiéndose con los restos de su corrida.
– Eres todo un campeón. Me has llenado la boca de leche, pero no he desperdiciado nada – dijo ella, sonriente.
– Este tío va a acabar con nosotros, pero es estupendo – contestó él.
Nada más entrar de nuevo en el chat apareció la ventana de “dueño”.
Dueño: algún problema?
Sofía19: perdón. Es que mientras me corría apoyé el dedo sobre el intro y apareció un mensaje de error.
Dueño: No te preocupes
Sofía19: ha sido una pasadaaaaa
Dueño: supongo q estarás agotada.
Javi no podía verse la cara, pero sí la de ella. Eran más de las dos de la madrugada y ambos estaban muertos.
Sofía19: extenuada, diría yo
Dueño: lo has hecho bien, te mereces descansar.
Sofía19: muchas gracias, dueño
Dueño: te gustaría seguir siendo mía?
Sofía19: sí
Dueño: las siguientes clases serán ya más exigentes
Sofía19: no me importa.
Dueño: perfecto, con el tiempo llegarás a ser una buena sumisa, mi sumisa
Sofía19: me gustaría. puedo preguntarte algo?
Dueño: adelante.
Sofía19: la próxima vez que entre el chat puedo ir a buscarte o espero a que me busques tú?
Dueño: serás tú la que me busque
Sofía19: de acuerdo
Dueño: hasta ese momento te voy a poner deberes.
Sofía19: dime
Dueño: escribirás un relato en el que describas la aventura con tu amiga y con su novio. Me lo enviarás, junto con tu dirección de correo electrónico, a [email protected] lo harás?
Sofía19: lo haré, dueño
Dueño: alguna pregunta más?
Sofía19: solo una, si me permites
Dueño: hazla
Sofía19: ya sabes que yo he disfrutado, que me he corrido tres veces. Has disfrutado tú?
Dueño: sí, he disfrutado, pero no me he corrido
Sofía19: increíble. Yo estoy muerta
Dueño: entonces te dejo descansar, seguro que duermes satisfecha.
Sofía19: muy satisfecha, gracias a ti.
Dueño: un beso, nos vemos en un par de días
Sofía19: lo estoy deseando, otro beso
Y así terminó aquella excitante aventura con “dueño”. Javi salió del chat y apagó el ordenador, después de dar unos segundos a Noelia para que acabase de copiar la conversación. Los dos seguían desnudos, lacios de placer, pero el caso es que nada más meterse en la cama se pusieron a follar como si el mundo se fuese a acabar esa misma noche. El “efecto dueño” aún les poseía. Durmieron profundamente, hasta casi las once de la mañana de aquel lunes de puente. Se ducharon juntos y desayunaron unas tostadas con mermelada, pero a eso de las once y media decidieron volver a la cama, ya que aún estaban cansados y no tenían nada urgente que hacer en todo el día.
– Lo de anoche ¿fue real o lo soñé? – preguntó él.
– Comprobémoslo – contestó ella cogiendo su libreta.
Empezó a leer, pero antes de cinco minutos los dos estaban tan calientes que fundieron sus cuerpos y dejaron que la libreta cayese al suelo. Siguieron así durante varios días, perdiendo la cuenta de los orgasmos que habían tenido. Aquello sí que había sido una buena inyección de sexo para su matrimonio. Un poco de lectura de aquella libreta provocaba efectos milagrosos en los dos.
A los cuatro días nuestros protagonistas discutieron si era conveniente volver a meter a Sofía19 en el chat, para que recibiese otra clase intensiva de “dueño”. Tras una larga conversación llegaron a la conclusión de que eso no estaría bien. Aquel tipo les había hecho un favor demasiado grande y no se merecía que siguiesen engañándole. Incluso era posible que le debiesen la salvación de su matrimonio. Además, cuanto más durasen sus mentiras, más probabilidades habría de que “dueño” les descubriese. Después de pescar un gran tiburón, no es prudente intentarlo con otro.
Ellos habían jugado sucio y “dueño” se merecía una disculpa. Redactaron un resumen de la historia, explicando por qué lo habían hecho y disculpándose. Corrían el riesgo de que él les odiase para siempre, pero era lo mejor que podían hacer. Se lo mandaron ese mismo día, a la dirección de correo electrónico que él les había dado, incluyendo la dirección de ellos, por si él quería contestar o enviar alguna sugerencia sexual (“dueño” andaba sobrado de ellas).
Entre tanto, nuestros protagonistas seguirían excitándose con el recuerdo de aquella gloriosa noche. Su vida sexual se ha multiplicado y lo hacen a todas horas y en todas las posturas imaginables. Incluso les ha quedado una secuela de aquella noche, ya que Noelia, cuando está a punto de alcanzar el clímax, siempre pregunta:
– Ohhhh, ¿puedo correrme ya cariño? Por favor, deja que me corra.
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