Ardiendo en esas calenturas sexuales propias de esa edad

En aquella urbanización en la que vivíamos,había una panadería en la que únicamente trabajaban mujeres, y todas ellas muchachas muy jóvenes,a las que comenzamos a mirar con desmedidos anhelos de tener con ellas, sexo y más sexo, en esos deseos de jovenzuelos desaforados por salirse con la suya.
Modestia aparte, los tres, éramos muy agraciadamente dotados por la naturaleza, con ese encanto que los varones suelen muy escasamente tener, salvo aquellos afortunados que en muy minoritario número esa suerte tienen.
Y cada vez que juntos los tres a aquella panadería íbamos, notábamos cómo las mujeres aquellas fijaban su atención en nosotros, con esa manera tan especial con la que las mujeres atienden a un varón cuando éste les interesa.
Los tres, comenzamos a trazar planes, y nuestro objetivo se centró, en lograr intimar con las mujeres aquéllas, y llegar a hacer de ellas, nuestros objetos de desahogo sexual.
Con ese arrojo y esa inexperiencia propia de esa edad, nos lanzamos en la más descabellada arremetida de conquista manifestándoles nuestro deseo de tener con ellas sexo ilimitado y pleno, y las mujeres aquellas se rieron mirándose, y con esa femenina manera de saber entenderse todas con la sóla acción de cruzarse miradas, comenzaron a respondernos de manera tal, que unas y otras comenzaron a hablar sin contradecirse en absolutamente nada, pero "aceptando" nuestra propuesta, aunque para ello, deberíamos antes cumplir ciertos requisitos que luego, irían ellas a indicarnos.
Ansiosos, encendidos en excitación bestial y deseando conocer cuanto antes esos requisitos,les manifestamos nuestra incondicional aceptación, y nos dijeron que aguardásemos al siguiente día, a que ellas nos comunicasen su planteo al respecto.
Era obvio!: ellas, irían a coordinar a solas entre ellas, un plan para atraparnos...nosotros, sólo esperábamos con calenturienta ansiedad, el momento de poder cojer con aquellas exuberantes hembras que parecían como seleccionadas para la más provocativa de las pelis pornos.
Poseídos en ansiedad y calentura en dosis idénticas, fuimos ese siguiente día tal cual ellas nos lo habían indicado para tratar con ellas lo ya previsto, y las muy cochinas, esperándonos con unas miradas tan puercas como maliciosas, hasta riéndose con desparpajo y cinismo mientras nos veían legar, nos llamaron aparte, y dos de ellas nos indicaron todo cuanto deberíamos hacer, para poder tener con ellas esa loca fiestecilla de orgía desenfrenada en la cual ellas y nosotros, disfrutaríamos a tren de locura..!
La cosa, así debería hacerse:
Al horario de cierre de la panadería, deberíamos ir, y ellas nos harían entrar al galpón del fondo donde tenían la cuadra que se le llama a donde hacen el pan, y allí...la orgía sería..!
Hechos un fuego por la calentura que nos dominaba, nos retiramos para aguardar esa hora tan esperada, y cuando ella llegó, pues...alá a la panadería los tres nos fuimos, hirviendo y con nuestros huevos como piedras de tan cargados de semen y nuestras vergas que parecían hierros de tan duras..!
Anochecía...llegamos, y las vimos cómo nos veían llegar, mientras sus miradas no podían ser más maliciosas.
-"Pasen, pasen y esperen aquí detrás, y aguarden a que cerremos el comercio, que ya venimos con ustedes...pero mientras tanto, beban este refresco los tres!" Nos dijeron, mientras nos alcanzaron aquellos vasos con coca-cola helada que en aquella tarde de calor, nos llenó de alegría sólo el verlos!Bebimos, desaforadamente, aquellos vasos repletos!
Pronto, comenzamos a sentir cómo aquella loca calentura sexual que sentíamos...se nos iba multiplicando de una manera bestialmente atróz, sin haber jamás nosotros antes experimentado sensaciones así tan fuertes!!! Ayyyy! pero...¿qué nos estaba pasando???
Como un candente río volcánico una lujuriosa calentura monstruosa comenzó a recorrernos el cuerpo entero mientras nos retorsíamos y hasta gritábamos, y sentíamos cómo aquellas mujeres que ya habían cerrado el comercio, con extrema rapidéz bajaban las persianas cerrando todo, mientras las carcajadas largaban y en cosa de segundos, entraban todas corriendo allá a la cuadra donde nosotros estábamos, lanzándose las seis -que seis ellas eran-, sobre nosotros tres capturándonos así en ese estado en el que los tres nos encontrábamos así poseídos en monstruosa calentura bestialmente atróz: ¡nos habían drogado las muy cerdas, con un fortísimo excitante sexual con el que se estimula a cerdos y caballos sementales antes de juntarlos con las hembras de su especie para obtener mejores resultados en los apareamientos!
Nos desnudaron a los tirones y nos hacían sentir sensaciones atroces de cosquillas indecibles que las sentíamos centuplicadas en su intensidad, haciéndonos gritar y bramar como animales en el más desesnfrenado placer ilimitado mientras yá, todas ellas, desnudas y exuberantes, comenzaban a desarrollar la más frenética orgía sometiéndonos de manera atróz.
Nosotros, apenas unos chicos que ni quinceañeros éramos, teníamos encima de nuestros cuerpos a dos mujeres cada uno, regodeándose lujuriosas en desenfrenada orgía divirtiéndose con nosotros.
Mamadas desaforadas que nos hacían hasta aullar como perros sintiendo aquellos orgasmos que nos hacían acabar como bestias mientras engullían nuestras leches y sus manos nos cosquilleaban enloqueciéndonos en desesperaciones atroces.
La excitación no cesaba en nosotros y una y mil variantes ellas hacían ya follándonos ya mamándonos; ya pajiándonos ya haciéndonos lamerles el culo o el coño, los pies o las tetas, axilas o lo que quisieran, haciéndonos cada dos minutos entrar una y otra vez en orgasmos uno más intenso que el anterior, haciéndonos girar en una loca rueda de desesperación enloquecedora que nos hacía desear morirnos de golpe antes de continuar soportando tan exagerada avalancha de placer tan monstruosamente insoportable!!!
Queríamos desesperadamente que aquel loco estado en el que nos encontrábamos amainase en su bestial fuerza, pero con terror sentíamos aquello acrecentarse en vez de amainar! Ellas, largaban las carcajadas!
Habían momentos en los que ya no nos salían los gritos ni sonido alguno de nuestras gargantas, pero las sensaciones igual crecían y crecían, y bocas abiertas y ojos exorbitados y cabezas sacudiéndose, los tres parecíamos en cualquier momento estallar como bombas.
Aquellas mujeres, inmensas y carnudas mujeres jóvenes y zafadas, gozaban en aquel hacer y hacer donde los tres éramos, sus conejillos de indias en aquel experimento de así tenernos para su disfrute.
Mil sensaciones imposibles de poder explicar con palabras, los tres sentíamos sintiéndolas hacernos y hacernos en aquel hacer y hacer donde las seis se divertían el la más ilimitada lujuria despiadada.
Deseábamos la muerte como visita inmediata para escapar de aquella dulcísima, empalagosa tortura, pero la muerte no llegaba ni llegaría, y sí la vida se imponía haciéndonos conocer el infierno de aquella exagerada monstruosidad de loco placer que jamás habríamos así imaginado pudiera tan bestialmentemente existir.
Nos hacían morisquetas en la cara pegando sus caras a las nuestras...nos hacían sentirlas revolcándose lujuriosas en nosotros refregando sus femeninas corpulencias desnudas y hermosas, y nuestros cuerpos estallaban una y otra vez en orgasmos múltiples que entremezclaban en su sentir, placer inmenso con inmensa desesperación que nos acercaba a los límites de una locura que comenzábamos a presentir ya, muy...muy próxima.
Nos estaban volviendo locos.(Fin de la parte primera)
(continuará).