Mi primera experiencia zoofilica

Últimamente me he sentido tan sola que me he estado masturbando más seguido que nunca. Aprovechando que me quedo sola en casa he tenido tantos orgasmos... a cual mejor. No me puedo quejar. Pero un día tuve una idea genial.

Mi mayor zona erógena son mis pechos, no son muy grandes. Caben dentro de mi mano... pero mis pezones son enormes. Ocupan casi todo el espacio y son súper sensibles. Siempre tengo que tocarlos para tener una experiencia sexual placentera. Esos días de soledad deseaba tanto que alguien mame mis pechos que no tuve mejor idea que poner a mi pequeña perra a que lo haga. Al comienzo tuve muchos reparos pero después, dada la satisfacción que sentí, hice que me lama prácticamente todo el cuerpo.

Su lengua es un sueño... enorme y muy húmeda. Tiene mas movimiento que las lenguas humanas, es magnífica. Todo comenzó un día que como de costumbre me quedé sola en casa, decidí darme una sesión. Así que me desnude y comencé a hacerlo como siempre, tendida boca abajo con un trapo bajo mi clítoris... me pareció tan aburrido. Bajé de mi habitación y comencé a pensar que podría hacer de nuevo, intenté otras posiciones, como la de la silla, frotando mis pechos contra el espaldar y un trapo debajo de mí. No me ocurría nada, hasta que mi perra vino a darme la genial idea, ya que mis pechos deseaban ser lamidos y mamados como nunca en toda mi vida.

Me reuní con mi perra en la cocina y me unté mermelada en mis pechos, ella no quería... se rehusaba a hacerlo y solo quería tomar mermelada de mi mano. Así que comencé a llevarla poco a poco de mi mano hacia mis pechos, tardó un poco pero lo hizo y fue espectacular... una sensación completamente nueva para mí, ya que mis pechos nunca habían sido lamidos ni por una lengua humana. Soy virgen y decidí quedarme así hasta el matrimonio, pero mis deseos sexuales y mi temperamento caliente me hacen masturbarme seguido.

Me untaba más y más mermelada y ella seguía lamiendo y lamiendo. Me hubiera encantado lograr la forma de que mame de mí, pero no pude encontrarla. En realidad no fue necesario, con las lamidas me bastó. Su lengua es enorme y rodeaba todo mi pezón, para recoger toda la mermelada, la perra iba lamiendo desde la base hasta la punta. Lo hacia en orden y yo disfrutaba cada centímetro de su avance. Una vez en la punta se quedaba sentada esperando que ponga más. Se porto tan bien la pequeña que al final de la sesión le di un buen trozo de carne.

Al día siguiente repetí la operación, pero esta vez quería más. Nunca nadie había pasado la lengua por mi clítoris, así que desee que ella lo hiciera. Me puse mucha mermelada ahí abajo y comenzó a lamerme. Me hizo gritar y gemir de placer. Era lo mejor que había sentido. Pero la pobre perrita comenzó a atorarse porque yo estaba completamente húmeda y ella lamía la mermelada junto con mis fluidos y eso le hacia mal. Seguí por un momento más, hasta que casi tuve un orgasmo. La preocupación del atoro de la perra me enfrió un poco, así que decidí detenerme de eso. Me di la vuelta y puse mermelada en mis nalgas, ella ya recuperada siguió lamiendo.

Yo era la mujer más feliz de la tierra con todas esas lamidas. Un poco de mermelada se metió entre mis nalgas y ella se acomodó, quería sacarla de allí. No iba a desperdiciar ni un poco. Así que decidí ayudarla y separe mis nalgas y mis piernas. Se puso en medio de ellas y lamió hasta el fondo. Fue lo mejor. Lancé muchos gemidos. Me puse un trapo debajo de mi clítoris y comencé a moverme y frotarme como siempre. El orgasmo estaba cerca. Era tan dichosa. Me puse un poco en los pechos y en mis nalgas. Ella eligió mis pechos primero. Vino a lamerlos deliciosamente. Mientras tanto yo le acariciaba el pelaje, la perra estaba tan feliz como yo. Cuando se acabo la mermelada de mis pechos. Bajo a mis nalgas y comenzó a lamer como nunca lo había hecho, era tan rápido, como si quisiera ir rápido a mi ano. La mermelada cayo entre mis nalgas como la vez anterior. Le hice espacio y lamió ahí, yo no deje de frotarme el clítoris y ella lamía y lamía. Le puse un poco mas a mis pechos y regreso a mis pechos, y seguía frotándome y frotándome, más rápido que nunca. Ella seguía en mis pezones, centímetro a centímetro... llegué a tener varios orgasmos.

Ese día me descubrí como una mujer que puede tener orgasmos múltiples. Los disfruté tanto que cada vez que puedo busco la compañía perruna.