La vecina ninfómana
No era una hembra de las que habitualmente nos hace mover la cabeza 180º, pero la sensualidad de sus labios, y la blancura de sus dientes, té hacia rápidamente pensar en una sesión de sexo oral, sus 15 kilitos de más también te hacían pensar en la sesión de metedura de mano en la que se podría disfrutar y pasar estas largas tardes-noches de invierno enroscado a su cálido cuerpo, porque en definitiva, eso era lo que la vecina de abajo irradiaba. Comfortabilidad a raudales. Pero como yo, un muchacho de 18 años iba a atacarle a una mujer así, pues ya era difícil con las de mi edad, y con esta mujer había más de 30 años de diferencia. Y como sé esto: pues, el otro día después de venir de un paseo en bici, entre en el portal y en el mismo había una cartera tirada, mire en su interior y primero vi los 125 € y después los carnets que acreditaban su propiedad. Pude quedarme con ellos, pero mi honradez me lo impidió, así que timbré a 7º Dcha y cuando ya iba a abandonar por la espera, abrió la vecina con síntomas de fatiga y con la cara manchada de pintura.
Estaba como siempre para comerla. Levante la mano y mostré su cartera, y de inmediato me invito a pasar a su empapelado piso, pues lo protegía así, con periódicos para no manchar su suelo de la pintura que estaba aplicando. Toma te voy a recompensar por tu acción, y saco un billete de 20€ el cual yo rechace de inmediato, abrí la puerta para salir, y en ese momento, Carlota, pues así se llama, debió de pisar uno de esos papeles mojados y manchados de pintura y resbalo torciendo el tobillo. Yo la ayude a llegar a un sofacito en el que se recostó y le aconseje poner hielo brindándome a preparárselo, ella me indico donde guardaba unos trapos y envolví unos cubitos que aplique en la zona donde empezaba a hincharse, y mientras sujetaba, miraba, y mientras miraba, erectaba, y me coloreaba como una bomba a punto de estallar pensando en la estupenda pierna de la que estaba disfrutando visualmente al tenerla apoyada sobre una silla, mientras seguía sujetando los cubitos de hielo en su tobillo pero esos cubitos era mejor que los pusiera yo en otro sitio pues se notaba a leguas la hinchazón provocada en mi entrepierna.
Pero bueno yo llevaba la conversación al color luminoso de su pintura y la habilidad que tengo para las chapuzas. Paso un rato y marche a mi casa, quedando en ayudarle en la pintura, pues su tobillo no tenía buena pinta. Al día siguiente por la tarde, me dispuse a realizar mi ofrecimiento y me atreví con un buzo viejo y unos guantes de goma, estaba preparado para ayudar a mi vecina, ella una vez más trato de que no me molestara pero que demonios me iban a molestar, todo lo contrario. Su presencia y aunque solo fuera después para soñar y hacerme unas pajillas ya valía la pena. Así que cogí la brocha y ella me ayudaba con el cubo acercándolo cuando necesitaba. Descansa un poco, dijo, casi has acabado la sala, así que le hice caso y me senté en el sofacito cubierto por una sabana y me invito a una cerveza sin alcohol y unas lonchas de jamón. De repente y solo como lo puede hacer un tímido como yo le solté: ¡Cómo me gustaría verle un pecho! . Ella quedo con los ojos como platos y zzzaaasss, que leche me soltó. Pedí perdón y me levante con media cara roja como un tomate de la más grande paliza que me habían dado y la otra media cara roja por la vergüenza y el temor que esto pudiese trascender a mis padres.
Me dirigí a la puerta y en el momento de cruzar el umbral me agarro de un brazo y me acerco a su boca para besarme. Me tiro al suelo y de una patada cerro la puerta, como una loca me fue acariciando y desnudando, cuando su mano llego a mi estaca, no pude reprimirme y me corrí como un virgencito que era. Pero ella sin alterarse cogió todo el semen que pudo con su mano y se lo tragó tal que si acabara de cruzar el Sahara y, muerta de sed seguía buscando más. Entre el nervio de la primera vez y las pajillas que me había hecho, aunque ella seguía trabajando mi estaca caída, aquello no funcionaba, así que ella dijo pasar al plan B, sin yo saber de que se trataría.
Me dio la vuelta y besándome desde el cuello, llego hasta el culo, donde empezó a besar y a meter la lengua como quisiendo coger la última gota de yoghurt del fondo, y aquello la verdad es que funcionó al momento estaba otra vez yo para otro ataque. Ella se puso encima y se la insertó. Con la punta de mi polla que iba quitando de vez en cuando se la restregaba por el otro agujero, hasta que ella creyó lo suficiente lubricado y cargo su peso sobre esa entrada hasta que consiguió su fin, después cambiaba de hueco cada poco y cuando noto que yo me iba a ir se quito rápidamente y otra vez se lo tragó todo. Yo ya no podía más, pero ella seguía con apetito y quería mas guerra, volvió a aplicar el plan “B” pero no funcionaba esta vez, así que dijo que pasaba al “C”. Yo no sabía que pensar y a la vez tenía miedo, pues mi verga colorada no le apetecía nada más de sexo por hoy. Al poco rato vino con un aparato y una goma que me asusto, y con voz firme me ordeno darme la vuelta. Me subió el culo en pompa y note como con su mano me frotaba con vaselina por toda la zona próxima al ano, seguidamente me enchufó el extremo de la goma y pronto sentí como un liquido cálido entraba en mis entrañas y me iba llenando mientras ella me masajeaba los huevos con una delicadeza exquisita, pedía que aguantara que no soltara todo lo que me introducía a través del artilugio.
Su voz cálida esa sensación de ser penetrado por una mujer y la temperatura de su inacabable “esperma” me estaba proporcionando un placer esquisto y otra vez volví a recuperar fuerzas para la siguiente batalla, ella se apercibió de la dureza de mi miembro y retiro la goma de mi culo, sin perder tiempo se coloco debajo de mí y la volví a follar, esta vez durante un tiempo calmado hasta volver como en veces anteriores a correrme en su boca. Ella seguía pareciendo tener el mismo apetito del principio, y relamía y buscaba cualquier gota de mi leche que hubiese salido fuera de su boca. A continuación volvió a meter su dedo en mi culo y me dijo que aun quería más. En este momento dude en escapar corriendo o pedir auxilio. ¡Que tía, que ninfómana! Me iba a matar disecándome como un animal de esos que cuelgan de la pared como triunfos de caza. Yo, en esos momentos tenia un dolor en el pene que hubiera pensado en el ingreso en un seminario y hacer directamente votos de castidad ya de por vida. No quería mas sexo, ni hablar, y así se lo dije concentrando todas mis fuerzas para soltarle con voz firme. ¡Coño déjame por hoy en paz!. Por fin creí que así iba a suceder, ella se levantó dedicándome una mirada tierna y me tapo con una mantita fina, me trajo un café y unas tostadas, de momento mi debilidad me hizo bajar la guardia y cerré los ojos, cuestión que ella aprovechó para rápidamente cual policía antidisturbio colocarme unas esposas con las que me sujeto al cabecero de la cama y los pies mediante un lazo vaquero consiguió capturarlos y también sujetarlos, quedando totalmente inmóvil. ¡Me temí lo peor! Esta tía a la que yo creía normal estaba más chiflada que Jack Nicholson al final de su película. ¿Me cortará la polla, que me hará?.
Desapareció y vino con un bote del que con su mano saco abundante crema y me la extendió por todo el cuerpo, acariciaba mi pene y lo miraba con anhelo, seguía extendiendo y aplicando mas crema y ella misma se rebozaba encima de mí patinando nuestros cuerpos entre sí. Y ahora empezó el espectáculo: se empezó a masturbar, acariciándose toda y frotándose todo su coño, el cual tenía rasurado por su vagina pero conservaba un mechoncito en forma triangular, la verdad es que lo hacia de maravilla, como se frotaba el clítoris, como estiraba sus labios menores y como introducía su dedo en su cueva, bueno en sus cuevas porque no se olvido de su culo, que se lo trabajaba con ganas, pude verle en un momento como se veía una gran profundidad del intestino grueso. Se agacho y cogió un consolador como de medio metro totalmente flexible y se lo introdujo por su culo y su vagina hasta que un alarido de placer apago su fiebre, o no,... no, pues no. Después metió un dedo en su cueva y otro y otro, hasta que su mano desapareció dentro de ella, y con la mano que le quedaba libre me soltó una de las mías y dándose la vuelta me pidió que se la metiera en el culo. Cosa que hice pues yo estaba otra vez con la energía de un tren expreso.
Que espectáculo ver a aquella guarra con una mano en su coño y en su culo yo sin tener que haber hecho mucho esfuerzo también había logrado introducir todo mi puño al cual daba vueltas y me estaba poniendo a punto de eyacular sin más. Ella al notar mi excitación se libero tras los “partos de manos” y volvió a colocarse encima de mí y consiguió tras un gozosisimo polvo en el que su gran dilatación y tanta lubricación por la crema que apenas me doliese mi desgastado miembro, me volví a correr, esta vez dentro de ella y ahora se levanto y coloco su coño en mi boca e hizo que me tragase parte de mi leche mezclada con la crema. Estaba rendido, pero ella me reconforto al decir que ya la había llenado. Descansa un poco y después te dejare ir, me dijo. Así lo hice, cuando habían pasado unas cuatro horas despertamos y me abrió la bañera en la que cuando estaba dentro relajado apareció ella y me pregunto si le permitía orinar, le conteste que si, así que paso y se coloco en la bañera y sobre mi cara esparció su liquido. Yo estaba siendo un guarro del carajo pero me gustaba aquello.
Cuando acabo le comí todo su agujero y después la recosté en la bañera haciéndole la misma guarrería, le introducía mi pene en su boca y ella trataba de tragar toda la orina que podía y se restregaba con sus manos la que caía afuera. Volvimos a follar en la bañera, ella sentada sobre mí y cabalgando suavemente hasta que volví a tener otra explosión de placer al unísono con ella. Después una ducha en la pedí estar solo y me marche dándole un beso. Subí las escaleras hasta el catorce y han pasado dos días y sigo en cama. A mi madre le he dicho que me encuentro con algo de gripe y no paro de hacer simulación de estornudar y toser, de vez en cuando me pongo el termómetro y lo acerco a la lámpara antes que lo vea mi madre. La vecina ha venido a preguntar por mí, a ver si ya no la ayudaba a pintar más, y yo me he hecho el dormido. Pero ahora estoy muerto de miedo y pensando en que mis padres me puedan enviar a estudiar a otra ciudad no valla a ser que me agarre otra vez esa ninfómana del 7º Dcha. ¿Quién vive en ese piso de vuestro edificio? Probar suerte!.
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